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Consecuencias ecológicas Los procesos de transporte de especies tienen como consecuencia que las especies -tanto las exóticas como las del ecosistema receptor- se enfrentan a situaciones ambientales nuevas, para las que no han sufrido un proceso de adaptación por selección natural. Aunque muchas de las especies introducidas desaparecen, la persistencia de algunos ejemplares puede desencadenar una serie de efectos, a menudo difíciles de predecir. Si bien la extinción de especies es una constante a lo largo de la historia de la vida, las extinciones causadas por el hombre tienen una serie de características que las hacen diferentes e indeseables. Las EEI son la primera o la segunda causa de pérdida de biodiversidad, según fuentes que barajan, probablemente, diferentes puntos de vista. Según el Libro Rojo de la UICN de 2004, las EEI son responsables de poner en peligro al 5,4% de las especies con algún grado de amenaza (1284 de 23.675). Las EEI: 1. Pueden provocar el desplazamiento de especies nativas. 2. Las EEI pueden hibridarse con las especies nativas con la consiguiente contaminación genética. 3. Las EEI pueden alterar las redes de interacción entre especies de la comunidad. 4. Las EEI pueden alterar las condiciones del ecosistema nativo.Consecuencias económicas Las invasiones biológicas causan impactos económicos, en ocasiones, de grandes dimensiones. En primer lugar, causan una pérdida en el rendimiento económico potencial de las actividades humanas. Esto se refiere a las pérdidas en la producción de las cosechas y la disminución de la supervivencia, el éxito reproductivo y la producción de animales domésticos y la reducción en la cantidad o la calidad de las actividades extractivas (marisqueo, pesca, etc.). También destruyen con frecuencia los alimentos u otros productos almacenados. Además, los daños en infraestructuras pueden ser considerables: obstrucción y destrucción de canalizaciones o diques, colmatación por acumulación de materia orgánica y retención de sedimentos, alteración y destrucción de cimientos o de vías de comunicación, etc. Esto conlleva gastos secundarios en la reducción de producción energética, en la disponibilidad de agua de riego o de consumo humano, etc. Las especies incrustantes suponen, además del gasto de su eliminación, una pérdida económica por la inmovilización de las embarcaciones durante las operaciones de carenado. En segundo lugar, se debe tener en cuenta el coste de combatir las invasiones. Esto incluye todas las medidas necesarias de cuarentena, detección temprana, control y erradicación. A todo ello se debe añadir la dificultad de encontrar una correspondencia económica a pérdidas derivadas de la invasión de especies, tales como la extinción de una especie, la pérdida de hábitat, el valor estético de un paisaje alterado, etc.
Consecuencias sanitarias y sociales A veces las especies introducidas pueden ser reservorio de parásitos y patógenos y transmitirlos directa o indirectamente (mediante un vector) a las poblaciones nativas. Otras veces la especie invasora es el propio agente patógeno o parásito. Por ejemplo, los mapaches (Procyon lotor) son portadores de enfermedades infecciosas como la rabia, el moquillo, el parvovirus felino y canino, adenovirus canino y la enfermedad de Aujeszky, también conocida como pseudorabia. Además, también actúan como huéspedes de varios parásitos que provocan enfermedades como la trypanosomiasis, la coccidiosis, y la toxoplasmosis. La mayoría de poblaciones de animales en Europa están infectadas por la lombriz intestinal del mapache, Baylisascaris procyonis. En Europa, el primer caso de infección en humanos por este parásito se produjo en 1991, a partir de un mapache doméstico. Esta lombriz intestinal causa encefalitis severa, o incluso fatal, en una gran variedad de aves y mamíferos, incluido el hombre. Los humanos se pueden infectar a través de la ingestión de partículas de suelo u otros materiales contaminados con las heces de mapaches portadores de huevos.
Los procesos de transporte de especies tienen como consecuencia que las especies -tanto las exóticas como las del ecosistema receptor- se enfrentan a situaciones ambientales nuevas, para las que no han sufrido un proceso de adaptación por selección natural. Aunque muchas de las especies introducidas desaparecen, la persistencia de algunos ejemplares puede desencadenar una serie de efectos, a menudo difíciles de predecir. Si bien la extinción de especies es una constante a lo largo de la historia de la vida, las extinciones causadas por el hombre tienen una serie de características que las hacen diferentes e indeseables. Las EEI son la primera o la segunda causa de pérdida de biodiversidad, según fuentes que barajan, probablemente, diferentes puntos de vista. Según el Libro Rojo de la UICN de 2004, las EEI son responsables de poner en peligro al 5,4% de las especies con algún grado de amenaza (1284 de 23.675).
Las EEI:
1. Pueden provocar el desplazamiento de especies nativas.
2. Las EEI pueden hibridarse con las especies nativas con la consiguiente contaminación genética.
3. Las EEI pueden alterar las redes de interacción entre especies de la comunidad.
4. Las EEI pueden alterar las condiciones del ecosistema nativo.Consecuencias económicas
Las invasiones biológicas causan impactos económicos, en ocasiones, de grandes dimensiones. En primer lugar, causan una pérdida en el rendimiento económico potencial de las actividades humanas. Esto se refiere a las pérdidas en la producción de las cosechas y la disminución de la supervivencia, el éxito reproductivo y la producción de animales domésticos y la reducción en la cantidad o la calidad de las actividades extractivas (marisqueo, pesca, etc.). También destruyen con frecuencia los alimentos u otros productos almacenados. Además, los daños en infraestructuras pueden ser considerables: obstrucción y destrucción de canalizaciones o diques, colmatación por acumulación de materia orgánica y retención de sedimentos, alteración y destrucción de cimientos o de vías de comunicación, etc. Esto conlleva gastos secundarios en la reducción de producción energética, en la disponibilidad de agua de riego o de consumo humano, etc. Las especies incrustantes suponen, además del gasto de su eliminación, una pérdida económica por la inmovilización de las embarcaciones durante las operaciones de carenado.
En segundo lugar, se debe tener en cuenta el coste de combatir las invasiones. Esto incluye todas las medidas necesarias de cuarentena, detección temprana, control y erradicación.
A todo ello se debe añadir la dificultad de encontrar una correspondencia económica a pérdidas derivadas de la invasión de especies, tales como la extinción de una especie, la pérdida de hábitat, el valor estético de un paisaje alterado, etc.
Consecuencias sanitarias y sociales
A veces las especies introducidas pueden ser reservorio de parásitos y patógenos y transmitirlos directa o indirectamente (mediante un vector) a las poblaciones nativas. Otras veces la especie invasora es el propio agente patógeno o parásito.
Por ejemplo, los mapaches (Procyon lotor) son portadores de enfermedades infecciosas como la rabia, el moquillo, el parvovirus felino y canino, adenovirus canino y la enfermedad de Aujeszky, también conocida como pseudorabia. Además, también actúan como huéspedes de varios parásitos que provocan enfermedades como la trypanosomiasis, la coccidiosis, y la toxoplasmosis. La mayoría de poblaciones de animales en Europa están infectadas por la lombriz intestinal del mapache, Baylisascaris procyonis. En Europa, el primer caso de infección en humanos por este parásito se produjo en 1991, a partir de un mapache doméstico. Esta lombriz intestinal causa encefalitis severa, o incluso fatal, en una gran variedad de aves y mamíferos, incluido el hombre. Los humanos se pueden infectar a través de la ingestión de partículas de suelo u otros materiales contaminados con las heces de mapaches portadores de huevos.