El banano (musa paradisiaca) fue traído al país por Fray Tomás de Berlanga desde las Islas Caimán alrededor del año 1860 y se cultivó comercialmente en Costa Rica a raíz de la necesidad de generar carga continua para el Ferrocarril al Atlántico, ya que el café al ser estacional no generaba suficiente uso para el tren. La primera exportación fue de 360 racimos dirigida a Nueva York, Estados Unidos.
El cultivo para fines comerciales se inició en 1872, en el Valle de Zent (Limón) con semillas traídas por Minor Keith de Panamá, de la variedad “Gros Michel”, conocido hoy día como banano criollo. Mediante contrato Keith obtuvo la explotación del ferrocarril por 99 años y la concesión de 333.333 hectáreas de tierra habilitadas por éste. Esto permitió iniciar exportaciones con alguna regularidad a partir de 1879, a Estados Unidos.1
El 30 de marzo de 1899 se funda en Estados Unidos la United Fruit Co. que compró otras compañías en América Central y el Caribe, incluyendo las propiedades de Keith, quien se convirtió en el primer vicepresidente de esta compañía. Gracias a concesiones de tierra, ferrocarriles, muelles y exención de impuestos United Fruit Co. creció en gran escala internacional a merced de los privilegios del monopolio y de los favores de los gobiernos. La United consigue su máximo poder a finales de la década de 1920; en ese momento esta compañía era en varios países de Centro América “un Estado dentro de otro Estado”. Las repúblicas centroamericanas fueron y aún son algunas veces conocidas con el término despectivo de “Banana Republic” haciendo referencia del dominio que United tenía sobre esos gobiernos.2
A inicio de 1928 la mayor parte de las plantaciones de banano fueron seriamente afectadas por el Mal de Panamá y la Sigatoka, lo que provocó que la United abandonara la actividad en la zona, el abandono total de operaciones en la zona de Turrialba y Jiménez ocurrió al inicio de 1935.
Ya antes, la Compañía Bananera de Costa Rica logró un acuerdo comercial con el gobierno de González Flores de crear un enclave en las tierras del sur, las autoridades no tenían permiso de ingresar a sus fincas, era una prohibición. A través de este convenio se explotaría por 100 años las llanuras de Parrita, Palmar, Piedras Blancas; Coto y Laurel a través de un monocultivo como el oro verde banano.3
Entre el 4 de agosto y el 10 de setiembre de 1934, se lleva a cabo la huelga bananera más importante de la historia de Costa Rica hasta ese momento y por muchas décadas, un conflicto cuyas raíces alcanzan más de cinco décadas. Las causas son múltiples pero un papel de singular importancia, es el que juegan las identidades colectivas que se forjan al calor primero de la construcción de la vía férrea que comunica San José con la zona atlántica y luego por las luchas reivindicativas de los trabajadores y fortalecimiento del sindicalismo nacional que luego tuvo una importante participación en la visión laboral de todo el país, llegando a ser determinante en la reforma a la Constitución Política con las Garantías Sociales, la Caja Costarricense del Seguro Social y otras leyes y reglamentos que han configurado la vida social, política y económica de la Costa Rica actual. Aspectos que han contribuido a la calificación mundial de país igualitario, democrático, con altos niveles de salud, educación y respeto a los derechos humanos.
En 1984 se decretó la salida oficial de la transnacional bananera y mucho de musa paradisiaca fue destruida por la “sigatoka negra”, pero la exportación ha continuado por productores nacionales.
En estas luchas sociales destacaron figuras míticas de la cultura tica como Isaías Marchena, Carlos Luis Fallas, Manuel Mora, Monseñor Víctor Sanabria, entre otros. Sus obras han tenido trascendencia internacional entre ellas los afamados libros de “Calufa” relatando avatares de la “zona” traducidos a más de 10 idiomas y usados como libros de texto en universidades y colegios de muchos países.
La “zona” vino a ser la piedra en el zapato que obligó a sacudir el andar de un país que vio con asombro y perplejidad como el cáncer del liberalismo económico salvaje se instaló en sus entrañas como si fuera una república autónoma, dañando sin escrúpulos la ecología, gente y cultura. De alguna manera fue un referente antitético de los ideales y valores culturales heredados de los ancestros y primeros colonos, una forma de entenderse por antítesis.
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El banano (musa paradisiaca) fue traído al país por Fray Tomás de Berlanga desde las Islas Caimán alrededor del año 1860 y se cultivó comercialmente en Costa Rica a raíz de la necesidad de generar carga continua para el Ferrocarril al Atlántico, ya que el café al ser estacional no generaba suficiente uso para el tren. La primera exportación fue de 360 racimos dirigida a Nueva York, Estados Unidos.
El cultivo para fines comerciales se inició en 1872, en el Valle de Zent (Limón) con semillas traídas por Minor Keith de Panamá, de la variedad “Gros Michel”, conocido hoy día como banano criollo. Mediante contrato Keith obtuvo la explotación del ferrocarril por 99 años y la concesión de 333.333 hectáreas de tierra habilitadas por éste. Esto permitió iniciar exportaciones con alguna regularidad a partir de 1879, a Estados Unidos.1
El 30 de marzo de 1899 se funda en Estados Unidos la United Fruit Co. que compró otras compañías en América Central y el Caribe, incluyendo las propiedades de Keith, quien se convirtió en el primer vicepresidente de esta compañía. Gracias a concesiones de tierra, ferrocarriles, muelles y exención de impuestos United Fruit Co. creció en gran escala internacional a merced de los privilegios del monopolio y de los favores de los gobiernos. La United consigue su máximo poder a finales de la década de 1920; en ese momento esta compañía era en varios países de Centro América “un Estado dentro de otro Estado”. Las repúblicas centroamericanas fueron y aún son algunas veces conocidas con el término despectivo de “Banana Republic” haciendo referencia del dominio que United tenía sobre esos gobiernos.2
A inicio de 1928 la mayor parte de las plantaciones de banano fueron seriamente afectadas por el Mal de Panamá y la Sigatoka, lo que provocó que la United abandonara la actividad en la zona, el abandono total de operaciones en la zona de Turrialba y Jiménez ocurrió al inicio de 1935.
Ya antes, la Compañía Bananera de Costa Rica logró un acuerdo comercial con el gobierno de González Flores de crear un enclave en las tierras del sur, las autoridades no tenían permiso de ingresar a sus fincas, era una prohibición. A través de este convenio se explotaría por 100 años las llanuras de Parrita, Palmar, Piedras Blancas; Coto y Laurel a través de un monocultivo como el oro verde banano.3
Entre el 4 de agosto y el 10 de setiembre de 1934, se lleva a cabo la huelga bananera más importante de la historia de Costa Rica hasta ese momento y por muchas décadas, un conflicto cuyas raíces alcanzan más de cinco décadas. Las causas son múltiples pero un papel de singular importancia, es el que juegan las identidades colectivas que se forjan al calor primero de la construcción de la vía férrea que comunica San José con la zona atlántica y luego por las luchas reivindicativas de los trabajadores y fortalecimiento del sindicalismo nacional que luego tuvo una importante participación en la visión laboral de todo el país, llegando a ser determinante en la reforma a la Constitución Política con las Garantías Sociales, la Caja Costarricense del Seguro Social y otras leyes y reglamentos que han configurado la vida social, política y económica de la Costa Rica actual. Aspectos que han contribuido a la calificación mundial de país igualitario, democrático, con altos niveles de salud, educación y respeto a los derechos humanos.
En 1984 se decretó la salida oficial de la transnacional bananera y mucho de musa paradisiaca fue destruida por la “sigatoka negra”, pero la exportación ha continuado por productores nacionales.
En estas luchas sociales destacaron figuras míticas de la cultura tica como Isaías Marchena, Carlos Luis Fallas, Manuel Mora, Monseñor Víctor Sanabria, entre otros. Sus obras han tenido trascendencia internacional entre ellas los afamados libros de “Calufa” relatando avatares de la “zona” traducidos a más de 10 idiomas y usados como libros de texto en universidades y colegios de muchos países.
La “zona” vino a ser la piedra en el zapato que obligó a sacudir el andar de un país que vio con asombro y perplejidad como el cáncer del liberalismo económico salvaje se instaló en sus entrañas como si fuera una república autónoma, dañando sin escrúpulos la ecología, gente y cultura. De alguna manera fue un referente antitético de los ideales y valores culturales heredados de los ancestros y primeros colonos, una forma de entenderse por antítesis.
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corona plis y espero que te ayude