El cooperativismo colombiano surge en los años 30, en el marco de la crisis económica. Lentamente ha avanzado, obteniendo mayores apoyos en el ámbito gubernamental y legislativo.
Connotadas mujeres han apoyado el movimiento cooperativista, en la legislatura, en el campo de la educación, creando algunas cooperativas. Sin embargo, sólo en la década de los 70 comienza a notarse un mayor interés de mujeres por asociarse, y en los años 80 su incorporación es un hecho notorio. Un estudio reciente revela que en 1987, en una muestra de 103 cooperativas, las mujeres constituían el 42,1% de los socios, aun cuando sólo alcanzaban un 32% en los Consejos Administrativos y la gerencia femenina llegaba únicamente al 29,7%. Su mayor participación se daba en las cooperativas de más de 200 socios y eran gerentes en las cooperativas de 100 a 200 socios.
No obstante, en 1989 y 1990, la gerencia femenina a nivel nacional alcanzó escasamente al 12,4% y 14,7% respectivamente. Al mismo tiempo, las cooperativas de mujeres eran sólo el 1,5% del total nacional, teniendo grandes dificultades para su desarrollo y consolidación.
Organizaciones barriales
Juntas de Acción Comunal
El gobierno de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) creó, hace más de treinta años, las Juntas de Acción Comunal como un instrumento para el desarrollo de la comunidad mediante la participación solidaria de los sectores populares. Sin embargo, rápidamente fueron integradas a los sistemas de instrumentalización de la clase política de los partidos tradicionales. En este contexto, las organizaciones comunales ocuparon el papel de "agentes" barriales de los "jefes" políticos. Su influencia positiva ha sido la construcción del hábitat popular y la elevación de sus niveles de vida por sobre la extrema pobreza, sin traducir efectivamente una mayor participación popular.
En este proceso de democratización, la incorporación femenina encuentra barreras importantes por sus limitaciones en educación, ingresos, disponibilidad de tiempo e independencia personal. En las directivas de las Juntas de Acción Comunal de Bogotá ésta fue, en 1987-1988, de un 20,6%, siendo mayoría las mujeres en el cargo de Secretario (54%) y ejerciendo sólo un 10,9% en las presidencias.
Otras organizaciones barriales
El Estado colombiano ha promovido también otras organizaciones comunitarias a través de programas de desarrollo social. Es el caso de los Comités de Participación Comunitaria, las Asociaciones de Padres de Familia de los Hogares de Bienestar Familiar, el Programa Nacional de Rehabilitación (PNR),y el Programa de Educación Familiar para el Desarrollo Infantil (PEDAFI), que entrega educación a grupos familiares conformados por padres, vecinos y jóvenes.Las mujeres se han involucrado activamente en todos los programas y proyectos que signifiquen mejoramiento de las condiciones de vida de su familia.
Además es pertinente señalar que existe en el país una larga tradición de formas de organización comunitaria, donde la participación de las mujeres ha sido siempre significativa. De hecho, ha constituido una práctica permanente de indígenas y campesinas que han tenido en su momento diferentes denominaciones, como "minga", "convite", "mano vuelta" y otros. Las mujeres se incorporan a grupos "alternativos", llamados también "movimientos por la sobrevivencia", particularmente en invasiones o tomas de terreno, paros cívicos, huelgas, brigadas comunitarias para autoconstrucción de viviendas, puestos de salud, escuelas, ollas comunitarias, etc.
Cooperativas
El cooperativismo colombiano surge en los años 30, en el marco de la crisis económica. Lentamente ha avanzado, obteniendo mayores apoyos en el ámbito gubernamental y legislativo.
Connotadas mujeres han apoyado el movimiento cooperativista, en la legislatura, en el campo de la educación, creando algunas cooperativas. Sin embargo, sólo en la década de los 70 comienza a notarse un mayor interés de mujeres por asociarse, y en los años 80 su incorporación es un hecho notorio. Un estudio reciente revela que en 1987, en una muestra de 103 cooperativas, las mujeres constituían el 42,1% de los socios, aun cuando sólo alcanzaban un 32% en los Consejos Administrativos y la gerencia femenina llegaba únicamente al 29,7%. Su mayor participación se daba en las cooperativas de más de 200 socios y eran gerentes en las cooperativas de 100 a 200 socios.
No obstante, en 1989 y 1990, la gerencia femenina a nivel nacional alcanzó escasamente al 12,4% y 14,7% respectivamente. Al mismo tiempo, las cooperativas de mujeres eran sólo el 1,5% del total nacional, teniendo grandes dificultades para su desarrollo y consolidación.
Organizaciones barriales
Juntas de Acción Comunal
El gobierno de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) creó, hace más de treinta años, las Juntas de Acción Comunal como un instrumento para el desarrollo de la comunidad mediante la participación solidaria de los sectores populares. Sin embargo, rápidamente fueron integradas a los sistemas de instrumentalización de la clase política de los partidos tradicionales. En este contexto, las organizaciones comunales ocuparon el papel de "agentes" barriales de los "jefes" políticos. Su influencia positiva ha sido la construcción del hábitat popular y la elevación de sus niveles de vida por sobre la extrema pobreza, sin traducir efectivamente una mayor participación popular.
En este proceso de democratización, la incorporación femenina encuentra barreras importantes por sus limitaciones en educación, ingresos, disponibilidad de tiempo e independencia personal. En las directivas de las Juntas de Acción Comunal de Bogotá ésta fue, en 1987-1988, de un 20,6%, siendo mayoría las mujeres en el cargo de Secretario (54%) y ejerciendo sólo un 10,9% en las presidencias.
Otras organizaciones barriales
El Estado colombiano ha promovido también otras organizaciones comunitarias a través de programas de desarrollo social. Es el caso de los Comités de Participación Comunitaria, las Asociaciones de Padres de Familia de los Hogares de Bienestar Familiar, el Programa Nacional de Rehabilitación (PNR),y el Programa de Educación Familiar para el Desarrollo Infantil (PEDAFI), que entrega educación a grupos familiares conformados por padres, vecinos y jóvenes.Las mujeres se han involucrado activamente en todos los programas y proyectos que signifiquen mejoramiento de las condiciones de vida de su familia.
Además es pertinente señalar que existe en el país una larga tradición de formas de organización comunitaria, donde la participación de las mujeres ha sido siempre significativa. De hecho, ha constituido una práctica permanente de indígenas y campesinas que han tenido en su momento diferentes denominaciones, como "minga", "convite", "mano vuelta" y otros. Las mujeres se incorporan a grupos "alternativos", llamados también "movimientos por la sobrevivencia", particularmente en invasiones o tomas de terreno, paros cívicos, huelgas, brigadas comunitarias para autoconstrucción de viviendas, puestos de salud, escuelas, ollas comunitarias, etc.