El signo lingüístico es, según Saussure, una entidad psíquica de dos caras; es la unión de un concepto y de una imagen acústica. «Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente». (Saussure, 1916 ed. 1971: 129). El signo lingüístico, así concebido, puede representarse del siguiente modo:
El signo lingüístico
Para evitar la ambigüedad terminológica en el uso corriente, que entiende por signo sólo la imagen acústica y olvida el concepto, Saussure propone conservar la palabra signo para designar al conjunto, y reemplazar concepto e imagen acústica, respectivamente, por significado y significante.
El signo lingüístico es, pues, la unión de dos caras: significado y significante.
El signo lingüístico
Estos dos planos son denominados por Hjelmslev: contenido o aspecto conceptual y expresión o plano significante, respectivamente.
El signo gestual que utiliza el sordo, como signo de un lenguaje humano, entendido como la facultad y actividad humana de comunicarse mediante el uso de un sistema de signos, es también una combinación de dos planos: el significante o expresión quinésica-visual, al que se une el significado o representación de algo distinto de él mismo.
Como cualquier sistema semiológico, el lenguaje de signos gestuales se distingue por unos caracteres, como son (Benveniste, 1977: 55):
- el modo de operación, que es la manera como el sistema actúa, especialmente el sentido -vista, oído, etc.- al que se dirige.
- el campo de validez o espacio con el que se usa, se aplica y se entiende.
- La naturaleza y el número de los signos que lo constituyen.
- El tipo de funcionamiento o relaciones por las que se combinan los signos y rasgos por los que se distinguen.
Como dice E. Benveniste: «los dos primeros caracteres, relativos al modo de operación y al dominio de validez, suministran las condiciones externas, empíricas del sistema; los últimos, relativos a los signos y a su tipo de funcionamiento, indican las condiciones internas, semióticas» (ibídem).
El rasgo fundamental del lenguaje de signos gestuales, por la repercusión que tiene, como veremos, sobre las «condiciones internas» del sistema, es su modo operativo eminentemente visual, se dirige únicamente al sentido de la vista, excepto en los casos aislados de sordos-ciegos en que puede adoptar la forma visuo-táctil.
Se trata, pues, de un sistema de signos visuales, cuya percepción requiere un análisis muy diferente del que se establece cuando se considera un sistema de signos auditivos.
R. Jakobson en un excelente ensayo sobre la relación entre signos visuales y auditivos pone de relieve la tendencia universal que tenemos «a cosificar los signos visuales, a ligarlos con objetos, a atribuir una mimesis a tales signos y considerarlos como elementos de un arte imitativo»
Respuesta:El signo lingüístico gestual
El signo lingüístico es, según Saussure, una entidad psíquica de dos caras; es la unión de un concepto y de una imagen acústica. «Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente». (Saussure, 1916 ed. 1971: 129). El signo lingüístico, así concebido, puede representarse del siguiente modo:
El signo lingüístico
Para evitar la ambigüedad terminológica en el uso corriente, que entiende por signo sólo la imagen acústica y olvida el concepto, Saussure propone conservar la palabra signo para designar al conjunto, y reemplazar concepto e imagen acústica, respectivamente, por significado y significante.
El signo lingüístico es, pues, la unión de dos caras: significado y significante.
El signo lingüístico
Estos dos planos son denominados por Hjelmslev: contenido o aspecto conceptual y expresión o plano significante, respectivamente.
El signo gestual que utiliza el sordo, como signo de un lenguaje humano, entendido como la facultad y actividad humana de comunicarse mediante el uso de un sistema de signos, es también una combinación de dos planos: el significante o expresión quinésica-visual, al que se une el significado o representación de algo distinto de él mismo.
Como cualquier sistema semiológico, el lenguaje de signos gestuales se distingue por unos caracteres, como son (Benveniste, 1977: 55):
- el modo de operación, que es la manera como el sistema actúa, especialmente el sentido -vista, oído, etc.- al que se dirige.
- el campo de validez o espacio con el que se usa, se aplica y se entiende.
- La naturaleza y el número de los signos que lo constituyen.
- El tipo de funcionamiento o relaciones por las que se combinan los signos y rasgos por los que se distinguen.
Como dice E. Benveniste: «los dos primeros caracteres, relativos al modo de operación y al dominio de validez, suministran las condiciones externas, empíricas del sistema; los últimos, relativos a los signos y a su tipo de funcionamiento, indican las condiciones internas, semióticas» (ibídem).
El rasgo fundamental del lenguaje de signos gestuales, por la repercusión que tiene, como veremos, sobre las «condiciones internas» del sistema, es su modo operativo eminentemente visual, se dirige únicamente al sentido de la vista, excepto en los casos aislados de sordos-ciegos en que puede adoptar la forma visuo-táctil.
Se trata, pues, de un sistema de signos visuales, cuya percepción requiere un análisis muy diferente del que se establece cuando se considera un sistema de signos auditivos.
R. Jakobson en un excelente ensayo sobre la relación entre signos visuales y auditivos pone de relieve la tendencia universal que tenemos «a cosificar los signos visuales, a ligarlos con objetos, a atribuir una mimesis a tales signos y considerarlos como elementos de un arte imitativo»
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