En primer lugar ¿cómo se comporta el organismo ante el calor? Según apuntan los expertos, la primera reacción es física, es decir, se produce un aumento en el ‘termómetro’ corporal debido a una exposición al sol o estancia en lugares sin ventilación o aire acondicionado. A partir de ahí, comienza un efecto en cascada que deja paso a la pérdida de líquidos, agua y sales, elementos fundamentales para el buen funcionamiento del cuerpo humano. “Entonces empiezan las dificultades para regular la temperatura a través de la sudoración y es cuando comenzamos a notarlo más”, explica la enfermera del Servicio Andaluz de Salud de la Junta de Andalucía, Carmen Cruz.
De este modo, según los especialistas, entre los meses de junio y septiembre, si la exposición al sol es prolongada –superior a 30-60 minutos- puede ocasionar que las personas sufran un golpe de calor o insolación y tengan que visitar el hospital más cercano. “Los síntomas suelen ser, entre otros, sed intensa, sequedad en la boca, sudoración excesiva, mareos, vómitos, calambres o desorientación. Es especialmente acusante con las personas mayores, los enfermos crónicos y los bebés”, advierte Cruz. Y añade: “Para evitarlo se recomienda estar hidratados, no hacer ejercicio físico vigoroso y en el caso de los adultos no tomar bebidas con cafeína y ricas en azúcar”. No obstante, en este tipo de casos, acudir al centro sanitario más cercano se presenta siempre como la mejor solución. “La principal fuente de información, ante cualquier duda, es el profesional de salud y por tanto si en algún momento notamos que podemos sufrir una insolación lo mejor es ir inmediatamente a Urgencias o llamar al teléfono 112”, recalca la experta.
Termómetro ubicado en el centro de Sevilla.
Cuestión de actitud
Insomnio, ansiedad, irritabilidad, cansancio, pereza, susceptibilidad, hastío… Son reacciones psicológicas o comportamentales que los estudios científicos también han asociado con las altas temperaturas. El calor, en definitiva, puede cambiar el carácter de las personas ¿Por qué ocurre esto? Los expertos vuelven a apuntar al propio organismo como principal protagonista: el cuerpo no está acostumbrado y los mecanismos de adaptación del mismo fallan. “Cuando el aumento de la temperatura corporal es brusco o se extiende durante varios días o semanas comienzan a aparecen otros factores relacionados con la forma en que actuamos o convivimos con él”, apunta la experta.
Andalucía es una región propicia a ‘sufrir’ altas temperaturas dada su cercanía al continente africano y las propias características que describen el clima mediterráneo. Por tanto, en mayor o menor medida, el calor siempre aparece durante el verano. El problema, indica Carmen Cruz, es cuando se convierte en el protagonista principal de la rutina cotidiana de las personas y los pensamientos negativos comienzan a afectar al propio organismo: “Mientras más hablamos de él nuestra capacidad de adaptación desciende. Es decir, conversar sobre ello en el trabajo, en casa, publicarlo en las redes sociales –típico termómetro o memes enviados por WhatsApp- o ser incluso el último pensamiento antes de ir a dormir no nos beneficia en absoluto”.
Otro factor importante e igualmente habitual en esta época del año ocurre cuando la temperatura se mantiene alta -más de 20-25 grados- durante la noche y afecta al descanso y posterior estado de ánimo de las personas. “No dormimos lo suficiente y comenzamos la jornada siguiente muy cansados y en ocasiones malhumorados”, detalla.
De esta forma, el talante y el control del propio organismo parecen las claves que los expertos señalan para sobrellevar, de la mejor manera posible, las semanas que aún faltan hasta que las temperaturas desciendan con la llegada del mes septiembre. “Lo primero es tomar precauciones para evitar problemas médicos –insolación- y lo segundo, que también depende de nosotros, es pensar que el calor no va estar aquí para siempre: paciencia y actitud positiva”
En primer lugar ¿cómo se comporta el organismo ante el calor? Según apuntan los expertos, la primera reacción es física, es decir, se produce un aumento en el ‘termómetro’ corporal debido a una exposición al sol o estancia en lugares sin ventilación o aire acondicionado. A partir de ahí, comienza un efecto en cascada que deja paso a la pérdida de líquidos, agua y sales, elementos fundamentales para el buen funcionamiento del cuerpo humano. “Entonces empiezan las dificultades para regular la temperatura a través de la sudoración y es cuando comenzamos a notarlo más”, explica la enfermera del Servicio Andaluz de Salud de la Junta de Andalucía, Carmen Cruz.
De este modo, según los especialistas, entre los meses de junio y septiembre, si la exposición al sol es prolongada –superior a 30-60 minutos- puede ocasionar que las personas sufran un golpe de calor o insolación y tengan que visitar el hospital más cercano. “Los síntomas suelen ser, entre otros, sed intensa, sequedad en la boca, sudoración excesiva, mareos, vómitos, calambres o desorientación. Es especialmente acusante con las personas mayores, los enfermos crónicos y los bebés”, advierte Cruz. Y añade: “Para evitarlo se recomienda estar hidratados, no hacer ejercicio físico vigoroso y en el caso de los adultos no tomar bebidas con cafeína y ricas en azúcar”. No obstante, en este tipo de casos, acudir al centro sanitario más cercano se presenta siempre como la mejor solución. “La principal fuente de información, ante cualquier duda, es el profesional de salud y por tanto si en algún momento notamos que podemos sufrir una insolación lo mejor es ir inmediatamente a Urgencias o llamar al teléfono 112”, recalca la experta.
Termómetro ubicado en el centro de Sevilla.
Cuestión de actitud
Insomnio, ansiedad, irritabilidad, cansancio, pereza, susceptibilidad, hastío… Son reacciones psicológicas o comportamentales que los estudios científicos también han asociado con las altas temperaturas. El calor, en definitiva, puede cambiar el carácter de las personas ¿Por qué ocurre esto? Los expertos vuelven a apuntar al propio organismo como principal protagonista: el cuerpo no está acostumbrado y los mecanismos de adaptación del mismo fallan. “Cuando el aumento de la temperatura corporal es brusco o se extiende durante varios días o semanas comienzan a aparecen otros factores relacionados con la forma en que actuamos o convivimos con él”, apunta la experta.
Andalucía es una región propicia a ‘sufrir’ altas temperaturas dada su cercanía al continente africano y las propias características que describen el clima mediterráneo. Por tanto, en mayor o menor medida, el calor siempre aparece durante el verano. El problema, indica Carmen Cruz, es cuando se convierte en el protagonista principal de la rutina cotidiana de las personas y los pensamientos negativos comienzan a afectar al propio organismo: “Mientras más hablamos de él nuestra capacidad de adaptación desciende. Es decir, conversar sobre ello en el trabajo, en casa, publicarlo en las redes sociales –típico termómetro o memes enviados por WhatsApp- o ser incluso el último pensamiento antes de ir a dormir no nos beneficia en absoluto”.
Otro factor importante e igualmente habitual en esta época del año ocurre cuando la temperatura se mantiene alta -más de 20-25 grados- durante la noche y afecta al descanso y posterior estado de ánimo de las personas. “No dormimos lo suficiente y comenzamos la jornada siguiente muy cansados y en ocasiones malhumorados”, detalla.
De esta forma, el talante y el control del propio organismo parecen las claves que los expertos señalan para sobrellevar, de la mejor manera posible, las semanas que aún faltan hasta que las temperaturas desciendan con la llegada del mes septiembre. “Lo primero es tomar precauciones para evitar problemas médicos –insolación- y lo segundo, que también depende de nosotros, es pensar que el calor no va estar aquí para siempre: paciencia y actitud positiva”