Nació el 9 de diciembre de 1579 en Lima, Perú, hijo de español y de negra liberta. Tenía rasgos de mulato, por lo que recibió muchas humillaciones. Aprendió el oficio de barbero y nociones de enfermería.
A los 15 años de edad ingresó al convento de los Dominicos del Rosario en Lima como “donado”, es decir, como terciario, por lo que le confiaron los trabajos más humildes de su comunidad. Es por eso que se le recuerda con una escoba, símbolo de su humilde servicio. Por sus conocimientos, le confiaron el oficio de enfermero y mucha gente, incluso de fuera del convento, acudía a curarse con Fray Martín.
Después de 9 años, se le concedió la profesión religiosa. Dios lo dotó de carismas extraordinarios: profecía, éxtasis, levitación, bilocación. Aunque él trataba de ocultarse, su fama de santo crecía día a día, y el don de la sabiduría era en él tan grande, que las más altas personalidades de Lima recurrían a su consejo. Disculpaba los errores de los demás; perdonaba las más graves injurias, pues estaba convencido que era mucho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos, lo buscaban por sus curaciones milagrosas. Consolaba a los moribundos. Procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que, por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de “Martín de la caridad”. Fundó el Asilo de Santa Cruz. Su virtud de caridad se extendió hasta con los animales, estos lo obedecían.
Respuesta:
SAN MARTIN DE PORRES
RELIGIOSO DOMINICO
3 de noviembre.
Nació el 9 de diciembre de 1579 en Lima, Perú, hijo de español y de negra liberta. Tenía rasgos de mulato, por lo que recibió muchas humillaciones. Aprendió el oficio de barbero y nociones de enfermería.
A los 15 años de edad ingresó al convento de los Dominicos del Rosario en Lima como “donado”, es decir, como terciario, por lo que le confiaron los trabajos más humildes de su comunidad. Es por eso que se le recuerda con una escoba, símbolo de su humilde servicio. Por sus conocimientos, le confiaron el oficio de enfermero y mucha gente, incluso de fuera del convento, acudía a curarse con Fray Martín.
Después de 9 años, se le concedió la profesión religiosa. Dios lo dotó de carismas extraordinarios: profecía, éxtasis, levitación, bilocación. Aunque él trataba de ocultarse, su fama de santo crecía día a día, y el don de la sabiduría era en él tan grande, que las más altas personalidades de Lima recurrían a su consejo. Disculpaba los errores de los demás; perdonaba las más graves injurias, pues estaba convencido que era mucho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos, lo buscaban por sus curaciones milagrosas. Consolaba a los moribundos. Procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que, por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de “Martín de la caridad”. Fundó el Asilo de Santa Cruz. Su virtud de caridad se extendió hasta con los animales, estos lo obedecían.
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