La distinción entre egoísmo y altruismo se utiliza para analizar empírica y analíticamente el comportamiento de los individuos frente a sí mismo y frente a los demás. Siguiendo a Riechmann (La habitación de Pascal), la acción altruista pura sería aquella que beneficia a otros en perjuicio del agente. La acción egoísta pura sería la que, por el contrario, beneficia al agente en perjuicio de otros. Entre estos extremos son identificables otros comportamientos como el actuar en interés propio (beneficio del agente sin perjuicio de otros), la cooperación (beneficio del agente y de otros) o la cortesía (sin perjuicio para el agente con beneficio a otros).
Desde el punto de vista de la racionalidad, el beneficio personal parece prevalecer (egoísmo, interés propio) en tanto que desde la moralidad se exige que la preocupación propia esté al menos al mismo nivel que la preocupación por el bienestar de los demás (altruismo, cooperación, cortesía). Para Sidgwick (The methods of ethics) no es posible negar la individualidad de los sujetos y, en consecuencia, es válida su preocupación por la calidad de su existencia sobre la calidad de la existencia de otros individuos. Este sería el hecho fundamental que determina la acción racional de los individuos. Sin embargo, y si esto es correcto, ¿cómo es posible conciliar la acción moral con la acción racional? Si la racionalidad práctica es necesariamente egoísta, ¿cómo podemos motivarnos racionalmente para actuar moralmente? Si el hombre es un ser racional, ¿somos egoístas por naturaleza?
En este sentido, y con el fin de aportar elementos a este debate, se pretende hacer una reconstrucción del concepto de egoísmo en la obra de Thomas Hobbes (1588-1679) a partir de establecer un diálogo entre algunas de sus interpretaciones, a fin de delimitar sus lineamientos generales. Es importante destacar que fue Hobbes el primero dentro de la tradición liberal en abordar la dicotomía entre egoísmo y altruismo, con el fin de construir una explicación de la vida política y social. Por otra parte, Hobbes es reconocido en la teoría filosófica o política por su visión paradigmática de la naturaleza humana como una naturaleza egoísta. Hobbes buscaba una explicación rigurosa, metódica, fundamentada de la naturaleza humana, para comprender las causas de la guerra y las posibilidades de la paz. En términos teóricos pretende comprender la tendencia de los hombres a imponer por la fuerza sus deseos y convicciones, generando una guerra de todos contra todos. Entender las causas posibilitaría tomar las adecuadas acciones correctivas.
Para contestar estas cuestiones, Hobbes parte de un estudio de la naturaleza humana, la cual define por su tendencia a la auto-conservación. Esta característica innata hace que los hombres sean egoístas, esencialmente en su necesidad de supervivencia. El concepto central en Hobbes, la “ley de naturaleza", se define como “un precepto o norma general, establecida por la razón, en virtud de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios de conservarla; o bien, omitir aquello mediante lo cual piensa que pueda quedar su vida mejor preservada” (Hobbes 2014:106). En otras palabras, el objeto de toda conducta es conservar la vida. El principio de toda actuación, su móvil exclusivo, es la propia conservación biológica. Es el hedonismo individual, un egoísmo natural, el que explica finalmente el comportamiento humano. La felicidad, en este marco, no será otra cosa que el aumento continuo de los medios que permiten satisfacer de forma adecuada las necesidades de la propia conservación. No será el bienestar momentáneo, sino el permanente, el que se desenvuelve de deseo en deseo, el que pretenden todos los seres humanos.
Respuesta:
La distinción entre egoísmo y altruismo se utiliza para analizar empírica y analíticamente el comportamiento de los individuos frente a sí mismo y frente a los demás. Siguiendo a Riechmann (La habitación de Pascal), la acción altruista pura sería aquella que beneficia a otros en perjuicio del agente. La acción egoísta pura sería la que, por el contrario, beneficia al agente en perjuicio de otros. Entre estos extremos son identificables otros comportamientos como el actuar en interés propio (beneficio del agente sin perjuicio de otros), la cooperación (beneficio del agente y de otros) o la cortesía (sin perjuicio para el agente con beneficio a otros).
Desde el punto de vista de la racionalidad, el beneficio personal parece prevalecer (egoísmo, interés propio) en tanto que desde la moralidad se exige que la preocupación propia esté al menos al mismo nivel que la preocupación por el bienestar de los demás (altruismo, cooperación, cortesía). Para Sidgwick (The methods of ethics) no es posible negar la individualidad de los sujetos y, en consecuencia, es válida su preocupación por la calidad de su existencia sobre la calidad de la existencia de otros individuos. Este sería el hecho fundamental que determina la acción racional de los individuos. Sin embargo, y si esto es correcto, ¿cómo es posible conciliar la acción moral con la acción racional? Si la racionalidad práctica es necesariamente egoísta, ¿cómo podemos motivarnos racionalmente para actuar moralmente? Si el hombre es un ser racional, ¿somos egoístas por naturaleza?
En este sentido, y con el fin de aportar elementos a este debate, se pretende hacer una reconstrucción del concepto de egoísmo en la obra de Thomas Hobbes (1588-1679) a partir de establecer un diálogo entre algunas de sus interpretaciones, a fin de delimitar sus lineamientos generales. Es importante destacar que fue Hobbes el primero dentro de la tradición liberal en abordar la dicotomía entre egoísmo y altruismo, con el fin de construir una explicación de la vida política y social. Por otra parte, Hobbes es reconocido en la teoría filosófica o política por su visión paradigmática de la naturaleza humana como una naturaleza egoísta. Hobbes buscaba una explicación rigurosa, metódica, fundamentada de la naturaleza humana, para comprender las causas de la guerra y las posibilidades de la paz. En términos teóricos pretende comprender la tendencia de los hombres a imponer por la fuerza sus deseos y convicciones, generando una guerra de todos contra todos. Entender las causas posibilitaría tomar las adecuadas acciones correctivas.
Para contestar estas cuestiones, Hobbes parte de un estudio de la naturaleza humana, la cual define por su tendencia a la auto-conservación. Esta característica innata hace que los hombres sean egoístas, esencialmente en su necesidad de supervivencia. El concepto central en Hobbes, la “ley de naturaleza", se define como “un precepto o norma general, establecida por la razón, en virtud de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios de conservarla; o bien, omitir aquello mediante lo cual piensa que pueda quedar su vida mejor preservada” (Hobbes 2014:106). En otras palabras, el objeto de toda conducta es conservar la vida. El principio de toda actuación, su móvil exclusivo, es la propia conservación biológica. Es el hedonismo individual, un egoísmo natural, el que explica finalmente el comportamiento humano. La felicidad, en este marco, no será otra cosa que el aumento continuo de los medios que permiten satisfacer de forma adecuada las necesidades de la propia conservación. No será el bienestar momentáneo, sino el permanente, el que se desenvuelve de deseo en deseo, el que pretenden todos los seres humanos.
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