Hasta el siglo XVIII, Francia era un estado en el que mandaba el modelo del absolutismo monárquico. El entonces rey francés, Luis XVI, personificaba al Estado, reuniendo en su persona los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Crisis Politica
Dentro de la estructura del Estado Absolutista, había tres diferentes estados en los cuales la población se enmarca: el primer estado era representado por los obispos del Alto Clero.
El segundo estado tenía como representantes la nobleza, o la aristocracia francesa que desempeñaba funciones militares (nobleza de espada) o funciones jurídicas (nobleza de toga);
El tercer estado, por su parte, era representado por la burguesía, que se dividía entre miembros del Bajo Clero, comerciantes, banqueros, empresarios, los sans-cullotes ("sin pantalones"), trabajadores urbanos, y los campesinos, totalizando cerca de 97 % de la población.
Habia una desigualdad social tremenda.
La situación social era tan grave y el nivel de insatisfacción popular tan grande que el pueblo fue a las calles con el objetivo de tomar el poder y arrancar del gobierno a la monarquía comandada por el rey Luis XVI. El primer objetivo de los revolucionarios era la Bastilla. La toma de la Bastilla el 14/07/1789 marca el inicio del proceso revolucionario, porque la prisión política era el símbolo de la monarquía francesa.
Inspirado por el movimiento de la Ilustración, el lema de los revolucionarios era “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, como resumió muy bien los deseos del Tercer Estado francés.
Durante el proceso revolucionario, gran parte de la nobleza salieron de Francia, pero la familia real fue capturado cuando trataba de huir del país. Prisioneros, miembros de la monarquía, incluyendo el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron guillotinados en 1793. El clero tampoco dejó sin castigo, porque los bienes de la Iglesia fueron confiscadas durante la revolución.
Revolución Francesa ( edad contemporánea)
Hasta el siglo XVIII, Francia era un estado en el que mandaba el modelo del absolutismo monárquico. El entonces rey francés, Luis XVI, personificaba al Estado, reuniendo en su persona los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Crisis Politica
Dentro de la estructura del Estado Absolutista, había tres diferentes estados en los cuales la población se enmarca: el primer estado era representado por los obispos del Alto Clero.
El segundo estado tenía como representantes la nobleza, o la aristocracia francesa que desempeñaba funciones militares (nobleza de espada) o funciones jurídicas (nobleza de toga);
El tercer estado, por su parte, era representado por la burguesía, que se dividía entre miembros del Bajo Clero, comerciantes, banqueros, empresarios, los sans-cullotes ("sin pantalones"), trabajadores urbanos, y los campesinos, totalizando cerca de 97 % de la población.
Habia una desigualdad social tremenda.
La situación social era tan grave y el nivel de insatisfacción popular tan grande que el pueblo fue a las calles con el objetivo de tomar el poder y arrancar del gobierno a la monarquía comandada por el rey Luis XVI. El primer objetivo de los revolucionarios era la Bastilla. La toma de la Bastilla el 14/07/1789 marca el inicio del proceso revolucionario, porque la prisión política era el símbolo de la monarquía francesa.
Inspirado por el movimiento de la Ilustración, el lema de los revolucionarios era “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, como resumió muy bien los deseos del Tercer Estado francés.
Durante el proceso revolucionario, gran parte de la nobleza salieron de Francia, pero la familia real fue capturado cuando trataba de huir del país. Prisioneros, miembros de la monarquía, incluyendo el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron guillotinados en 1793. El clero tampoco dejó sin castigo, porque los bienes de la Iglesia fueron confiscadas durante la revolución.