Jesús, el Señor y Maestro, se acerca a nuestra realidad, nos ministra en ella y su Palabra nos transforma
QUIÉNES ERAN
Sabemos que eran dos discípulos que pertenecían al círculo más amplio de seguidores de Jesús, es decir, no eran apóstoles, y que uno de ellos se llamaba Cleofás. A pesar de que existen antiguas tradiciones cristianas acerca de la identidad de Cleofás, son únicamente eso, tradiciones. Nada sabemos acerca de quién pudiera ser el otro discípulo cuyo nombre no es mencionado. Ambos se dirigían hacia Emaús, un pueblo situado a unos 10 ó 12 kilómetros de Jerusalén.
EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS SE ENCONTRARON CON JESÚS
Como se indicaba anteriormente ambos discípulos iban camino del pueblo de Emaús. Es probable que hubieran partido de Jerusalén después del final de la fiesta de los panes sin levadura o se hubieran detenido más tiempo del previsto en Jerusalén debido a la muerte de Jesús.
Lucas, el autor del evangelio, indica que se caminaban discutiendo acerca de todos los acontecimientos que se habían producido en Jerusalén relacionados con la muerte de Jesús. El autor también mencionad el estado emocional, el semblante ensombrecido, en que se encontraban. No cabe duda, y su posterior conversación con Jesús así lo demuestra, que la frustración y la desesperanza inundaba sus corazones al meditar sobre la realidad de la muerte de su Maestro, quienes ellos pensaban y esperaban sería el libertador de Israel.
Es en este contexto en que Jesús decide aparecerse en forma corporal a ellos y unirse a los dos discípulos en su camino. No deja de ser interesante que, en palabras del propio Lucas, aquellos dos seguidores del Maestro, tenían los ojos tan ofuscados, que no le reconocieron. Jesús les preguntó acerca del motivo de su discusión en el camino.
Esta pregunta dio la oportunidad para que Cleofás y su acompañante pudieran abrir su corazón y junto con la información acerca de los hechos que habían acontecido en la ciudad, y que eran de dominio público, poder expresar la carga de frustración, dolor y desesperanza que llevaban en su corazón.
Precisamente esto dio lugar a que Jesús pudiera ministrarles por medio de las Escrituras. Lucas indica que el Maestro hizo un recorrido del Antiguo Testamento, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, a fin de explicarles que era necesario el sufrimiento del Mesías.
Cuando llegaron al destino final Lucas indica que Jesús hizo ademán de continuar su camino pero ellos lo invitaron a su casa. Una vez allí, cuando procedían a partir el pan sus ojos fueron abiertos y reconocieron a Jesús. La desesperanza se cambió en gozo y volvieron a contar las buenas noticias a Jerusalén.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EN SUS VIDAS
El episodio de Emaús nos habla de cosas muy importantes que sucedieron en la vida de aquellos dos discípulos. En primer lugar, vemos que Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a sus seguidores. Cristo constantemente está acercándose a nosotros, de muchas maneras, a pesar que en nuestra ofuscación, como aquellos discípulos, no lo reconocemos.
En segundo lugar, Jesús nos encuentra en nuestra realidad, cualquiera que esta sea. El Maestro se acercó a dos personas frustradas, tristes, pérdidas y confundidas y, sobre todo, carentes de esperanza al ver todas sus expectativas, sus sueños y sus anhelos personas y acerca de su país frustrados. Pero así es Jesús, el Señor, dispuesto a encontrarnos dónde estemos y cómo estemos.
En tercer lugar, Jesús, el Señor, les ministró con la Palabra. Hizo real, visible, evidente, cercana la Palabra de Dios para la situación y la realidad que estaban viviendo y, como ellos mismos reconocieron posteriormente, fue esa Palabra la que puso nuevos bríos en sus corazones. Jesús trae la Palabra a nuestras vidas para que ella nos ministre.
En cuarto lugar, la Palabra los transformó, cambió su desesperanza en gozo y les dio una nueva visión, una nueva perspectiva y no hemos de olvidar algo tremendamente importante, el encuentro con Jesús les convirtió en pregoneros de su resurrección. Aquí hay una lección importante, cuando nos encontramos con Jesús, si le dejamos, nos transforma y esa transformación que ocurre en nuestras vidas nos convierte en voceros de esperanza y restauración para otros.
QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS
Son varias y, naturalmente importantes las aplicaciones que este encuentro tiene para nosotros. En primer lugar, que podemos estar seguros que no importa cuál sea nuestra situación Jesús siempre toma la iniciativa de acercarse a nosotros ¡Siempre! Es posible que nuestra realidad sea de frustración, desánimo, desesperanza, abatimiento o incluso pecado y negación del Señor, pero nuevamente es importante entender, creer y reconocer que allí está Jesús, el Señor. Y está porque nos ama y siempre toma la iniciativa de bajar a nuestra realidad y encontrarse con nosotros en ella. Jesús, el Señor nunca nos rechaza ni abandona.
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Explicación:
Jesús, el Señor y Maestro, se acerca a nuestra realidad, nos ministra en ella y su Palabra nos transforma
QUIÉNES ERAN
Sabemos que eran dos discípulos que pertenecían al círculo más amplio de seguidores de Jesús, es decir, no eran apóstoles, y que uno de ellos se llamaba Cleofás. A pesar de que existen antiguas tradiciones cristianas acerca de la identidad de Cleofás, son únicamente eso, tradiciones. Nada sabemos acerca de quién pudiera ser el otro discípulo cuyo nombre no es mencionado. Ambos se dirigían hacia Emaús, un pueblo situado a unos 10 ó 12 kilómetros de Jerusalén.
EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS SE ENCONTRARON CON JESÚS
Como se indicaba anteriormente ambos discípulos iban camino del pueblo de Emaús. Es probable que hubieran partido de Jerusalén después del final de la fiesta de los panes sin levadura o se hubieran detenido más tiempo del previsto en Jerusalén debido a la muerte de Jesús.
Lucas, el autor del evangelio, indica que se caminaban discutiendo acerca de todos los acontecimientos que se habían producido en Jerusalén relacionados con la muerte de Jesús. El autor también mencionad el estado emocional, el semblante ensombrecido, en que se encontraban. No cabe duda, y su posterior conversación con Jesús así lo demuestra, que la frustración y la desesperanza inundaba sus corazones al meditar sobre la realidad de la muerte de su Maestro, quienes ellos pensaban y esperaban sería el libertador de Israel.
Es en este contexto en que Jesús decide aparecerse en forma corporal a ellos y unirse a los dos discípulos en su camino. No deja de ser interesante que, en palabras del propio Lucas, aquellos dos seguidores del Maestro, tenían los ojos tan ofuscados, que no le reconocieron. Jesús les preguntó acerca del motivo de su discusión en el camino.
Esta pregunta dio la oportunidad para que Cleofás y su acompañante pudieran abrir su corazón y junto con la información acerca de los hechos que habían acontecido en la ciudad, y que eran de dominio público, poder expresar la carga de frustración, dolor y desesperanza que llevaban en su corazón.
Precisamente esto dio lugar a que Jesús pudiera ministrarles por medio de las Escrituras. Lucas indica que el Maestro hizo un recorrido del Antiguo Testamento, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, a fin de explicarles que era necesario el sufrimiento del Mesías.
Cuando llegaron al destino final Lucas indica que Jesús hizo ademán de continuar su camino pero ellos lo invitaron a su casa. Una vez allí, cuando procedían a partir el pan sus ojos fueron abiertos y reconocieron a Jesús. La desesperanza se cambió en gozo y volvieron a contar las buenas noticias a Jerusalén.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EN SUS VIDAS
El episodio de Emaús nos habla de cosas muy importantes que sucedieron en la vida de aquellos dos discípulos. En primer lugar, vemos que Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a sus seguidores. Cristo constantemente está acercándose a nosotros, de muchas maneras, a pesar que en nuestra ofuscación, como aquellos discípulos, no lo reconocemos.
En segundo lugar, Jesús nos encuentra en nuestra realidad, cualquiera que esta sea. El Maestro se acercó a dos personas frustradas, tristes, pérdidas y confundidas y, sobre todo, carentes de esperanza al ver todas sus expectativas, sus sueños y sus anhelos personas y acerca de su país frustrados. Pero así es Jesús, el Señor, dispuesto a encontrarnos dónde estemos y cómo estemos.
En tercer lugar, Jesús, el Señor, les ministró con la Palabra. Hizo real, visible, evidente, cercana la Palabra de Dios para la situación y la realidad que estaban viviendo y, como ellos mismos reconocieron posteriormente, fue esa Palabra la que puso nuevos bríos en sus corazones. Jesús trae la Palabra a nuestras vidas para que ella nos ministre.
En cuarto lugar, la Palabra los transformó, cambió su desesperanza en gozo y les dio una nueva visión, una nueva perspectiva y no hemos de olvidar algo tremendamente importante, el encuentro con Jesús les convirtió en pregoneros de su resurrección. Aquí hay una lección importante, cuando nos encontramos con Jesús, si le dejamos, nos transforma y esa transformación que ocurre en nuestras vidas nos convierte en voceros de esperanza y restauración para otros.
QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS
Son varias y, naturalmente importantes las aplicaciones que este encuentro tiene para nosotros. En primer lugar, que podemos estar seguros que no importa cuál sea nuestra situación Jesús siempre toma la iniciativa de acercarse a nosotros ¡Siempre! Es posible que nuestra realidad sea de frustración, desánimo, desesperanza, abatimiento o incluso pecado y negación del Señor, pero nuevamente es importante entender, creer y reconocer que allí está Jesús, el Señor. Y está porque nos ama y siempre toma la iniciativa de bajar a nuestra realidad y encontrarse con nosotros en ella. Jesús, el Señor nunca nos rechaza ni abandona.