Existe mucha confusión con relación al tema de cuánto vale el patrimonio de una persona. Algunos creen que solamente quienes poseen bienes inmuebles (llámese casa, departamento, etc.) tienen un patrimonio; otros creen que el patrimonio es solamente la suma del valor de aquellas cosas que tenemos y que podemos vender por un precio determinado. Finalmente, lo que importa es que el cálculo que hagamos del patrimonio de una persona o una familia sea un reflejo claro de cuál es el valor de su propiedad neta, descontando toda deuda u obligación que pudiera existir.
Partiendo del Balance General, estado financiero que usan las empresas para determinar el valor de su patrimonio, podemos arrancar con el ejercicio de calcular el valor de las propiedades de una persona. La información a considerar es la misma, aunque seguramente será bastante más sencillo que cuando lo hacemos para una empresa.
Un primer punto relevante es saber que el Patrimonio Neto (llamaremos así al documento que replica el Balance General de las empresas) se prepara a una determinada fecha y refleja el valor de los bienes y de las deudas a esa fecha. Es decir, es un documento estático, como tomarle una foto al valor de lo que tenemos y debemos en un determinado momento del tiempo.
Lo primero a registrar es qué tenemos. Esto es lo que las empresas llaman “activo” y hace referencia a todo tipo de propiedad con algún valor económico que nos pertenezca. Y para simplificar la tarea, separaremos el “activo de corto plazo” del “activo de largo plazo”. El primero de ellos es cualquier propiedad líquida o rápidamente convertible en efectivo que tengamos. Aquí sumamos entonces nuestra cuenta de pago de haberes, cuentas de ahorros, fondos mutuos, acciones y otros valores similares. El segundo hace referencia a todos los bienes que tengamos y que no podamos convertir rápidamente en dinero. Usualmente se registra en este espacio el valor de mercado actual de los vehículos, casas o terrenos que sean de nuestra propiedad, por ejemplo. También hay cuentas que se pueden registrar en esta sección, como la porción intangible de la CTS (Compensación por Tiempo de Servicios) o el saldo de la cuenta de jubilación en la AFP.
Y aquí nos encontramos con uno de los obstáculos para la realización correcta del ejercicio. Algunos argumentan que la suma de todos los activos equivale al patrimonio. Esto puede ser cierto en el caso de una persona que no tiene deudas de ningún tipo. Sin embargo, para aquellas personas que tienen algún tipo de deuda, no es el caso. A continuación, se debe repetir el mismo ejercicio, pero esta vez sumando las deudas.
Al igual que con los activos, los “pasivos” o deudas deben de registrarse una por una de acuerdo al saldo adeudado a la fecha del análisis. En este caso, registraremos todas las deudas juntas, dado que la división entre aquellas de corto y largo plazo no es tan evidente como en el caso de los activos. Resulta especialmente importante no olvidar ninguna deuda a la hora de registrarlas. Todo, desde tarjetas de crédito hasta créditos hipotecarios, créditos de consumo, deudas por servicios (luz, agua, etc.) y cualquier otro tipo de compromiso previamente asumido y sobre el cual existan pagos pendientes debería de estar registrado aquí.
Esta parte resulta vital dado que muchas veces tenemos alguna propiedad que estamos pagando y que, en la práctica, no es del todo nuestra. Si, por ejemplo, hemos comprado un departamento usando un crédito hipotecario para financiarlo, solamente la diferencia entre lo que vale el departamento y lo que nos queda como saldo del crédito debería de considerarse como patrimonio. Entonces, si el departamento costó S/.100,000 y tenemos ese valor en el lado de activos, el monto que debamos por el crédito debería de restarse para determinar cuántos de esos S/.100,000 son en estricto propiedad nuestra. Si tenemos una deuda por S/.85,000 por ese departamento, la porción de esa propiedad que nos pertenece sale de restar los S/.100,000 menos esos S/.85,000, es decir, S/.15,000. ¿Por qué hacemos este neteo? Porque si mañana vendemos ese departamento en el precio original, es evidente que no vamos a registrar un ingreso de S/.100,000 en nuestra cuenta bancaria, sino que vamos a tener que cancelar el crédito y nos quedaremos sólo con la diferencia.
Este mismo ejercicio es el que haremos una vez sumados todos los activos y todas las deudas. Nuestro patrimonio va a ser el resultado de este cálculo sencillo. Y el número que obtengamos luego de restar activos menos pasivos será el valor final real de nuestro patrimonio.
Al igual que una empresa, lo recomendable es hacer el ejercicio cada cierto tiempo para revisar que nuestro patrimonio va por el camino correcto (idealmente creciendo en valor) y que hay cierta evolución. De esta forma, podemos empezar a tomar decisiones para que el valor de nuestro patrimonio vaya en el camino deseado.
Existe mucha confusión con relación al tema de cuánto vale el patrimonio de una persona. Algunos creen que solamente quienes poseen bienes inmuebles (llámese casa, departamento, etc.) tienen un patrimonio; otros creen que el patrimonio es solamente la suma del valor de aquellas cosas que tenemos y que podemos vender por un precio determinado. Finalmente, lo que importa es que el cálculo que hagamos del patrimonio de una persona o una familia sea un reflejo claro de cuál es el valor de su propiedad neta, descontando toda deuda u obligación que pudiera existir.
Partiendo del Balance General, estado financiero que usan las empresas para determinar el valor de su patrimonio, podemos arrancar con el ejercicio de calcular el valor de las propiedades de una persona. La información a considerar es la misma, aunque seguramente será bastante más sencillo que cuando lo hacemos para una empresa.
Un primer punto relevante es saber que el Patrimonio Neto (llamaremos así al documento que replica el Balance General de las empresas) se prepara a una determinada fecha y refleja el valor de los bienes y de las deudas a esa fecha. Es decir, es un documento estático, como tomarle una foto al valor de lo que tenemos y debemos en un determinado momento del tiempo.
Lo primero a registrar es qué tenemos. Esto es lo que las empresas llaman “activo” y hace referencia a todo tipo de propiedad con algún valor económico que nos pertenezca. Y para simplificar la tarea, separaremos el “activo de corto plazo” del “activo de largo plazo”. El primero de ellos es cualquier propiedad líquida o rápidamente convertible en efectivo que tengamos. Aquí sumamos entonces nuestra cuenta de pago de haberes, cuentas de ahorros, fondos mutuos, acciones y otros valores similares. El segundo hace referencia a todos los bienes que tengamos y que no podamos convertir rápidamente en dinero. Usualmente se registra en este espacio el valor de mercado actual de los vehículos, casas o terrenos que sean de nuestra propiedad, por ejemplo. También hay cuentas que se pueden registrar en esta sección, como la porción intangible de la CTS (Compensación por Tiempo de Servicios) o el saldo de la cuenta de jubilación en la AFP.
Y aquí nos encontramos con uno de los obstáculos para la realización correcta del ejercicio. Algunos argumentan que la suma de todos los activos equivale al patrimonio. Esto puede ser cierto en el caso de una persona que no tiene deudas de ningún tipo. Sin embargo, para aquellas personas que tienen algún tipo de deuda, no es el caso. A continuación, se debe repetir el mismo ejercicio, pero esta vez sumando las deudas.
Al igual que con los activos, los “pasivos” o deudas deben de registrarse una por una de acuerdo al saldo adeudado a la fecha del análisis. En este caso, registraremos todas las deudas juntas, dado que la división entre aquellas de corto y largo plazo no es tan evidente como en el caso de los activos. Resulta especialmente importante no olvidar ninguna deuda a la hora de registrarlas. Todo, desde tarjetas de crédito hasta créditos hipotecarios, créditos de consumo, deudas por servicios (luz, agua, etc.) y cualquier otro tipo de compromiso previamente asumido y sobre el cual existan pagos pendientes debería de estar registrado aquí.
Esta parte resulta vital dado que muchas veces tenemos alguna propiedad que estamos pagando y que, en la práctica, no es del todo nuestra. Si, por ejemplo, hemos comprado un departamento usando un crédito hipotecario para financiarlo, solamente la diferencia entre lo que vale el departamento y lo que nos queda como saldo del crédito debería de considerarse como patrimonio. Entonces, si el departamento costó S/.100,000 y tenemos ese valor en el lado de activos, el monto que debamos por el crédito debería de restarse para determinar cuántos de esos S/.100,000 son en estricto propiedad nuestra. Si tenemos una deuda por S/.85,000 por ese departamento, la porción de esa propiedad que nos pertenece sale de restar los S/.100,000 menos esos S/.85,000, es decir, S/.15,000. ¿Por qué hacemos este neteo? Porque si mañana vendemos ese departamento en el precio original, es evidente que no vamos a registrar un ingreso de S/.100,000 en nuestra cuenta bancaria, sino que vamos a tener que cancelar el crédito y nos quedaremos sólo con la diferencia.
Este mismo ejercicio es el que haremos una vez sumados todos los activos y todas las deudas. Nuestro patrimonio va a ser el resultado de este cálculo sencillo. Y el número que obtengamos luego de restar activos menos pasivos será el valor final real de nuestro patrimonio.
Al igual que una empresa, lo recomendable es hacer el ejercicio cada cierto tiempo para revisar que nuestro patrimonio va por el camino correcto (idealmente creciendo en valor) y que hay cierta evolución. De esta forma, podemos empezar a tomar decisiones para que el valor de nuestro patrimonio vaya en el camino deseado.