Un 46,4% de los médicos que ejercen su profesión en España son mujeres, pero el porcentaje se reduce a un 26,7% cuando aparecen en televisión.
A partir de los datos del último informe del Consejo Audiovisual de Catalunya (CAC), Dolors Comas muestra cómo la presencia de mujeres en los medios de comunicación no sólo es menor en número respecto a la de los hombres, sino que además estaría influenciada por las concepciones de género presentes en la sociedad.
A pesar de los profundos cambios que ha habido en España en los patrones de vida y participación de las mujeres en la sociedad, la representación pública de hombres y mujeres en los medios de comunicación sigue siendo diferenciada y asimétrica.
Esto no es algo intencionado, sino fruto de unas rutinas en las que influyen concepciones de género presentes en la sociedad. Las asimetrías disminuyen cuando de forma consciente se hace un tratamiento más equilibrado de hombres y mujeres (como sucede en algunas series televisivas, por ejemplo). Y aumentan, en cambio, dramáticamente cuando se utiliza el cuerpo de las mujeres como reclamo, en la publicidad o en determinados programas de entretenimiento.
Las desigualdades entre hombres y mujeres se expresan en la política de representaciones de los medios, que tienen el poder de destacar y clasificar, poder simbólico y poder para excluir. El diagnóstico de esta desigualdad se puede resumir evaluando cuatro dimensiones:
1.- El protagonismo y el reconocimiento de autoridad. Frecuentemente las mujeres son invisibilizadas o silenciadas. No sólo tienen menor presencia que los hombres, sino que a veces no se les da voz, aunque estén. O la tienen desde posiciones de menor prestigio y poder.
2.- La igualdad en el trato con independencia del sexo. Los medios suelen destacar de las mujeres dimensiones de tipo personal vinculadas a su rol familiar, forma de vestir, aspecto físico, etc., que tienen poca importancia en el caso de los hombres.
3.- Valoración equivalente de las aportaciones de hombres y mujeres. A menudo los medios destacan el hecho de ser mujer (una candidata-mujer, una presidenta-mujer, una científica-mujer) por encima de sus méritos o consecuciones, lo cual es una desvalorización implícita.
4.- Consideración de la desventaja de partida de las mujeres para comprender las situaciones de discriminación. En lugar de ello, frecuentemente se toma a los hombres como modelos de referencia. Se tolera, defiende, critica o alaba a las mujeres que irrumpen en ámbitos que se consideran de hombres. Son “ellas” frente a un “nosotros”. Y esta dicotomía constituye el marco que expresa las relaciones de poder y las desigualdades.
Un 46,4% de los médicos que ejercen su profesión en España son mujeres, pero el porcentaje se reduce a un 26,7% cuando aparecen en televisión.
A partir de los datos del último informe del Consejo Audiovisual de Catalunya (CAC), Dolors Comas muestra cómo la presencia de mujeres en los medios de comunicación no sólo es menor en número respecto a la de los hombres, sino que además estaría influenciada por las concepciones de género presentes en la sociedad.
A pesar de los profundos cambios que ha habido en España en los patrones de vida y participación de las mujeres en la sociedad, la representación pública de hombres y mujeres en los medios de comunicación sigue siendo diferenciada y asimétrica.
Esto no es algo intencionado, sino fruto de unas rutinas en las que influyen concepciones de género presentes en la sociedad. Las asimetrías disminuyen cuando de forma consciente se hace un tratamiento más equilibrado de hombres y mujeres (como sucede en algunas series televisivas, por ejemplo). Y aumentan, en cambio, dramáticamente cuando se utiliza el cuerpo de las mujeres como reclamo, en la publicidad o en determinados programas de entretenimiento.
Las desigualdades entre hombres y mujeres se expresan en la política de representaciones de los medios, que tienen el poder de destacar y clasificar, poder simbólico y poder para excluir. El diagnóstico de esta desigualdad se puede resumir evaluando cuatro dimensiones:
1.- El protagonismo y el reconocimiento de autoridad. Frecuentemente las mujeres son invisibilizadas o silenciadas. No sólo tienen menor presencia que los hombres, sino que a veces no se les da voz, aunque estén. O la tienen desde posiciones de menor prestigio y poder.
2.- La igualdad en el trato con independencia del sexo. Los medios suelen destacar de las mujeres dimensiones de tipo personal vinculadas a su rol familiar, forma de vestir, aspecto físico, etc., que tienen poca importancia en el caso de los hombres.
3.- Valoración equivalente de las aportaciones de hombres y mujeres. A menudo los medios destacan el hecho de ser mujer (una candidata-mujer, una presidenta-mujer, una científica-mujer) por encima de sus méritos o consecuciones, lo cual es una desvalorización implícita.
4.- Consideración de la desventaja de partida de las mujeres para comprender las situaciones de discriminación. En lugar de ello, frecuentemente se toma a los hombres como modelos de referencia. Se tolera, defiende, critica o alaba a las mujeres que irrumpen en ámbitos que se consideran de hombres. Son “ellas” frente a un “nosotros”. Y esta dicotomía constituye el marco que expresa las relaciones de poder y las desigualdades.