Independientemente de los beneficios a nivel regional, cabe destacar algunos aspectos que hacen a ambas naciones en su conjunto y que reflejarán también ventajas positivas de los proyectos.
En primer lugar, las obras aconsejadas implican el desarrollo de aprovechamientos hidroeléctricos, los que constituyen un sistema tecnológicamente apto para la generación de energía eléctrica, en base a la utilización de un recurso renovable.
Tanto en el NOA como en el Departamento de Tarija, o sur de Bolivia, la incidencia de la generación térmica es muy elevada. Ninguno de los dos países posee abundantes recursos de petróleo expresados en reservas cubicadas. La utilización de los combustibles fósiles no renovables debería dirigirse hacia otros usos prioritarios que no presentan alternativas técnicas comparables, como ser: industrialización petroquímica, movimiento del parque automotor, mecanización del agro, transporte marítimo y terrestre, etc.
Los indicios de crisis en el abastecimiento de petróleo a nivel mundial van señalando adecuadamente que la restricción en el uso de estos fósiles está ya próxima a un futuro cercano. En consecuencia, el abastecimiento de energía eléctrica debería dirigirse, preferentemente, dentro de los márgenes de la factibilidad económica, hacia los aprovechamientos hídricos que ofrezcan, además del uso de recursos renovables, otras ventajas tales como:
a) flexibilidad de generación, apta para la rápida entrada en servicio y adaptación de la demanda;
b) confiabilidad de prestación del bien;
c) incidencia mínima en la contaminación ambiental y en la ecología regional, fuertemente afectada por otros tipos de generación;
d) tecnología tal que la haga nacional e independiente para su operación y explotación, y que escape a todo condicionamiento del sector externo.
Expresado ahora desde el punto de vista de Argentina, el plan propuesto de aprovechamientos hídricos, si bien no controla por sí mismo la erosión hídrica, detiene el transporte de sedimentos por decantación en los embalses a crearse, facilitando la navegación en los canales fluviales e introduciendo importantes economías en el presupuesto nacional, en base a la reducción de las operaciones de dragado.
Asimismo, el autoabastecimiento regional en productos de consumo popular como carne y leche posibilitará la liberación para la exportación de una cantidad equivalente a la producción de la pampa húmeda que ahora se desvía para la región. El mayor ingreso de divisas resultante de esta liberación se estima en US$ 60 millones anuales para el año 2000.
Desde el punto de vista de Bolivia, la implantación de las centrales hidroeléctricas del sistema Tarija - Bermejo, que cubre con gran holgura las demandas departamentales de Tarija, permitirá su transformación hacia otros centros de carga por medio de sistemas de interconexión o la venta de energía a Argentina. En este caso podrá convertirse en un fuerte exportador de energía.
Una estimación de los ingresos anuales que devengarían la venta de energía al exterior, una vez satisfecha la demanda interna departamental, los fijaría en la suma aproximada de US$ 9,5 millones por año, correspondiente a 1000 GWh anuales.
Independientemente de los beneficios a nivel regional, cabe destacar algunos aspectos que hacen a ambas naciones en su conjunto y que reflejarán también ventajas positivas de los proyectos.
En primer lugar, las obras aconsejadas implican el desarrollo de aprovechamientos hidroeléctricos, los que constituyen un sistema tecnológicamente apto para la generación de energía eléctrica, en base a la utilización de un recurso renovable.
Tanto en el NOA como en el Departamento de Tarija, o sur de Bolivia, la incidencia de la generación térmica es muy elevada. Ninguno de los dos países posee abundantes recursos de petróleo expresados en reservas cubicadas. La utilización de los combustibles fósiles no renovables debería dirigirse hacia otros usos prioritarios que no presentan alternativas técnicas comparables, como ser: industrialización petroquímica, movimiento del parque automotor, mecanización del agro, transporte marítimo y terrestre, etc.
Los indicios de crisis en el abastecimiento de petróleo a nivel mundial van señalando adecuadamente que la restricción en el uso de estos fósiles está ya próxima a un futuro cercano. En consecuencia, el abastecimiento de energía eléctrica debería dirigirse, preferentemente, dentro de los márgenes de la factibilidad económica, hacia los aprovechamientos hídricos que ofrezcan, además del uso de recursos renovables, otras ventajas tales como:
a) flexibilidad de generación, apta para la rápida entrada en servicio y adaptación de la demanda;
b) confiabilidad de prestación del bien;
c) incidencia mínima en la contaminación ambiental y en la ecología regional, fuertemente afectada por otros tipos de generación;
d) tecnología tal que la haga nacional e independiente para su operación y explotación, y que escape a todo condicionamiento del sector externo.
Expresado ahora desde el punto de vista de Argentina, el plan propuesto de aprovechamientos hídricos, si bien no controla por sí mismo la erosión hídrica, detiene el transporte de sedimentos por decantación en los embalses a crearse, facilitando la navegación en los canales fluviales e introduciendo importantes economías en el presupuesto nacional, en base a la reducción de las operaciones de dragado.
Asimismo, el autoabastecimiento regional en productos de consumo popular como carne y leche posibilitará la liberación para la exportación de una cantidad equivalente a la producción de la pampa húmeda que ahora se desvía para la región. El mayor ingreso de divisas resultante de esta liberación se estima en US$ 60 millones anuales para el año 2000.
Desde el punto de vista de Bolivia, la implantación de las centrales hidroeléctricas del sistema Tarija - Bermejo, que cubre con gran holgura las demandas departamentales de Tarija, permitirá su transformación hacia otros centros de carga por medio de sistemas de interconexión o la venta de energía a Argentina. En este caso podrá convertirse en un fuerte exportador de energía.
Una estimación de los ingresos anuales que devengarían la venta de energía al exterior, una vez satisfecha la demanda interna departamental, los fijaría en la suma aproximada de US$ 9,5 millones por año, correspondiente a 1000 GWh anuales.