Los biólogos han tenido siempre dolores de cabeza a la hora de intentar ver cosas de tamaños diminutos, debido a las limitaciones que existen con los sistemas de observación actuales. Se ha conseguido reducir muchísimo ese margen, pero sigue sin ser suficiente para ver ciertas estructuras que residen dentro de las células.
Esto implica que los biólogos no pueden ver multitud de estructuras existentes dentro de las células vivas que son mucho más pequeñas que el límite actual, pero esto podría cambiar gracias al microscopio cuántico que ha visto la luz en este mes de febrero.
Para poder superar este límite, en Australia han ideado la forma de combinar peculiaridades de la mecánica cuántica de la luz con algo llamado PFM o fuerza microscópica fotónica, en la que una especie de aguja fina escanea la superficie de algo extremadamente pequeño. La idea consiste en encontrar gracias a un láser las nanopartículas que se encuentran en el interior de una célula viva, de forma que sepan donde se localiza exactamente y puedan observarla con detenimiento.
De momento las primeras pruebas han ido estupendamente: se tiene que mejorar todavía el láser, pero han conseguido resoluciones de 10 nanómetros e incluso esperan alcanzar una precisión de menos de un nanómetro. También existe el problema de que por el momento el sistema sólo funciona en una dimensión, pero si consiguieran localizar a las estructuras en tres dimensiones serían capaces de observar con muchísimo más detalle su funcionamiento y desarrollo.
Los biólogos han tenido siempre dolores de cabeza a la hora de intentar ver cosas de tamaños diminutos, debido a las limitaciones que existen con los sistemas de observación actuales. Se ha conseguido reducir muchísimo ese margen, pero sigue sin ser suficiente para ver ciertas estructuras que residen dentro de las células.
Esto implica que los biólogos no pueden ver multitud de estructuras existentes dentro de las células vivas que son mucho más pequeñas que el límite actual, pero esto podría cambiar gracias al microscopio cuántico que ha visto la luz en este mes de febrero.
Para poder superar este límite, en Australia han ideado la forma de combinar peculiaridades de la mecánica cuántica de la luz con algo llamado PFM o fuerza microscópica fotónica, en la que una especie de aguja fina escanea la superficie de algo extremadamente pequeño. La idea consiste en encontrar gracias a un láser las nanopartículas que se encuentran en el interior de una célula viva, de forma que sepan donde se localiza exactamente y puedan observarla con detenimiento.
De momento las primeras pruebas han ido estupendamente: se tiene que mejorar todavía el láser, pero han conseguido resoluciones de 10 nanómetros e incluso esperan alcanzar una precisión de menos de un nanómetro. También existe el problema de que por el momento el sistema sólo funciona en una dimensión, pero si consiguieran localizar a las estructuras en tres dimensiones serían capaces de observar con muchísimo más detalle su funcionamiento y desarrollo.