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El Apóstol Pablo compara a la Iglesia en la carta a los Efesios como a una esposa dado que Jesús se entregó a sí mismo por amor a ella. Es una entrega total. De eso se trata el amor que Dios nos pide por Él. No quiere sacrificios hechos por nuestras manos por lo tanto nuestra entrega debe ser nuestro corazón, nuestro accionar, nuestro pensar constantemente en todo lo vinculante a Él. El Apóstol hace mención: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra (alusión al bautismo), y presentándola resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga, ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada" (Ef 5, 25.27) E inspirado en el Génesis (Gen 2.24) escribe: "Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a si mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia" (Ef 5, 28.29). Se puede decir que en el pensamiento de Pablo el amor nupcial entra en una ley de igualdad, que el hombre y la mujer realizan en Jesucristo (Cfr. 1 Cor 7, 4). Con todo, cuando el Apóstol constata: "El marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo" (Ef 5, 23), queda superada la igualdad, la paridad interhumana, porque en el amor hay un orden. El amor del marido hacia la mujer es participación del amor de Cristo hacia la Iglesia
E inspirado en el Génesis (Gen 2.24) escribe: "Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a si mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia" (Ef 5, 28.29). Se puede decir que en el pensamiento de Pablo el amor nupcial entra en una ley de igualdad, que el hombre y la mujer realizan en Jesucristo (Cfr. 1 Cor 7, 4). Con todo, cuando el Apóstol constata: "El marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo" (Ef 5, 23), queda superada la igualdad, la paridad interhumana, porque en el amor hay un orden. El amor del marido hacia la mujer es participación del amor de Cristo hacia la Iglesia