Desde la antigüedad los espacios públicos han ocupado un lugar central en la organización de extensiones urbanas, las urbes clásicas le otorgaban un valor principal al ágora, ya que era ahí donde la ciudad se conformaba de manera tal que reunía actividades de las mas diversas índoles; las ágoras griegas y las plazas
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Desde la antigüedad los espacios públicos han ocupado un lugar central en la organización
de extensiones urbanas, las urbes clásicas le otorgaban un valor principal al ágora, ya que era
ahí donde la ciudad se conformaba de manera tal que reunía actividades de las mas diversas
índoles; las ágoras griegas y las plazas romanas juntaban al ocio y el negocio, además
volcaban el acontecer político a una dimensión colectiva ya que era en el ágora donde se
consensuaban y debatían las decisiones y normativas por las cuales se iba a regir la ciudad,
además de ser centros de cultura, ya que en los ágoras los filósofos y maestros celebraban sus
reuniones y enseñaba a sus discípulos haciendo así del espacio publico una base fundamental
de la vida cívica y del desarrollo urbano.
Durante la Edad Media los espacios públicos perdieron algunas de sus virtudes, si viene cierto
continuaron teniendo un rol importante dentro del desarrollo de la trama urbana, no era la
plaza o el ágora la que determinaba la ciudad, en aquel entonces era la iglesia, la ciudad
quedaba en segundo plano, ya que la iglesia remplazaría la vida cívica por la vida devota ,
es decir, la plaza ahora estaba en función de la religiosidad, ya que en la edad media las
plazas eran pensadas como una antesala entre la ciudad humana y lo divino, por lo general
las iglesias medievales (tradición que traspaso generaciones) poseían una plaza ante su
fachada, y era ahí donde el acontecer giraba en torno lo divino, si la plaza que en la
antigüedad represento la vida de la ciudad, en la edad media se llevo la vida entorno a la
iglesia, lo cotidiano debía estar alrededor de lo santo, la plaza de la iglesia medieval de cierto
modo santificaba la vida cotidiana de la ciudad.
El renacimiento trasforma
nuevamente la idea de reunión
ciudadana, con los ideales
renacentistas, el hombre
retorna a ser central en todo,
desde la intelectualidad hasta
el transitar de la cuidad, todo
estaba en la medida humana,
se abandonan los conceptos
medievales y existe una
revaloración de los espacios
públicos, volver a hacerlos
civiles, que brinde servicios a los
ciudadanos; en esta época
existe una revaloración del
conocimiento antiguo, surge un estudio y una intelectualización de las proporciones, la
naturaleza brinda las proporciones perfectas que gracias a la expansión de conocimientos
como las matemáticas y la ingeniería se racionalizan y se hacen aplicables al espectro urbano,
tanto es el renovado fervor por el hombre que artistas renacentistas afirmaban hacer de la
naturaleza perfecta aun mas perfecta ya que ellos eran selectivos, y en esa selección de
proporciones se ejerce la hegemonía del hombre por sobre la creación, algo que es perfecto, el
hombre es capaz de hacerlo aun mas perfecto.
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Desde la antigüedad los espacios públicos han ocupado un lugar central en la organización de extensiones urbanas, las urbes clásicas le otorgaban un valor principal al ágora, ya que era ahí donde la ciudad se conformaba de manera tal que reunía actividades de las mas diversas índoles; las ágoras griegas y las plazas
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