Derain, en su época fauve, no sólo está obsesionado por el color, también se preocupa por la resolución de la forma. Y en ese momento ebullición, donde ya se empieza a valorar la síntesis y la fuerza expresiva de las culturas ancestrales (lo que llaman “primitivismo”), reflexiona: “Me gustaría estudiar los dibujos de los niños. Ahí es donde está la verdad, sin lugar a dudas”.
“Y los colores se convirtieron en cargas de dinamita”.
“Y los colores se convirtieron en cargas de dinamita”.André Derain.
Derain es uno de los protagonistas de ese grupo de franceses influenciados por Gauguin y Van Gogh que, a principios del Siglo XX, se alejan de la representación realista utilizando colores puros en contrastes chocantes, provocativos, furiosos, salvajes.
Un grupo de artistas (cuya figura más importante es Matisse) que con esos colores explosivos expresan su espíritu desbordante de entusiasmo, la alegría de vivir.
En la primera muestra del grupo, la crítica, que considera que ese colorido “antinatural” agrede la vista, llama a estos artistas despectivamente “fieras” (en francés: “fauves”).
En la época más intensa del movimiento (entre 1905 y 1906), Derain pinta paisajes (entre los que se incluye una enorme serie sobre Londres, como el cuadro que ilustra) donde además del colorido fauve notamos la influencia del puntillismo de Signac (cuando el puntillismo de Signac evoluciona de los puntitos a pinceladas más grandes).
Pero Derain no busca en la yuxtaposición de pinceladas la fusión del color en la retina del ojo, sino busca potenciar los contrastes y así potenciar cada color para que estalle.
Observemos su habilidad (más allá del aspecto “desprolijo” de la pincelada) al pintar el agua del río Támesis: en la parte superior utiliza pinceladas ordenadas y luego las va liberando, las desordena. Esta alternancia de ritmos y colores genera la sensación de movimiento.
Observemos también cómo, además de alejarse de la representación realista con el colorido, también distorsiona formas y perspectiva. Es interesante cómo logra en esta obra la profundidad con las masas de color.
Derain, en su época fauve, no sólo está obsesionado por el color, también se preocupa por la resolución de la forma. Y en ese momento ebullición, donde ya se empieza a valorar la síntesis y la fuerza expresiva de las culturas ancestrales (lo que llaman “primitivismo”), reflexiona: “Me gustaría estudiar los dibujos de los niños. Ahí es donde está la verdad, sin lugar a dudas”.
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Derain, en su época fauve, no sólo está obsesionado por el color, también se preocupa por la resolución de la forma. Y en ese momento ebullición, donde ya se empieza a valorar la síntesis y la fuerza expresiva de las culturas ancestrales (lo que llaman “primitivismo”), reflexiona: “Me gustaría estudiar los dibujos de los niños. Ahí es donde está la verdad, sin lugar a dudas”.
“Y los colores se convirtieron en cargas de dinamita”.
“Y los colores se convirtieron en cargas de dinamita”.André Derain.
Derain es uno de los protagonistas de ese grupo de franceses influenciados por Gauguin y Van Gogh que, a principios del Siglo XX, se alejan de la representación realista utilizando colores puros en contrastes chocantes, provocativos, furiosos, salvajes.
Un grupo de artistas (cuya figura más importante es Matisse) que con esos colores explosivos expresan su espíritu desbordante de entusiasmo, la alegría de vivir.
En la primera muestra del grupo, la crítica, que considera que ese colorido “antinatural” agrede la vista, llama a estos artistas despectivamente “fieras” (en francés: “fauves”).
En la época más intensa del movimiento (entre 1905 y 1906), Derain pinta paisajes (entre los que se incluye una enorme serie sobre Londres, como el cuadro que ilustra) donde además del colorido fauve notamos la influencia del puntillismo de Signac (cuando el puntillismo de Signac evoluciona de los puntitos a pinceladas más grandes).
Pero Derain no busca en la yuxtaposición de pinceladas la fusión del color en la retina del ojo, sino busca potenciar los contrastes y así potenciar cada color para que estalle.
Observemos su habilidad (más allá del aspecto “desprolijo” de la pincelada) al pintar el agua del río Támesis: en la parte superior utiliza pinceladas ordenadas y luego las va liberando, las desordena. Esta alternancia de ritmos y colores genera la sensación de movimiento.
Observemos también cómo, además de alejarse de la representación realista con el colorido, también distorsiona formas y perspectiva. Es interesante cómo logra en esta obra la profundidad con las masas de color.
Derain, en su época fauve, no sólo está obsesionado por el color, también se preocupa por la resolución de la forma. Y en ese momento ebullición, donde ya se empieza a valorar la síntesis y la fuerza expresiva de las culturas ancestrales (lo que llaman “primitivismo”), reflexiona: “Me gustaría estudiar los dibujos de los niños. Ahí es donde está la verdad, sin lugar a dudas”.
ESPERO TE AYUDE!
CORONITA POR FAVOR
BY: ESLENDERMAN