La praxis pedagógica ha sido objeto de muchas interpelaciones con la finalidad de ejecutar las que podrían considerarse dentro del aula como la más apropiada; desde un singular contexto, el docente sistematiza una labor proponiendo una serie de métodos, herramientas, estrategias y técnicas consideradas por él como las más apropiadas para lograr un fin significativo en el proceso denominado Enseñanza-Aprendizaje. Esto supone una acción crítica para el tratamiento de una pedagogía emprendida desde la condición humana, radicado en la vinculación directa y afectiva del educando. En este sentido, los currículos, programas y la labor docente, se reorientan constantemente para fomentar una pedagogía actual, innovadora y adecuada a los estándares de la demanda educativa que en siglo XXI los educandos proclaman. Asimismo, muchos son los casos de docentes que se enaltecen con discursos retóricos sobre su praxis pedagógica, pero la realidad se hace presente cuando la labor sigue estancada en una acción unidimensional sobre los educandos, de manera que el proceso Enseñanza (contenidos) - Aprendizaje (contenidos) se detiene en solo un proceso continuo de adiestramiento técnico-instrumental. El docente, como actor principal de la educación, debe hacer uso necesario y obligatorio de la pedagogía, no sólo como disciplina mediante la cual se imparte una sucesión de conocimientos, sino, que con la misma, permita trascender más allá de la plena acción de dar una clase. Conviene dejar de lado la actitud “superior” ante el educando e involucrarse con él, no sólo como su alumno, sino como un compañero de estudio. En tal sentido, el método colectivo, recíproco e individual, permitirá conocer, atender y aceptar de forma colectiva y particular, las cualidades sociales y educativas que son irrepetibles en cada educando, sin dejar de lado la acción recíproca del colectivo estudiantil con la intención de promover una integración equilibrada en el compartir de los saberes.
Respuesta:Resumen:
La praxis pedagógica ha sido objeto de muchas interpelaciones con la finalidad de ejecutar las que podrían considerarse dentro del aula como la más apropiada; desde un singular contexto, el docente sistematiza una labor proponiendo una serie de métodos, herramientas, estrategias y técnicas consideradas por él como las más apropiadas para lograr un fin significativo en el proceso denominado Enseñanza-Aprendizaje. Esto supone una acción crítica para el tratamiento de una pedagogía emprendida desde la condición humana, radicado en la vinculación directa y afectiva del educando. En este sentido, los currículos, programas y la labor docente, se reorientan constantemente para fomentar una pedagogía actual, innovadora y adecuada a los estándares de la demanda educativa que en siglo XXI los educandos proclaman. Asimismo, muchos son los casos de docentes que se enaltecen con discursos retóricos sobre su praxis pedagógica, pero la realidad se hace presente cuando la labor sigue estancada en una acción unidimensional sobre los educandos, de manera que el proceso Enseñanza (contenidos) - Aprendizaje (contenidos) se detiene en solo un proceso continuo de adiestramiento técnico-instrumental. El docente, como actor principal de la educación, debe hacer uso necesario y obligatorio de la pedagogía, no sólo como disciplina mediante la cual se imparte una sucesión de conocimientos, sino, que con la misma, permita trascender más allá de la plena acción de dar una clase. Conviene dejar de lado la actitud “superior” ante el educando e involucrarse con él, no sólo como su alumno, sino como un compañero de estudio. En tal sentido, el método colectivo, recíproco e individual, permitirá conocer, atender y aceptar de forma colectiva y particular, las cualidades sociales y educativas que son irrepetibles en cada educando, sin dejar de lado la acción recíproca del colectivo estudiantil con la intención de promover una integración equilibrada en el compartir de los saberes.
Palabras clave:
Pedagogía, educación, sociedad, formación.