La religión estatal del Imperio romano fue decretada el 27 de febrero del año 380 por el Edicto de Tesalónica, en el cual el emperador Teodosio I el Grande estableció el cristianismo niceno como única religión del imperio.12 La Iglesia ortodoxa oriental y la Iglesia católica afirman estar en continuidad con la iglesia a la que Teodosio concedió el reconocimiento, pero no lo consideran específico del Imperio romano.
A principios del siglo IV, tras la persecución diocleciana de 303-313 y la controversia donatista que surgió como consecuencia, Constantino convocó concilios de obispos para definir la «ortodoxia» de la fe cristiana, ampliando lo que ya se había establecido en anteriores concilios cristianos. Una serie de concilios ecuménicos convocados por emperadores sucesivos se celebraron durante los siglos IV y V, aunque el cristianismo siguió sufriendo desavenencias y cismas en torno a las cuestiones del arrianismo, el nestorianismo y el miafisismo. En el siglo V, el Imperio romano de Occidente decayó como sistema de gobierno: los invasores saquearon Roma en el 410 y en el 455, y Odoacro, un caudillo bárbaro arriano, obligó a Rómulo Augusto, el último emperador nominal de Occidente, a abdicar en el 476. Sin embargo, aparte de los cismas mencionados, la iglesia como institución persistió en la comunión, no sin tensiones, entre el este y el oeste. En el siglo VI los ejércitos bizantinos del emperador romano de oriente, Justiniano I, recuperaron Italia y otras secciones de la costa occidental del Mediterráneo. El Imperio Romano de Oriente pronto perdió la mayoría de estos logros, pero mantuvo a Roma, como parte del Exarcado de Ravena, hasta el año 751, un período conocido en la historia de la iglesia como el «Papado bizantino». La expansión musulmana del siglo VII comenzarían un proceso de conversión al Islam de la mayor parte del entonces mundo cristiano en Asia Occidental y África del Norte, restringiendo severamente el alcance tanto del Imperio bizantino como de su iglesia. La actividad misionera dirigida desde Constantinopla, la capital bizantina, no condujo a una expansión duradera del vínculo formal entre la iglesia y el emperador bizantino, ya que las zonas que estaban fuera del control político y militar del imperio establecieron sus propias iglesias distintas, como en el caso de la Iglesia ortodoxa de Bulgaria en el 919.
La persecución a cristianos en el Imperio romano, se produjo de forma intermitente durante un período de más de dos siglos entre el Gran incendio de Roma en el año 64 bajo Nerón y el Edicto de Milán en el 313, en el cual los emperadores romanos Constantino el Grande y Licinio legalizaron la religión cristiana.
La persecución a los cristianos en el Imperio romano fue llevada a cabo por el Estado y también por las autoridades locales de manera esporádica y puntual, a menudo a capricho de las comunidades locales. A partir del año 250, la persecución en todo el imperio tuvo lugar como consecuencia indirecta de un edicto del emperador Decio. Este edicto estuvo en vigor dieciocho meses, durante los cuales algunos cristianos fueron asesinados mientras que otros apostataron para escapar de la ejecución.
Estas persecuciones influyeron fuertemente en el desarrollo del cristianismo, dando forma a la teología cristiana y a la estructura de la Iglesia. Los efectos de las persecuciones incluyeron la redacción de explicaciones y defensas del cristianismo.
Respuesta:
La religión estatal del Imperio romano fue decretada el 27 de febrero del año 380 por el Edicto de Tesalónica, en el cual el emperador Teodosio I el Grande estableció el cristianismo niceno como única religión del imperio.12 La Iglesia ortodoxa oriental y la Iglesia católica afirman estar en continuidad con la iglesia a la que Teodosio concedió el reconocimiento, pero no lo consideran específico del Imperio romano.
A principios del siglo IV, tras la persecución diocleciana de 303-313 y la controversia donatista que surgió como consecuencia, Constantino convocó concilios de obispos para definir la «ortodoxia» de la fe cristiana, ampliando lo que ya se había establecido en anteriores concilios cristianos. Una serie de concilios ecuménicos convocados por emperadores sucesivos se celebraron durante los siglos IV y V, aunque el cristianismo siguió sufriendo desavenencias y cismas en torno a las cuestiones del arrianismo, el nestorianismo y el miafisismo. En el siglo V, el Imperio romano de Occidente decayó como sistema de gobierno: los invasores saquearon Roma en el 410 y en el 455, y Odoacro, un caudillo bárbaro arriano, obligó a Rómulo Augusto, el último emperador nominal de Occidente, a abdicar en el 476. Sin embargo, aparte de los cismas mencionados, la iglesia como institución persistió en la comunión, no sin tensiones, entre el este y el oeste. En el siglo VI los ejércitos bizantinos del emperador romano de oriente, Justiniano I, recuperaron Italia y otras secciones de la costa occidental del Mediterráneo. El Imperio Romano de Oriente pronto perdió la mayoría de estos logros, pero mantuvo a Roma, como parte del Exarcado de Ravena, hasta el año 751, un período conocido en la historia de la iglesia como el «Papado bizantino». La expansión musulmana del siglo VII comenzarían un proceso de conversión al Islam de la mayor parte del entonces mundo cristiano en Asia Occidental y África del Norte, restringiendo severamente el alcance tanto del Imperio bizantino como de su iglesia. La actividad misionera dirigida desde Constantinopla, la capital bizantina, no condujo a una expansión duradera del vínculo formal entre la iglesia y el emperador bizantino, ya que las zonas que estaban fuera del control político y militar del imperio establecieron sus propias iglesias distintas, como en el caso de la Iglesia ortodoxa de Bulgaria en el 919.
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La persecución a cristianos en el Imperio romano, se produjo de forma intermitente durante un período de más de dos siglos entre el Gran incendio de Roma en el año 64 bajo Nerón y el Edicto de Milán en el 313, en el cual los emperadores romanos Constantino el Grande y Licinio legalizaron la religión cristiana.
La persecución a los cristianos en el Imperio romano fue llevada a cabo por el Estado y también por las autoridades locales de manera esporádica y puntual, a menudo a capricho de las comunidades locales. A partir del año 250, la persecución en todo el imperio tuvo lugar como consecuencia indirecta de un edicto del emperador Decio. Este edicto estuvo en vigor dieciocho meses, durante los cuales algunos cristianos fueron asesinados mientras que otros apostataron para escapar de la ejecución.
Estas persecuciones influyeron fuertemente en el desarrollo del cristianismo, dando forma a la teología cristiana y a la estructura de la Iglesia. Los efectos de las persecuciones incluyeron la redacción de explicaciones y defensas del cristianismo.
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