Más allá del talento, más allá incluso de la propia inteligencia, está la disciplina. Para los japoneses esta dimensión es fundamental y debe transmitirse a los niños desde edades tempranas. Gracias a ella y al sentido de la integridad, la sociedad nipona mantiene un sentido del orden en casi cualquier esfera, la social, la educacional, la empresarial, etc.
A menudo, la mirada occidental sigue admirándose por los modales y exquisita corrección que caracteriza a esta cultura. Pero también nos llama la atención, por ejemplo, el modo en que se asientan en los mercados creando compañías tecnológicas tan sólidas como productivas.
Nos admira también su capacidad para reponerse ante la adversidad. Lo hicieron en la II Guerra Mundial y lo consiguieron también hace poco tras el accidente nuclear de Fukushima I. Sabemos no obstante, que en cuestión de persistencia, resistencia y disciplina cuentan con raíces sólidas, esas que tradicionalmente ya definieron en su día a los monjes Zen o a los samurai.
Japón es un país de contrastes donde conviven artes tradicionales centenarias junto a la tecnología más avanzada. Desde artes tales como la ceremonia del té, ikebana o arreglo floral y artes escénicas tradicionales hasta baños ultramodernos y toda la industria pop del manga, el ánime y los videojuegos. Parte de la cultura de ese milenario país, son los valores como: la consideración por el otro, el valor del trabajo, el respeto por la jerarquía y a los mayores y por supuesto, la puntualidad que se entiende como una de las manifestaciones de respeto hacia la otra persona.
Para Fernando Sánchez Dragó, quien ha impartido clases durante más de diez años en diferentes universidades japonesas, el éxito del sistema educativo japonés es la disciplina que los convierte en las gentes mejor formadas y más educadas del mundo. Sostiene que en la enseñanza primaria y secundaria, al margen de los contenidos académicos, muy extensos y muy profundos, al estudiante se le educa en un sistema de disciplina férreo al Bushido, el código de honor de los Samuráis. Las formas y la conducta son tan importantes, como los contenidos, por lo cual los bachilleres japoneses acaban la secundaria siendo gentes magníficamente preparadas, educadas y disciplinadas.
Es por la disciplina que en Japón, en la entrada de algunos museos, el visitante se expide su propio boleto dejando el dinero en un cesto y proporcionándose él mismo el cambio. Usted puede dejar el bolso encima de la mesa de un restaurante e ir por la comida, pues nadie se lo tocará. En Colombia no pasa lo mismo, porque no hay disciplina en la educación, “la disciplina tarde o temprano vence a la inteligencia”
Respuesta:
Más allá del talento, más allá incluso de la propia inteligencia, está la disciplina. Para los japoneses esta dimensión es fundamental y debe transmitirse a los niños desde edades tempranas. Gracias a ella y al sentido de la integridad, la sociedad nipona mantiene un sentido del orden en casi cualquier esfera, la social, la educacional, la empresarial, etc.
A menudo, la mirada occidental sigue admirándose por los modales y exquisita corrección que caracteriza a esta cultura. Pero también nos llama la atención, por ejemplo, el modo en que se asientan en los mercados creando compañías tecnológicas tan sólidas como productivas.
Nos admira también su capacidad para reponerse ante la adversidad. Lo hicieron en la II Guerra Mundial y lo consiguieron también hace poco tras el accidente nuclear de Fukushima I. Sabemos no obstante, que en cuestión de persistencia, resistencia y disciplina cuentan con raíces sólidas, esas que tradicionalmente ya definieron en su día a los monjes Zen o a los samurai.
Explicación:
Listo espero haberte ayudado :3
Los japoneses ejemplo de disciplina
Japón es un país de contrastes donde conviven artes tradicionales centenarias junto a la tecnología más avanzada. Desde artes tales como la ceremonia del té, ikebana o arreglo floral y artes escénicas tradicionales hasta baños ultramodernos y toda la industria pop del manga, el ánime y los videojuegos. Parte de la cultura de ese milenario país, son los valores como: la consideración por el otro, el valor del trabajo, el respeto por la jerarquía y a los mayores y por supuesto, la puntualidad que se entiende como una de las manifestaciones de respeto hacia la otra persona.
Para Fernando Sánchez Dragó, quien ha impartido clases durante más de diez años en diferentes universidades japonesas, el éxito del sistema educativo japonés es la disciplina que los convierte en las gentes mejor formadas y más educadas del mundo. Sostiene que en la enseñanza primaria y secundaria, al margen de los contenidos académicos, muy extensos y muy profundos, al estudiante se le educa en un sistema de disciplina férreo al Bushido, el código de honor de los Samuráis. Las formas y la conducta son tan importantes, como los contenidos, por lo cual los bachilleres japoneses acaban la secundaria siendo gentes magníficamente preparadas, educadas y disciplinadas.
Es por la disciplina que en Japón, en la entrada de algunos museos, el visitante se expide su propio boleto dejando el dinero en un cesto y proporcionándose él mismo el cambio. Usted puede dejar el bolso encima de la mesa de un restaurante e ir por la comida, pues nadie se lo tocará. En Colombia no pasa lo mismo, porque no hay disciplina en la educación, “la disciplina tarde o temprano vence a la inteligencia”