Como se conservaban antiguamente la flora y la fauna ?
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Especialistas mundiales en la conservación de aves rapaces participan la próxima semana, del 10 al 14 de noviembre, en el curso La conservación de las rapaces en el mundo en el tercer milenio: nuevos enfoques y viejos paradigmas, que organiza la Sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en Baeza (Jaén), en colaboración con la Fundación Migres, que tiene por objeto poner en valor el fenómeno migratorio en el Estrecho de Gibraltar, así como desarrollar y fomentar actividades orientadas al desarrollo sostenible.
El curso está dirigido por Agustín Madero Montero, técnico de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y director del Plan Andaluz del Águila Imperial.
Reparar el daño A lo largo de este curso, los especialistas verán cuáles han sido los errores más frecuentes que se han cometido en la conservación de las rapaces en el mundo; las ideas preconcebidas que no ayudan a estas especies; proyectos pioneros en la conservación de estas especies; el motor para el desarrollo que ha supuesto en algunos lugares del mundo; las acciones acertadas, y, cómo no, se hará un repaso por los proyectos más singulares que se están llevando en Andalucía para la conservación de este grupo de especies.
Agustín Madero señala que está bastante extendida en España la idea que asocia la conservación de las rapaces con la protección de los espacios, los ecosistemas prístinos y la ausencia de intervención humana. “Estas concepciones tienen su base en una percepción de la realidad y del funcionamiento de los ecosistemas erróneas y preconcebidas, muy propias de últimos del siglo XIX y primeros del XX, que enfrenta el uso de la Naturaleza y Protección, preservación a destrucción, caza a conservación de especies, hombre frente a Naturaleza, etcétera”.
Ello lleva, en este caso, a concentrar los esfuerzos de conservación de las rapaces, protegiendo las áreas de cría, limitando los usos tradicionales, prohibiendo la caza y otros aprovechamientos tradicionales, lo que inevitablemente nos enfrenta con los propietarios o con los habitantes locales.
Asimismo, añade que, a su vez, se olvidan los Espacios Naturales no protegidos y lo que ocurre en toda la trama del territorio, “y a considerar que la intervención del hombre en los procesos naturales (por supuesto en la cría de las rapaces) es una herejía, pues la Naturaleza es “sabia” y no hace falta que los hombres intervengamos “desnaturalizando” los procesos y, ya que nuestra intervención es continuamente perversa, para conservar las rapaces tenemos que tender a gestionar el territorio para convertirlo en bosques climax y en ausencia de la presencia e intervención humana!”.
Todo esto – insiste- es un planteamiento muy arraigado en ambientes conservacionistas, “incluyendo los educativos, los administrativos y responsables de gestionar recursos naturales. Sin embargo no se corresponde con la realidad”.
Hoy día las experiencias de conservación de rapaces en el mundo “nos dicen que se pueden obtener buenos resultados en la conservación de estas especies si somos capaces de hacer una investigación aplicada a la conservación de las rapaces, tomar las medidas adecuadas y comprender el papel que el hombre puede tener en la conservación de las mismas”.
El curso está dirigido por Agustín Madero Montero, técnico de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y director del Plan Andaluz del Águila Imperial.
Reparar el daño
A lo largo de este curso, los especialistas verán cuáles han sido los errores más frecuentes que se han cometido en la conservación de las rapaces en el mundo; las ideas preconcebidas que no ayudan a estas especies; proyectos pioneros en la conservación de estas especies; el motor para el desarrollo que ha supuesto en algunos lugares del mundo; las acciones acertadas, y, cómo no, se hará un repaso por los proyectos más singulares que se están llevando en Andalucía para la conservación de este grupo de especies.
Agustín Madero señala que está bastante extendida en España la idea que asocia la conservación de las rapaces con la protección de los espacios, los ecosistemas prístinos y la ausencia de intervención humana. “Estas concepciones tienen su base en una percepción de la realidad y del funcionamiento de los ecosistemas erróneas y preconcebidas, muy propias de últimos del siglo XIX y primeros del XX, que enfrenta el uso de la Naturaleza y Protección, preservación a destrucción, caza a conservación de especies, hombre frente a Naturaleza, etcétera”.
Ello lleva, en este caso, a concentrar los esfuerzos de conservación de las rapaces, protegiendo las áreas de cría, limitando los usos tradicionales, prohibiendo la caza y otros aprovechamientos tradicionales, lo que inevitablemente nos enfrenta con los propietarios o con los habitantes locales.
Asimismo, añade que, a su vez, se olvidan los Espacios Naturales no protegidos y lo que ocurre en toda la trama del territorio, “y a considerar que la intervención del hombre en los procesos naturales (por supuesto en la cría de las rapaces) es una herejía, pues la Naturaleza es “sabia” y no hace falta que los hombres intervengamos “desnaturalizando” los procesos y, ya que nuestra intervención es continuamente perversa, para conservar las rapaces tenemos que tender a gestionar el territorio para convertirlo en bosques climax y en ausencia de la presencia e intervención humana!”.
Todo esto – insiste- es un planteamiento muy arraigado en ambientes conservacionistas, “incluyendo los educativos, los administrativos y responsables de gestionar recursos naturales. Sin embargo no se corresponde con la realidad”.
Hoy día las experiencias de conservación de rapaces en el mundo “nos dicen que se pueden obtener buenos resultados en la conservación de estas especies si somos capaces de hacer una investigación aplicada a la conservación de las rapaces, tomar las medidas adecuadas y comprender el papel que el hombre puede tener en la conservación de las mismas”.