El maestro cada día se nos brinda por entero, y con trabajo y desvelo nos da su sabiduría.
Se esmera por entregarnos sin reservas su saber, y así nos hace crecer para poder realizarnos.
Por todo eso sabemos que nunca será bien pago, todo el esfuerzo brindado más igual lo agradecemos.
Finalmente no podremos retribuir lo recibido, quedando más que entendido que nunca lo olvidaremos.
Jorge Horacio Richino (Copyright)
La maestra. Publio A. Cordero Es en la escuela otra madre que orienta con sus consejos; es experta sembradora de nobles conocimientos; es mano suave que guía y es luz que alumbra senderos. Es, en suma, la maestra, manojo cálido y tierno de bondadosa paciencia y de maternal afecto.
Publio A. Cordero
Mi señorita. Ida Réboli Mi señorita todo lo sabe, mi señorita todo lo ve; nunca se enoja ni se molesta cuando algún pollo le da qué hacer. Nos ha enseñado miles de cosas, a decir versos y a dibujar; nos cuenta cuentos maravillosos, cuando acabamos de trabajar. Mi señorita siempre contenta, siempre con ganas de sonreír. Mi señorita! No hay como ella; a todo el mundo lo he de decir
El maestro cada día
se nos brinda por entero,
y con trabajo y desvelo
nos da su sabiduría.
Se esmera por entregarnos
sin reservas su saber,
y así nos hace crecer
para poder realizarnos.
Por todo eso sabemos
que nunca será bien pago,
todo el esfuerzo brindado
más igual lo agradecemos.
Finalmente no podremos
retribuir lo recibido,
quedando más que entendido
que nunca lo olvidaremos.
Jorge Horacio Richino (Copyright)
La maestra. Publio A. Cordero
Es en la escuela otra madre
que orienta con sus consejos;
es experta sembradora
de nobles conocimientos;
es mano suave que guía
y es luz que alumbra senderos.
Es, en suma, la maestra,
manojo cálido y tierno
de bondadosa paciencia
y de maternal afecto.
Publio A. Cordero
Mi señorita. Ida Réboli
Mi señorita
todo lo sabe,
mi señorita todo lo ve;
nunca se enoja
ni se molesta
cuando algún pollo
le da qué hacer.
Nos ha enseñado
miles de cosas,
a decir versos
y a dibujar;
nos cuenta cuentos
maravillosos,
cuando acabamos
de trabajar.
Mi señorita
siempre contenta,
siempre con ganas
de sonreír.
Mi señorita!
No hay como ella;
a todo el mundo
lo he de decir