Como cristianos es nuestro deseo seguir al Señor de cerca, vivir nuestra vida en armonía con Sus atributos y voluntad, y ser instrumentos de bendición para los demás. Las disciplinas espirituales nos asisten en ese empeño. Las disciplinas del silencio y el recogimiento pueden resultar particularmente útiles, pues nos permiten enfocar nuestra atención en el Señor sin muchas de las distracciones que nos abruman en la vida cotidiana.
La disciplina del recogimiento se refiere a la práctica voluntaria y temporal de retirarse en privado y separarse de las actividades y distracciones de la vida para pasar tiempo a solas con Dios. Practicar la disciplina del silencio implica abstenerse de hablar durante un periodo de tiempo y puede significar también aislarse de los ruidos y voces externos acudiendo, por ejemplo, a un retiro espiritual o a un lugar apartado de las actividades que uno realiza todos los días.
En algún sentido estas dos disciplinas pueden considerarse un ayuno de la interacción y comunicación con otras personas a fin de interactuar y comunicarse con Dios. Entraña apartarse durante un tiempo —ya sea breve o largo— a fin de librarse de distracciones y poder concentrarse más fácilmente y más de lleno en el Señor y en lo que quiera decirnos, a fin de renovarnos y fortalecernos espiritualmente.
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Como cristianos es nuestro deseo seguir al Señor de cerca, vivir nuestra vida en armonía con Sus atributos y voluntad, y ser instrumentos de bendición para los demás. Las disciplinas espirituales nos asisten en ese empeño. Las disciplinas del silencio y el recogimiento pueden resultar particularmente útiles, pues nos permiten enfocar nuestra atención en el Señor sin muchas de las distracciones que nos abruman en la vida cotidiana.
La disciplina del recogimiento se refiere a la práctica voluntaria y temporal de retirarse en privado y separarse de las actividades y distracciones de la vida para pasar tiempo a solas con Dios. Practicar la disciplina del silencio implica abstenerse de hablar durante un periodo de tiempo y puede significar también aislarse de los ruidos y voces externos acudiendo, por ejemplo, a un retiro espiritual o a un lugar apartado de las actividades que uno realiza todos los días.
En algún sentido estas dos disciplinas pueden considerarse un ayuno de la interacción y comunicación con otras personas a fin de interactuar y comunicarse con Dios. Entraña apartarse durante un tiempo —ya sea breve o largo— a fin de librarse de distracciones y poder concentrarse más fácilmente y más de lleno en el Señor y en lo que quiera decirnos, a fin de renovarnos y fortalecernos espiritualmente.
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