Compra de tierras, encomiendas y el repartimiento en la Nueva España.
kevin192000La situación general de la Nueva España a fines del Siglo XVIII era, en apariencia próspera. La política seguida en sus colonias por Carlos III, Rey de España, reanimó la economía del país, incrementando la producción minera, activando el comercio y aumentando la agricultura y las pequeñas industrias. La Ciudad de México, capital de la Nueva España, llegó a ser la más hermosa y grande de las ciudades de América. Pero toda esta prosperidad era aparente. En el fondo de la sociedad colonial existía un profundo malestar, ocasionado por causas de carácter, social, político, económico y cultural, que determinaron, fundamentalmente, el odio irreconciliable entre un reducido sector de privilegiados y los otros grupos que integraban la población novohispana. Otra causa de descontento era ver que de veinte millones de pesos que producía a la Corona la Nueva España salían del país más de diez, sin dejar en él ningún provecho, para ser invertidos en las otras colonias o en la península. Además, la política económica de España, consistente en crear monopolios y estancos, así como prohibir la fabricación de determinadas mercancías y cultivar ciertas plantas con el fin de favorecer su comercio, provocó disgustos entre los criollos ilustrados, quienes pensaron en la independencia de la Nueva España como única medida para que éste disfrutara de sus propias riquezas. Por otro lado, la distribución de la propiedad territorial era desastrosa. Numerosos latifundios sin explotación estaban en poder de los peninsulares, mientras la inmensa mayoría del pueblo carecía de una pequeña parcela y vivía en lugares apartados llevando una vida miserable. Los indios eran dueños de la propiedad comunal de sus pueblos; pero no podían disponer de ella sin el premiso de la Real Hacienda. Era justo y humano que también ellos pensaran en un cambio del orden establecido para aliviar su situación.
Pero toda esta prosperidad era aparente. En el fondo de la sociedad colonial existía un profundo malestar, ocasionado por causas de carácter, social, político, económico y cultural, que determinaron, fundamentalmente, el odio irreconciliable entre un reducido sector de privilegiados y los otros grupos que integraban la población novohispana.
Otra causa de descontento era ver que de veinte millones de pesos que producía a la Corona la Nueva España salían del país más de diez, sin dejar en él ningún provecho, para ser invertidos en las otras colonias o en la península.
Además, la política económica de España, consistente en crear monopolios y estancos, así como prohibir la fabricación de determinadas mercancías y cultivar ciertas plantas con el fin de favorecer su comercio, provocó disgustos entre los criollos ilustrados, quienes pensaron en la independencia de la Nueva España como única medida para que éste disfrutara de sus propias riquezas.
Por otro lado, la distribución de la propiedad territorial era desastrosa. Numerosos latifundios sin explotación estaban en poder de los peninsulares, mientras la inmensa mayoría del pueblo carecía de una pequeña parcela y vivía en lugares apartados llevando una vida miserable. Los indios eran dueños de la propiedad comunal de sus pueblos; pero no podían disponer de ella sin el premiso de la Real Hacienda. Era justo y humano que también ellos pensaran en un cambio del orden establecido para aliviar su situación.
me parece que eso responde tu pregunta