Para aprovechar al máximo las frutas y verduras de estación, para cocinar una vez y stockearnos... saber qué y cómo conservar es clave.
Estos tiempos nos hacen pasar muchas horas dentro de casa. Con ellas, pueden surgir nuevas inquietudes, nuevas preguntas y otras necesidades. Por ejemplo, si compramos alimentos en grandes cantidades porque era más conveniente o decidimos salir menos, ¿cuál es la mejor forma de conservarlos y que duren el mayor tiempo posible? Además, sabemos que es aconsejable comprar las frutas y verduras en la temporada que corresponde a su cosecha: de esta forma, van a ser más ricas y más económicas. Aprovechemos los productos de invierno: compartimos algunos tips para que no pierdan su sabor y propiedades.
Deshidratar
Una opción, muy buena y poco usual, es deshidratar: algunas frutas y verduras pueden ponerse en el horno a fuego muy bajito durante un rato largo y con la puerta entreabierta. El alimento, en este proceso, va concentrando todo su sabor, y pierde los jugos que provocan la descomposición, retrasando su caducidad. También existen aparatos específicos para realizar este procedimiento, los deshidratadores. Pero en un horno normal se puede hacer perfectamente. Podés probarlo con frutas y verduras de estación, hongos y hierbas frescas.
Congelar
Lógicamente, el congelado es un proceso que se viene usando hace tiempo como método predilecto de conservación de los alimentos. Es práctico y fácil de hacer, pero existen algunos tips que pueden hacerlo todavía más útil. Por ejemplo, considerar que ciertas frutas y verduras pueden congelarse frescas así como vienen de la verdulería, y saber bien cuáles son las que mejor soportan este proceso. O tener en cuenta, sin embargo, que siempre quedarán mejor las verduras que se congelan luego de haber sido cocidas o blanqueadas. Siempre es conveniente chequear los tiempos que cada alimento tolera en el freezer, y, sobre todo, no congelar aquellos que no se llevan bien con las bajas temperaturas, o que pierden su textura y sabor al ser descongelados: la papa y la mayonesa son ejemplos de ellos. Un consejo muy valioso es etiquetar o rotular todo lo que congelemos: al momento de hacerlo parece que sí o sí vamos a recordar qué estamos congelando, pero unas semanas después puede que nos venga bien contar con un ayudamemoria.
Fermentar
Los fermentos se están convirtiendo en un gran ícono de la alimentación contemporánea. Estos preparados contienen probióticos que pueden contribuir, según el tipo de organismo que tengamos, a mejorar el funcionamiento intestinal, entre otras ventajas. Siempre lo ideal es consultar a un médico clínico o gastroenterólogo antes de embarcarnos en su consumo regular. Igualmente, muchos fermentos son un alimento típico de la dieta de las personas desde hace cientos y miles de años: el yogur, el chucrut, los pickles y otros encurtidos... El principio básico es el de generar un medio donde el alimento fresco pueda subsistir durante mucho más tiempo. Para avanzar un poco más en la técnica, se puede investigar sobre el miso, una pasta de soja fermentada espectacular para saborizar sopas y guisos. Otro ítem muy utilizado son las bebidas probióticas, como el kéfir o la kombucha.
Conservar a baño maría
Prácticamente cualquier alimento, fresco o preparado que queramos conservar por un tiempo puede envasarse en un tarro cerrado herméticamente mediante una pasteurización casera, como suele utilizarse en los procesos de envasado de mermeladas o dulces caseros: se sumerge el frasco en agua hirviendo, para eliminar las posibles bacterias que pueda contener.
Realizar mermeladas o conservas
De un modo muy tradicional, si compramos alguna fruta o verdura que esté de estación o en promociones, podemos aprovecharla y hacer que rinda más si la convertimos en una mermelada, jalea o conserva. Conserva en almíbar (para quinotos, membrillos, zapallos…), mermelada (para naranja, manzana, limón… ¡o tomate!) o jalea (para ciruelas), todas siguen un proceso similar, fácil de hacer, y que requiere muy pocos ingredientes. ¡Anímense!
Respuesta:
Congelar. Lógicamente, el congelado es un proceso que se viene usando hace tiempo como método predilecto de conservación de los alimentos.
Fermentar. Los fermentos se están convirtiendo en un gran ícono de la alimentación contemporánea.
Conservar a baño maría.
Realizar mermeladas o conserva
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5 formas de conservar alimentos
Para aprovechar al máximo las frutas y verduras de estación, para cocinar una vez y stockearnos... saber qué y cómo conservar es clave.
Estos tiempos nos hacen pasar muchas horas dentro de casa. Con ellas, pueden surgir nuevas inquietudes, nuevas preguntas y otras necesidades. Por ejemplo, si compramos alimentos en grandes cantidades porque era más conveniente o decidimos salir menos, ¿cuál es la mejor forma de conservarlos y que duren el mayor tiempo posible? Además, sabemos que es aconsejable comprar las frutas y verduras en la temporada que corresponde a su cosecha: de esta forma, van a ser más ricas y más económicas. Aprovechemos los productos de invierno: compartimos algunos tips para que no pierdan su sabor y propiedades.
Deshidratar
Una opción, muy buena y poco usual, es deshidratar: algunas frutas y verduras pueden ponerse en el horno a fuego muy bajito durante un rato largo y con la puerta entreabierta. El alimento, en este proceso, va concentrando todo su sabor, y pierde los jugos que provocan la descomposición, retrasando su caducidad. También existen aparatos específicos para realizar este procedimiento, los deshidratadores. Pero en un horno normal se puede hacer perfectamente. Podés probarlo con frutas y verduras de estación, hongos y hierbas frescas.
Congelar
Lógicamente, el congelado es un proceso que se viene usando hace tiempo como método predilecto de conservación de los alimentos. Es práctico y fácil de hacer, pero existen algunos tips que pueden hacerlo todavía más útil. Por ejemplo, considerar que ciertas frutas y verduras pueden congelarse frescas así como vienen de la verdulería, y saber bien cuáles son las que mejor soportan este proceso. O tener en cuenta, sin embargo, que siempre quedarán mejor las verduras que se congelan luego de haber sido cocidas o blanqueadas. Siempre es conveniente chequear los tiempos que cada alimento tolera en el freezer, y, sobre todo, no congelar aquellos que no se llevan bien con las bajas temperaturas, o que pierden su textura y sabor al ser descongelados: la papa y la mayonesa son ejemplos de ellos. Un consejo muy valioso es etiquetar o rotular todo lo que congelemos: al momento de hacerlo parece que sí o sí vamos a recordar qué estamos congelando, pero unas semanas después puede que nos venga bien contar con un ayudamemoria.
Fermentar
Los fermentos se están convirtiendo en un gran ícono de la alimentación contemporánea. Estos preparados contienen probióticos que pueden contribuir, según el tipo de organismo que tengamos, a mejorar el funcionamiento intestinal, entre otras ventajas. Siempre lo ideal es consultar a un médico clínico o gastroenterólogo antes de embarcarnos en su consumo regular. Igualmente, muchos fermentos son un alimento típico de la dieta de las personas desde hace cientos y miles de años: el yogur, el chucrut, los pickles y otros encurtidos... El principio básico es el de generar un medio donde el alimento fresco pueda subsistir durante mucho más tiempo. Para avanzar un poco más en la técnica, se puede investigar sobre el miso, una pasta de soja fermentada espectacular para saborizar sopas y guisos. Otro ítem muy utilizado son las bebidas probióticas, como el kéfir o la kombucha.
Conservar a baño maría
Prácticamente cualquier alimento, fresco o preparado que queramos conservar por un tiempo puede envasarse en un tarro cerrado herméticamente mediante una pasteurización casera, como suele utilizarse en los procesos de envasado de mermeladas o dulces caseros: se sumerge el frasco en agua hirviendo, para eliminar las posibles bacterias que pueda contener.
Realizar mermeladas o conservas
De un modo muy tradicional, si compramos alguna fruta o verdura que esté de estación o en promociones, podemos aprovecharla y hacer que rinda más si la convertimos en una mermelada, jalea o conserva. Conserva en almíbar (para quinotos, membrillos, zapallos…), mermelada (para naranja, manzana, limón… ¡o tomate!) o jalea (para ciruelas), todas siguen un proceso similar, fácil de hacer, y que requiere muy pocos ingredientes. ¡Anímense!