Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento, la Iglesia, las lonjas y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.
El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento, la Iglesia, las lonjas y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.
El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.
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