Al comenzar la novela, Laura Esquivel nos narra que cuando Mamá Elena se encontraba picando cebolla, Tita lloró con tal fuerza en su vientre que fue expulsada al mundo por una gran cantidad de lágrimas. La criatura lloraba dentro de su madre por el efecto de la cebolla pero probablemente también presentía su destino. El destino que no le permitiría casarse ni tener hijos.
De esta manera se presenta una realidad que se integra o describe como mágica. Un hecho tan natural como romper fuente con el realismo mágico se transforma completamente sin que se justifique lógicamente.
“Dicen que Tita era tan sensible a la cebolla que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela (Mamá Elena) lloraba y lloraba cuando ésta picaba cebolla; su llanto era tan fuerte que Nacha, la cocinera de la casa, que era medio sorda, la escuchaba sin esforzarse. Un día los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara. …Contaba Nacha que Tita fue literalmente empujada a este mundo por un torrente impresionante de lágrimas que se desbordaron sobre la mesa y el piso de la cocina. En la tarde, ya cuando el susto había pasado y el agua, gracias a los efectos de los rayos del sol, se había evaporado, Nacha barrió el residuo de las lágrimas que había quedado sobre la loseta roja que cubría el piso. Con esta sal rellenó un costal de cinco kilos…”
Al comenzar la novela, Laura Esquivel nos narra que cuando Mamá Elena se encontraba picando cebolla, Tita lloró con tal fuerza en su vientre que fue expulsada al mundo por una gran cantidad de lágrimas. La criatura lloraba dentro de su madre por el efecto de la cebolla pero probablemente también presentía su destino. El destino que no le permitiría casarse ni tener hijos.
De esta manera se presenta una realidad que se integra o describe como mágica. Un hecho tan natural como romper fuente con el realismo mágico se transforma completamente sin que se justifique lógicamente.
“Dicen que Tita era tan sensible a la cebolla que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela (Mamá Elena) lloraba y lloraba cuando ésta picaba cebolla; su llanto era tan fuerte que Nacha, la cocinera de la casa, que era medio sorda, la escuchaba sin esforzarse. Un día los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara. …Contaba Nacha que Tita fue literalmente empujada a este mundo por un torrente impresionante de lágrimas que se desbordaron sobre la mesa y el piso de la cocina. En la tarde, ya cuando el susto había pasado y el agua, gracias a los efectos de los rayos del sol, se había evaporado, Nacha barrió el residuo de las lágrimas que había quedado sobre la loseta roja que cubría el piso. Con esta sal rellenó un costal de cinco kilos…”