Descalzos, entre las calles empedradas, caminaban algunos medellinenses a principios de siglo XX, unos porque no podían comprar este símbolo de estatus, otros porque se resistían a usar zapatos o, simplemente, no los necesitaban para sus pies anchos de campesinos que, poco a poco, arribaban en busca de trabajo y oportunidades.
Sin embargo, las cosas cambiarían rápido en una de las ciudades más prósperas del país. En 1905 Medellín contaba con 54.946 habitantes y la industria brotaba como “espuma del revuelto mar”, en palabras de Enrique Echavarría, empresario de la época. Precisamente, con esta frase comienza La industria en Antioquia, 1900-1920 –el segundo tomo de Fuentes documentales para la historia empresarial–, investigación realizada por el Grupo de Historia Empresarial (GHE) de la Universidad EAFIT.
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Descalzos, entre las calles empedradas, caminaban algunos medellinenses a principios de siglo XX, unos porque no podían comprar este símbolo de estatus, otros porque se resistían a usar zapatos o, simplemente, no los necesitaban para sus pies anchos de campesinos que, poco a poco, arribaban en busca de trabajo y oportunidades.
Sin embargo, las cosas cambiarían rápido en una de las ciudades más prósperas del país. En 1905 Medellín contaba con 54.946 habitantes y la industria brotaba como “espuma del revuelto mar”, en palabras de Enrique Echavarría, empresario de la época. Precisamente, con esta frase comienza La industria en Antioquia, 1900-1920 –el segundo tomo de Fuentes documentales para la historia empresarial–, investigación realizada por el Grupo de Historia Empresarial (GHE) de la Universidad EAFIT.