desintegrarse. No vio lo que vino a continuación, guerras por problemas limítrofes que no fueron resueltos por los españoles.
Después de ese dominio comenzaron a llegar otras potencias con intereses diferentes. Entre esos conflictos destaca la Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay) contra Paraguay, entre 1864 y 1870.
En el mismo siglo, se libró la Guerra del Pacífico (1879-1883), conocida también como el conflicto del guano y del salitre. Tres países en conflicto: Bolivia, Perú y Chile. La más perjudicada por esa guerra, que se escenificó en el mar y en el desierto, fue Bolivia porque perdió su soberanía marítima.
En el siglo siguiente la guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a Bolivia con Paraguay. En 1941 y en 1995 se registraron los conflictos Ecuador-Perú.
Cada guerra tiene sus consecuencias nefastas de miseria y dolor, también la pérdida de extensos territorios. Las heridas y los recelos entre los países demoran mucho en cicatrizar. Pero no siempre se pierde territorio en un conflicto bélico, ese es el caso sui géneris de Bolivia con el estado brasileño de Acre.
El legendario Barón de Río Branco, considerado el padre de la diplomacia brasileña, fue el autor de este “acuerdo” que derivó en la pérdida para Bolivia del estado amazónico de Acre. Esos territorios fueron bolivianos como consecuencia de un Tratado firmado en 1867, mediante el cual se garantizaba la neutralidad de La Paz durante la guerra de la Triple Alianza.
Bolivia nunca logró posicionarse por completo en un territorio, que fue ocupado por productores brasileños de caucho e inversores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. En 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis, Brasil se quedó con 142 900 kilómetros cuadrados, más 48 100 km2 que nunca estuvieron en disputa. A Bolivia le dieron 3 000 km2 y una salida al Alto Paraguay, una compensación de dos millones de libras esterlinas y el ofrecimiento de construir el ferrocarril Madeira-Mamoré, que nunca se concretó.
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desintegrarse. No vio lo que vino a continuación, guerras por problemas limítrofes que no fueron resueltos por los españoles.
Después de ese dominio comenzaron a llegar otras potencias con intereses diferentes. Entre esos conflictos destaca la Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay) contra Paraguay, entre 1864 y 1870.
En el mismo siglo, se libró la Guerra del Pacífico (1879-1883), conocida también como el conflicto del guano y del salitre. Tres países en conflicto: Bolivia, Perú y Chile. La más perjudicada por esa guerra, que se escenificó en el mar y en el desierto, fue Bolivia porque perdió su soberanía marítima.
En el siglo siguiente la guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a Bolivia con Paraguay. En 1941 y en 1995 se registraron los conflictos Ecuador-Perú.
Cada guerra tiene sus consecuencias nefastas de miseria y dolor, también la pérdida de extensos territorios. Las heridas y los recelos entre los países demoran mucho en cicatrizar. Pero no siempre se pierde territorio en un conflicto bélico, ese es el caso sui géneris de Bolivia con el estado brasileño de Acre.
El legendario Barón de Río Branco, considerado el padre de la diplomacia brasileña, fue el autor de este “acuerdo” que derivó en la pérdida para Bolivia del estado amazónico de Acre. Esos territorios fueron bolivianos como consecuencia de un Tratado firmado en 1867, mediante el cual se garantizaba la neutralidad de La Paz durante la guerra de la Triple Alianza.
Bolivia nunca logró posicionarse por completo en un territorio, que fue ocupado por productores brasileños de caucho e inversores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. En 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis, Brasil se quedó con 142 900 kilómetros cuadrados, más 48 100 km2 que nunca estuvieron en disputa. A Bolivia le dieron 3 000 km2 y una salida al Alto Paraguay, una compensación de dos millones de libras esterlinas y el ofrecimiento de construir el ferrocarril Madeira-Mamoré, que nunca se concretó.
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