En la Palabra de Dios está escrita muy profundamente esta verdad fundamental: que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, por medio de su trabajo participa de la obra creadora de Dios y, según sus propias posibilidades, continúa completando y desarrollando cada vez más -en el descubrimiento de los recursos y los valores encerrados en todo lo creado- la obra que Dios ha comenzado.
Cuando pedimos que Dios complete la obra que Él mismo ha comenzado, en el fondo lo que estamos pidiendo es que nos dé la fuerza, la inteligencia, la sabiduría para poder entresacar de todo lo creado, todo lo que nos ha dado en los recursos naturales para compartir entre todos y desde allí, en una justa distribúción de las riquezas, poder participar todos del beneficio que surge del fruto de la tierra con el esfuerzo del trabajo.
Es al comienzo de la Palabra de Dios, en el Génesis, donde la misma obra de la Creación está presentada bajo la forma de un trabajo realizado por Dios durante seis días para, en el séptimo día, descansar. Por otra parte, el último libro de la Sagrada Escritura resuena aún con el mismo tono de respeto hacia la obra de Dios, la que ha realizado a través del trabajo creativo, cuando dice: “Grandes y estupendas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso.”
En la Palabra de Dios está escrita muy profundamente esta verdad fundamental: que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, por medio de su trabajo participa de la obra creadora de Dios y, según sus propias posibilidades, continúa completando y desarrollando cada vez más -en el descubrimiento de los recursos y los valores encerrados en todo lo creado- la obra que Dios ha comenzado.
Cuando pedimos que Dios complete la obra que Él mismo ha comenzado, en el fondo lo que estamos pidiendo es que nos dé la fuerza, la inteligencia, la sabiduría para poder entresacar de todo lo creado, todo lo que nos ha dado en los recursos naturales para compartir entre todos y desde allí, en una justa distribúción de las riquezas, poder participar todos del beneficio que surge del fruto de la tierra con el esfuerzo del trabajo.
Es al comienzo de la Palabra de Dios, en el Génesis, donde la misma obra de la Creación está presentada bajo la forma de un trabajo realizado por Dios durante seis días para, en el séptimo día, descansar. Por otra parte, el último libro de la Sagrada Escritura resuena aún con el mismo tono de respeto hacia la obra de Dios, la que ha realizado a través del trabajo creativo, cuando dice: “Grandes y estupendas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso.”