En efecto, cuando se habla de neoliberalismo, se choca con todo lo que este representa, al tiempo que se pueden rechazar cuestiones que no son nocivas para el progreso social y económico de una sociedad como la existencia de mercados libres y competitivos. Tal es el caso de la competencia, que es vista por muchos como el símbolo del capitalismo salvaje, pero que en una economía de mercado constituye la esencia de la protección del consumidor contra los monopolios o cualquier abuso de la posición dominante en un mercado.
Por ejemplo, Colombia vivió por muchos años bajo el imperio de la protección acentuada de la producción nacional. Los excesos de esa política no solamente mantuvieron precios exagerados para el consumidor nacional sino que crearon una barrera muy fuerte a la entrada de competidores, dado que era muy difícil tanto para los agentes nacionales como para los extranjeros participar en el mercado por las defensas que habían adquirido las industrias existentes en cada uno de sus campos.
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En efecto, cuando se habla de neoliberalismo, se choca con todo lo que este representa, al tiempo que se pueden rechazar cuestiones que no son nocivas para el progreso social y económico de una sociedad como la existencia de mercados libres y competitivos. Tal es el caso de la competencia, que es vista por muchos como el símbolo del capitalismo salvaje, pero que en una economía de mercado constituye la esencia de la protección del consumidor contra los monopolios o cualquier abuso de la posición dominante en un mercado.
Por ejemplo, Colombia vivió por muchos años bajo el imperio de la protección acentuada de la producción nacional. Los excesos de esa política no solamente mantuvieron precios exagerados para el consumidor nacional sino que crearon una barrera muy fuerte a la entrada de competidores, dado que era muy difícil tanto para los agentes nacionales como para los extranjeros participar en el mercado por las defensas que habían adquirido las industrias existentes en cada uno de sus campos.