Respuesta Durante muchos años, los temas dominantes de la historiografía nacional fueron Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Juan Pablo Duarte, los padres de la patria, y la independencia dominicana, Pedro Santana y la anexión a España, Gregorio Luperón y la restauración de la República.
Con la irrupción de Trujillo en el escenario político, un nuevo protagonista cayó bajo la mirada de los historiadores a partir de 1930 y, en las siguientes tres décadas, buena parte de la historiografía dominicana se dedicó a narrar los sucesos de la Era, sin dejar por ello de poner atención a los temas tradicionales.
Muerto el dictador en 1961, y durante los 47 años siguientes, su figura no ha desaparecido del escenario intelectual dominicano. .
Varios de estos países tienen una gran biografía o una gran novela histórica o seudo-histórica, ya decantadas, acerca de sus dictadores, a diferencia de la República Dominicana, donde este tipo de obras continúa apareciendo
Hay varias explicaciones posibles, pero de entre ellas, hay una que podríamos llamar la tesis de la familiaridad, la cual es posible explicar diciendo que el único tipo de gobierno que los dominicanos conocieron durante los primeros tres siglos de su historia dominicana fue una dictadura colonial.
Pocos dominicanos tienen conciencia de que la colonia española de Santo Domingo, que se convirtió en la República Dominicana en 1844, fue siempre gobernada por un personaje que concentraba en sus manos todos los poderes del Estado.
El Gobernador de Santo Domingo no sólo ejercía el poder político, sino que era, al mismo tiempo, Presidente de la Real Audiencia y, por lo tanto, controlaba el poder judicial, concomitantemente con su posición de Capitán General de la isla, que lo convertía en jefe militar supremo de la colonia.
Este gobernante también ejercía un poder incuestionable sobre la Iglesia Católica en virtud del Derecho de Patronato, investido en la monarquía española, que se transmitía a los virreyes y capitanes generales en toda América hispana.
Los cuatro poderes: el político, el judicial, el militar y el eclesiástico, concentrados en una sola persona, durante los primeros 330 de los 515 años de historia del pueblo dominicano.
Al concluir el gobierno colonial español, la sociedad dominicana pasó a ser gobernada por otro dictador, esta vez vitalicio, durante 21 de los 22 años de la Dominación Haitiana, lo cual suma 351 años de gobierno unipersonal, autoritario y centralista.
Por eso no debe sorprender que una vez alcanzada la independencia en 1844, gracias al activismo de los grupos liberales, a la hora de decidir quién debía gobernar la nueva república, los principales actores de aquellos momentos escogieran al más autoritario de los personajes: Pedro Santana.
En su tiempo, Santana fue admirado y odiado, amado y temido, como lo fueron los demás dictadores que le siguieron en el mando. Sumados sus años de gobierno dictatorial a los de Buenaventura Báez, Gaspar Polanco, Ignacio María González, Cesáreo Guillermo, Ulises Heureaux y otros gobernantes similares, los dominicanos arribaron al siglo XX con una tradición de 380 años de gobiernos dictatoriales.
Súmense a éstos los seis años de gobierno fuerte de Ramón Cáceres, los casi dos años de Eladio Victoria y Ramón Bordas Valdez, los ocho años de la primera ocupación militar norteamericana, los treinta y un años de la Era de Trujillo, los diecinueve meses del Triunvirato, y los primeros doce años de Balaguer, y la cifra sube a 440 años, sin contar los más de diez años acumulados de aquellos cortos períodos de guerra y anarquía en los que gobernaban jefes y jefezuelos tan tiránicos como los grandes dictadores.
Con 450 años viviendo bajo dictaduras y tiranías, un pueblo que sólo tiene 515 años de edad, podría compararse a una persona de 51 años que hubiera pasado 45 años de su existencia bajo la férula de los llamados hombres fuertes.
Ésa, más que cualquier otra, parece ser la causa de que la cultura política dominicana todavía esté imbuida de autoritarismo, y que muchos dominicanos, a pesar de haber probado los frutos de la democracia, todavía admiren a los dictadores o que todavía haya personas que propongan el establecimiento de gobiernos de mano dura en el país.
Al síndrome de la familiaridad hay que agregarle también el de la perplejidad. Casi dos tercios de la población dominicana nació después de terminada la Era de Trujillo, más de la mitad nació después del gobierno de Jorge Blanco, esto es, luego de los doce años de Balaguer.
Esta es una legítima inquisición para un sujeto social que se crió y creció en el seno de una familia nacional atemorizada que exaltaba los poderes del padre colectivo esperando los castigos y los premios, según la voluntad o el capricho de "Yo, el Supremo".cación:
Respuesta Durante muchos años, los temas dominantes de la historiografía nacional fueron Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Juan Pablo Duarte, los padres de la patria, y la independencia dominicana, Pedro Santana y la anexión a España, Gregorio Luperón y la restauración de la República. Con la irrupción de Trujillo en el escenario político, un nuevo protagonista cayó bajo la mirada de los historiadores a partir de 1930 y, en las siguientes tres décadas, buena parte de la historiografía dominicana se dedicó a narrar los sucesos de la Era, sin dejar por ello de poner atención a los temas tradicionales. Muerto el dictador en 1961, y durante los 47 años siguientes, su figura no ha desaparecido del escenario intelectual dominicano. . Varios de estos países tienen una gran biografía o una gran novela histórica o seudo-histórica, ya decantadas, acerca de sus dictadores, a diferencia de la República Dominicana, donde este tipo de obras continúa apareciendo Hay varias explicaciones posibles, pero de entre ellas, hay una que podríamos llamar la tesis de la familiaridad, la cual es posible explicar diciendo que el único tipo de gobierno que los dominicanos conocieron durante los primeros tres siglos de su historia dominicana fue una dictadura colonial. Pocos dominicanos tienen conciencia de que la colonia española de Santo Domingo, que se convirtió en la República Dominicana en 1844, fue siempre gobernada por un personaje que concentraba en sus manos todos los poderes del Estado. El Gobernador de Santo Domingo no sólo ejercía el poder político, sino que era, al mismo tiempo, Presidente de la Real Audiencia y, por lo tanto, controlaba el poder judicial, concomitantemente con su posición de Capitán General de la isla, que lo convertía en jefe militar supremo de la colonia. Este gobernante también ejercía un poder incuestionable sobre la Iglesia Católica en virtud del Derecho de Patronato, investido en la monarquía española, que se transmitía a los virreyes y capitanes generales en toda América hispana. Los cuatro poderes: el político, el judicial, el militar y el eclesiástico, concentrados en una sola persona, durante los primeros 330 de los 515 años de historia del pueblo dominicano. Al concluir el gobierno colonial español, la sociedad dominicana pasó a ser gobernada por otro dictador, esta vez vitalicio, durante 21 de los 22 años de la Dominación Haitiana, lo cual suma 351 años de gobierno unipersonal, autoritario y centralista. Por eso no debe sorprender que una vez alcanzada la independencia en 1844, gracias al activismo de los grupos liberales, a la hora de decidir quién debía gobernar la nueva república, los principales actores de aquellos momentos escogieran al más autoritario de los personajes: Pedro Santana. En su tiempo, Santana fue admirado y odiado, amado y temido, como lo fueron los demás dictadores que le siguieron en el mando. Sumados sus años de gobierno dictatorial a los de Buenaventura Báez, Gaspar Polanco, Ignacio María González, Cesáreo Guillermo, Ulises Heureaux y otros gobernantes similares, los dominicanos arribaron al siglo XX con una tradición de 380 años de gobiernos dictatoriales. Súmense a éstos los seis años de gobierno fuerte de Ramón Cáceres, los casi dos años de Eladio Victoria y Ramón Bordas Valdez, los ocho años de la primera ocupación militar norteamericana, los treinta y un años de la Era de Trujillo, los diecinueve meses del Triunvirato, y los primeros doce años de Balaguer, y la cifra sube a 440 años, sin contar los más de diez años acumulados de aquellos cortos períodos de guerra y anarquía en los que gobernaban jefes y jefezuelos tan tiránicos como los grandes dictadores. Con 450 años viviendo bajo dictaduras y tiranías, un pueblo que sólo tiene 515 años de edad, podría compararse a una persona de 51 años que hubiera pasado 45 años de su existencia bajo la férula de los llamados hombres fuertes. Ésa, más que cualquier otra, parece ser la causa de que la cultura política dominicana todavía esté imbuida de autoritarismo, y que muchos dominicanos, a pesar de haber probado los frutos de la democracia, todavía admiren a los dictadores o que todavía haya personas que propongan el establecimiento de gobiernos de mano dura en el país. Al síndrome de la familiaridad hay que agregarle también el de la perplejidad. Casi dos tercios de la población dominicana nació después de terminada la Era de Trujillo, más de la mitad nació después del gobierno de Jorge Blanco, esto es, luego de los doce años de Balaguer. Esta es una legítima inquisición para un sujeto social que se crió y creció en el seno de una familia nacional atemorizada que exaltaba los poderes del padre colectivo esperando los castigos y los premios, según la voluntad o el capricho de "Yo, el Supremo".cación: