Ante una quemadura en la piel, la picadura de un mosquito, una infección por un virus o cualquier otra agresión del medio, nuestro sistema inmune pone en marcha estrategias concretas y diferentes en cada caso con el objetivo de defendernos de la manera más eficaz posible.
Ya que nos adentramos en la época del año en la que son más frecuentes las infecciones virales, vamos a repasar los mecanismos de defensa inmunológica cuando nuestro organismo es atacado por un virus.
Los primeros elementos que encuentra el virus antes de entrar en el organismo son barreras de tipo físicas como la piel, la tos, etc., y químicas naturales como las enzimas digestivas, acido gástrico, etc.
Una vez ha superado esos primeros obstáculos necesita entrar en las células del hospedador para sobrevivir ya que los virus no tienen mecanismos propios para crecer y reproducirse. Es entonces cuando se activa la respuesta inmune innata que se diferencia de la adaptativa por ser más rápida pero carecer de memoria inmunitaria. Los agentes clave en este nivel son:
Interferones. Su acción es muy importante en la defensa contra los virus. Aumentan la expresión de las células infectadas haciéndolas más sensibles a la acción de los linfocitos T.
También activan las células natural killer que van a producir citoquinas, inflamación y muerte del patógeno.
Los macrófagos tienen muy variados receptores en su superficie, capaces de reconocer el virus o células infectadas, para después fagocitarlas y destruirlas.
El proceso se puede resolver en este nivel, si no es así nuestro sistema inmune sigue trabajando hacia una inmunidad más específica: la adaptativa.
En este nivel son los linfocitos los protagonistas de la defensa: linfocitos T, con la ayuda de las células presentadoras de antígenos y el complejo mayor de histocompatibilidad, serán capaces de seleccionar entre una amplia variedad aquellos antígenos virales que generen una reacción inmunitaria efectiva.
Los linfocitos B evolucionan a plasmocitos con capacidad para producir gran cantidad de anticuerpos que se fijarán a los virus y células infectadas que posteriormente se destruyen gracias a la acción de los linfocitos T8 citotóxicos.
Cuando la infección está resuelta los linfocitos T4 liberan citoquinas antiinflamatorias y los macrófagos se encargan de fagocitar y limpiar la zona de infección con el objetivo de conseguir de nuevo la homeostasis interna del sistema inmune.
Como conclusión, el sistema inmune debe proteger de manera específica a nuestro organismo y con el menor gasto energético posible. En épocas de mayor riesgo de sufrir una infección viral, la microinmunoterapia puede ser un apoyo terapéutico tanto de manera preventiva como cuando el proceso infeccioso ya está establecido.
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asaicoccahuana
me das corona yo creo que mi respuesta fue mas concreta que la del otro sujeto
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Respuesta:
Trata de vencer al virus para que no le de enfermedades fatales porfis coronita
Explicación:
Ante una quemadura en la piel, la picadura de un mosquito, una infección por un virus o cualquier otra agresión del medio, nuestro sistema inmune pone en marcha estrategias concretas y diferentes en cada caso con el objetivo de defendernos de la manera más eficaz posible.
Ya que nos adentramos en la época del año en la que son más frecuentes las infecciones virales, vamos a repasar los mecanismos de defensa inmunológica cuando nuestro organismo es atacado por un virus.
Los primeros elementos que encuentra el virus antes de entrar en el organismo son barreras de tipo físicas como la piel, la tos, etc., y químicas naturales como las enzimas digestivas, acido gástrico, etc.
Una vez ha superado esos primeros obstáculos necesita entrar en las células del hospedador para sobrevivir ya que los virus no tienen mecanismos propios para crecer y reproducirse. Es entonces cuando se activa la respuesta inmune innata que se diferencia de la adaptativa por ser más rápida pero carecer de memoria inmunitaria. Los agentes clave en este nivel son:
Interferones. Su acción es muy importante en la defensa contra los virus. Aumentan la expresión de las células infectadas haciéndolas más sensibles a la acción de los linfocitos T.
También activan las células natural killer que van a producir citoquinas, inflamación y muerte del patógeno.
Los macrófagos tienen muy variados receptores en su superficie, capaces de reconocer el virus o células infectadas, para después fagocitarlas y destruirlas.
El proceso se puede resolver en este nivel, si no es así nuestro sistema inmune sigue trabajando hacia una inmunidad más específica: la adaptativa.
En este nivel son los linfocitos los protagonistas de la defensa: linfocitos T, con la ayuda de las células presentadoras de antígenos y el complejo mayor de histocompatibilidad, serán capaces de seleccionar entre una amplia variedad aquellos antígenos virales que generen una reacción inmunitaria efectiva.
Los linfocitos B evolucionan a plasmocitos con capacidad para producir gran cantidad de anticuerpos que se fijarán a los virus y células infectadas que posteriormente se destruyen gracias a la acción de los linfocitos T8 citotóxicos.
Cuando la infección está resuelta los linfocitos T4 liberan citoquinas antiinflamatorias y los macrófagos se encargan de fagocitar y limpiar la zona de infección con el objetivo de conseguir de nuevo la homeostasis interna del sistema inmune.
Como conclusión, el sistema inmune debe proteger de manera específica a nuestro organismo y con el menor gasto energético posible. En épocas de mayor riesgo de sufrir una infección viral, la microinmunoterapia puede ser un apoyo terapéutico tanto de manera preventiva como cuando el proceso infeccioso ya está establecido.