Lo primero que tenemos que hacer para liberarnos de este sentimiento es entender la naturaleza de la ofensa: de quién procede, qué consecuencias puede tener en nosotros, por qué lo hizo y si había intención de ofender.
Así podremos analizar con objetividad lo ocurrido. Muchas veces exageramos lo sucedido o imaginamos actitudes y hechos que no corresponden con lo que en un principio pudimos pensar.
Debemos aprender a superar el sufrimiento y las ofensas mirando hacia el futuro. No podemos quedarnos atrapados en el pasado, recordando continuamente a aquellos que tanto sufrimiento nos causaron o aquellas circunstancias o hechos que nos produjeron tanto dolor.
Hay que pasar página y mirar de forma positiva hacia el futuro. El perdón nos libera de la pesada carga en la que se puede convertir el resentimiento. Aceptar lo que pasó, aunque no estemos de acuerdo con lo que sucedió, y dejar de lado los pensamientos negativos que nos causaron dolor es la mejor solución para superarlo.
Este sentimiento se puede superar por la voluntad y la inteligencia de la persona que lo sufre. Para ello, es necesario un carácter firme y un dominio de las emociones, de tal forma que no permitamos que arraigue en nuestro interior.
Debemos realizar un esfuerzo para conducir este sentimiento hacia pensamientos más positivos. También hay que buscar razones para evitarlo, tales como que la persona resentida es una persona amargada y obsesionada, que puede estar padeciendo por un acontecimiento u ofensa que el otro ya ni recuerda; que el resentimiento es un veneno que destruye por dentro y que rara vez sacia la sed de venganza o que al final se convierten en personas encerradas en sí mismas, cuyo única meta es la venganza. Para superarlo, es muy importante admitir que existe en nosotros y, una vez reconocido, debemos tener el firme propósito de liberarnos de él.
El resentimiento es un dolor moral que se produce como consecuencia de una ofensa. La persona que lo sufre no logra olvidar esa ofensa, de manera que lo vuelve a sentir una y otra vez (re-siente). Este sentimiento va acompañado de rencor y hostilidad hacia quienes causaron el daño.
La ofensa puede producirse de diversas formas: bien como un hecho que alguien realiza contra uno (un descrédito personal, un desprestigio profesional, una agresión o una calumnia), o bien en forma de omisión, que es una ofensa más sutil pero también muy dañina (como no recibir la invitación que esperaba, la falta de reconocimiento por un trabajo bien hecho o cuando alguien no recibe muestras de amistad por un determinado grupo de personas o un amigo).
2. Sentimientos comunes de la persona resentida
Cuando el resentido no desea olvidar, está continuamente recordando aquello que dio origen a ese sentimiento, queda esclavizado a su pasado y no logrará liberarse de esa gran carga que es el resentimiento.
La persona resentida se siente dolida y ofendida por el trato injusto que ha recibido de determinadas personas o por los acontecimientos desfavorables que han surgido hacia ella en un momento determinado.
En tal caso, podemos hablar de un resentimiento comprensivo, es decir, tiene sentido que esta persona se sienta molesta con las personas o circunstancias que le causaron esa ofensa y que reviva ese malestar ante ese recuerdo.
Los sentimientos de envidia y celos son frecuentes en algunas personas resentidas que consideran que la vida es injusta con ellas. No llegan a entender cómo otros consiguen con cierta facilidad, aquello por lo que ellas a pesar de haber luchado tanto, no logran conseguir.
El resentido desea vengarse de aquel que le ha ofendido o le ha causado algún daño justa o injustamente. Considera que esa persona tarde o temprano tendrá que pagar por el daño causado y desea realizar una acción semejante a la recibida. En este caso, el resentimiento va naciendo y puede obsesionar de tal forma que acompañe durante muchos años o incluso a lo largo de toda una vida.
Cuando ese sentimiento se ha instalado en alguien firmemente, le amarga la vida y hace que se la amargue a los demás. Se convierte en una persona rencorosa y desagradable, incapaz de ver lo bueno de las cosas y con una gran fijación hacia las personas contra quienes guarda resentimiento.
Respuesta:¿Cómo podemos superarlo?
Lo primero que tenemos que hacer para liberarnos de este sentimiento es entender la naturaleza de la ofensa: de quién procede, qué consecuencias puede tener en nosotros, por qué lo hizo y si había intención de ofender.
Así podremos analizar con objetividad lo ocurrido. Muchas veces exageramos lo sucedido o imaginamos actitudes y hechos que no corresponden con lo que en un principio pudimos pensar.
Debemos aprender a superar el sufrimiento y las ofensas mirando hacia el futuro. No podemos quedarnos atrapados en el pasado, recordando continuamente a aquellos que tanto sufrimiento nos causaron o aquellas circunstancias o hechos que nos produjeron tanto dolor.
Hay que pasar página y mirar de forma positiva hacia el futuro. El perdón nos libera de la pesada carga en la que se puede convertir el resentimiento. Aceptar lo que pasó, aunque no estemos de acuerdo con lo que sucedió, y dejar de lado los pensamientos negativos que nos causaron dolor es la mejor solución para superarlo.
Este sentimiento se puede superar por la voluntad y la inteligencia de la persona que lo sufre. Para ello, es necesario un carácter firme y un dominio de las emociones, de tal forma que no permitamos que arraigue en nuestro interior.
Debemos realizar un esfuerzo para conducir este sentimiento hacia pensamientos más positivos. También hay que buscar razones para evitarlo, tales como que la persona resentida es una persona amargada y obsesionada, que puede estar padeciendo por un acontecimiento u ofensa que el otro ya ni recuerda; que el resentimiento es un veneno que destruye por dentro y que rara vez sacia la sed de venganza o que al final se convierten en personas encerradas en sí mismas, cuyo única meta es la venganza. Para superarlo, es muy importante admitir que existe en nosotros y, una vez reconocido, debemos tener el firme propósito de liberarnos de él.
El resentimiento es un dolor moral que se produce como consecuencia de una ofensa. La persona que lo sufre no logra olvidar esa ofensa, de manera que lo vuelve a sentir una y otra vez (re-siente). Este sentimiento va acompañado de rencor y hostilidad hacia quienes causaron el daño.
La ofensa puede producirse de diversas formas: bien como un hecho que alguien realiza contra uno (un descrédito personal, un desprestigio profesional, una agresión o una calumnia), o bien en forma de omisión, que es una ofensa más sutil pero también muy dañina (como no recibir la invitación que esperaba, la falta de reconocimiento por un trabajo bien hecho o cuando alguien no recibe muestras de amistad por un determinado grupo de personas o un amigo).
2. Sentimientos comunes de la persona resentida
Cuando el resentido no desea olvidar, está continuamente recordando aquello que dio origen a ese sentimiento, queda esclavizado a su pasado y no logrará liberarse de esa gran carga que es el resentimiento.
La persona resentida se siente dolida y ofendida por el trato injusto que ha recibido de determinadas personas o por los acontecimientos desfavorables que han surgido hacia ella en un momento determinado.
En tal caso, podemos hablar de un resentimiento comprensivo, es decir, tiene sentido que esta persona se sienta molesta con las personas o circunstancias que le causaron esa ofensa y que reviva ese malestar ante ese recuerdo.
Los sentimientos de envidia y celos son frecuentes en algunas personas resentidas que consideran que la vida es injusta con ellas. No llegan a entender cómo otros consiguen con cierta facilidad, aquello por lo que ellas a pesar de haber luchado tanto, no logran conseguir.
El resentido desea vengarse de aquel que le ha ofendido o le ha causado algún daño justa o injustamente. Considera que esa persona tarde o temprano tendrá que pagar por el daño causado y desea realizar una acción semejante a la recibida. En este caso, el resentimiento va naciendo y puede obsesionar de tal forma que acompañe durante muchos años o incluso a lo largo de toda una vida.
Cuando ese sentimiento se ha instalado en alguien firmemente, le amarga la vida y hace que se la amargue a los demás. Se convierte en una persona rencorosa y desagradable, incapaz de ver lo bueno de las cosas y con una gran fijación hacia las personas contra quienes guarda resentimiento.
Explicación: