El año 2006, tras años de ignominia y entreguismo, un emblema izó la ilusión del pueblo ecuatoriano: nació la Revolución Ciudadana, para enfrentar el oprobio que la partidocracia, trust político que con sus taras aristocráticas, con la fusión de los capitales financiero, bancario, mediático, y su dominio absoluto sobre las instituciones de control y de administración de justicia, había devastado la moral y la quimera de cualquier transformación.
Explicación:
¿QUÉ PASABA EN EL ECUADOR?
Pese a nombres diversos y de distinto origen, instalados en la presidencia de la república; de organizaciones políticas en apariencia antagónicas; de disputas de tinte callejero en el Parlamento o enconadas rivalidades personales, la estructura del poder se mantuvo incólume durante las décadas posteriores al gobierno de las Fuerzas Armadas, encabezado en su etapa progresista por el general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976).
Las experiencias de la izquierda, atomizada, con visos de sectarismo en ocasiones propiciado por el establishment político, encontró una sola oportunidad de unidad en torno al Frente Amplio de Izquierda, a finales de los años ochenta. Los resultados electorales fueron magros, sin pasar la barrera del 5% de la votación, no obstante, la apariencia democrática revelaba cierta permisividad, precisamente porque las organizaciones de izquierda no amenazaban el poder político. Veremos cómo, más tarde, esa presunta tolerancia, presentada con la exótica vestimenta de pluralidad, no era más que una estratagema cosmética y funcional, porque cuando las fuerzas congregadas en torno al proyecto político de la Revolución Ciudadana alcanzaron el poder, se fraguó desde la social democracia, democracia cristiana, partidos de la derecha oligárquica, y, cuándo no, de corrientes ultraizquierdistas siempre sintonizadas con el status quo que les permitía, en gobiernos de la burguesía, prebendas sindicales o laborales, una alianza corporativa para cerrar filas en contra del proyecto transformador.
Desde el oligopolio y el feroz aparato represivo de León Febres Cordero (1984-1988), pasando por la presunta pulcritud del gobierno socialdemócrata de Rodrigo Borja (1988-1992), hasta el gobierno neoliberal de Sixto Durán Ballén (1992-1996), las políticas de ajuste se desarrollaron de manera progresiva, con impacto en la economía popular. Fue precisamente en el gobierno de Durán Ballén, con la estrategia económica dirigida por su vicepresidente Alberto Dahik, que el neoliberalismo entró de lleno en la escena nacional.
La política de relaciones internacionales, que había tenido momentos progresistas, como la negativa de Rodríguez Lara de recibir a Augusto Pinochet, fue desmarcándose de la aparente independencia y pasó a convertirse en eco y títere del funcionariado internacional dependiente de Washington. La dupla Durán Ballén-Dahik abriría el camino de la década infame, con la desarticulación del aparato estatal y su política de intervención y regulación económica. A partir del gobierno trunco de Abdalá Bucaram Ortiz, de apenas seis meses de duración, gobierno caracterizado por escándalos, faltas a la ética y hasta a la estética, se profundizó el camino de ilegalidades y afrentas a la ciudadanía.
LA REVOLUCION CIUDADANA
Legitimada por trece victorias electorales consecutivas, entre ellas cuatro presidenciales, en periodo que va desde 2006 hasta 2017, la Revolución Ciudadana impuso una dinámica socio-económica antagónica al juego de intereses de la oligarquía.
Recuperamos el rol del Estado en diversas áreas de las que se habían apartado los gobiernos del período neoliberal. El Banco Central y las instituciones públicas de control financiero, comercial, industrial, etc. dejaron de estar controladas por el sector privado y tuvieron una conducción con visión de país.
Respuesta:
El año 2006, tras años de ignominia y entreguismo, un emblema izó la ilusión del pueblo ecuatoriano: nació la Revolución Ciudadana, para enfrentar el oprobio que la partidocracia, trust político que con sus taras aristocráticas, con la fusión de los capitales financiero, bancario, mediático, y su dominio absoluto sobre las instituciones de control y de administración de justicia, había devastado la moral y la quimera de cualquier transformación.
Explicación:
¿QUÉ PASABA EN EL ECUADOR?
Pese a nombres diversos y de distinto origen, instalados en la presidencia de la república; de organizaciones políticas en apariencia antagónicas; de disputas de tinte callejero en el Parlamento o enconadas rivalidades personales, la estructura del poder se mantuvo incólume durante las décadas posteriores al gobierno de las Fuerzas Armadas, encabezado en su etapa progresista por el general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976).
Las experiencias de la izquierda, atomizada, con visos de sectarismo en ocasiones propiciado por el establishment político, encontró una sola oportunidad de unidad en torno al Frente Amplio de Izquierda, a finales de los años ochenta. Los resultados electorales fueron magros, sin pasar la barrera del 5% de la votación, no obstante, la apariencia democrática revelaba cierta permisividad, precisamente porque las organizaciones de izquierda no amenazaban el poder político. Veremos cómo, más tarde, esa presunta tolerancia, presentada con la exótica vestimenta de pluralidad, no era más que una estratagema cosmética y funcional, porque cuando las fuerzas congregadas en torno al proyecto político de la Revolución Ciudadana alcanzaron el poder, se fraguó desde la social democracia, democracia cristiana, partidos de la derecha oligárquica, y, cuándo no, de corrientes ultraizquierdistas siempre sintonizadas con el status quo que les permitía, en gobiernos de la burguesía, prebendas sindicales o laborales, una alianza corporativa para cerrar filas en contra del proyecto transformador.
Desde el oligopolio y el feroz aparato represivo de León Febres Cordero (1984-1988), pasando por la presunta pulcritud del gobierno socialdemócrata de Rodrigo Borja (1988-1992), hasta el gobierno neoliberal de Sixto Durán Ballén (1992-1996), las políticas de ajuste se desarrollaron de manera progresiva, con impacto en la economía popular. Fue precisamente en el gobierno de Durán Ballén, con la estrategia económica dirigida por su vicepresidente Alberto Dahik, que el neoliberalismo entró de lleno en la escena nacional.
La política de relaciones internacionales, que había tenido momentos progresistas, como la negativa de Rodríguez Lara de recibir a Augusto Pinochet, fue desmarcándose de la aparente independencia y pasó a convertirse en eco y títere del funcionariado internacional dependiente de Washington. La dupla Durán Ballén-Dahik abriría el camino de la década infame, con la desarticulación del aparato estatal y su política de intervención y regulación económica. A partir del gobierno trunco de Abdalá Bucaram Ortiz, de apenas seis meses de duración, gobierno caracterizado por escándalos, faltas a la ética y hasta a la estética, se profundizó el camino de ilegalidades y afrentas a la ciudadanía.
LA REVOLUCION CIUDADANA
Legitimada por trece victorias electorales consecutivas, entre ellas cuatro presidenciales, en periodo que va desde 2006 hasta 2017, la Revolución Ciudadana impuso una dinámica socio-económica antagónica al juego de intereses de la oligarquía.
Recuperamos el rol del Estado en diversas áreas de las que se habían apartado los gobiernos del período neoliberal. El Banco Central y las instituciones públicas de control financiero, comercial, industrial, etc. dejaron de estar controladas por el sector privado y tuvieron una conducción con visión de país.