Si bien es cierto que el ruido puede ser caracterizado adecuadamente, el hecho de estar ligado a la percepción humana le asocia en cierta medida un carácter subjetivo. El sonido de una motocicleta de carreras o de un concierto de rock puede ser algo divino para una persona, pero puede también significar un dolor de cabeza para otra. Sin embargo, sea cual sea la percepción personal de un ruido, es evidente que la exposición a niveles altos de ruido puede ser muy nocivo para la salud. La capacidad auditiva se deteriora (temporal o permanentemente) en la banda comprendida entre 75 dB(A) y 125 dB(A).
El ruido pasa a ser doloroso, cuando se sobrepasan los 125 dB(A), llegando al umbral de dolor a los 140 dB(A). Aparte del ruido extremo, que puede llevar a la sordera, también los niveles de ruido menores pueden perjudicar la salud de las personas. Así por ejemplo, el ruido puede causar efectos sobre:
El sistema cardiovascular, con alteraciones del ritmo cardíaco, riesgo coronario, hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos de carácter neurovegetativo.Glándulas endocrinas, con alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina.Aparato digestivo, con incremento de enfermedad gastroduodenal por dificultar el descanso.Otras afecciones, por incremento de estrés, aumento de alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas, dificultades de observación, concentración, rendimiento y facilitando los accidentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, en la Unión Europea alrededor de 40% de la población está expuesta al ruido del tráfico con un nivel equivalente de presión sonora que excede 55 dB(A) en el día y 20% están expuestos a más de 65 dB(A). Si se considera la exposición total al ruido del tráfico se puede calcular que aproximadamente la mitad de los europeos vive en zonas de gran contaminación sonora. Más del 30% de la población están expuestos durante la noche a niveles de presión sonora por encima de 55 dB(A), lo que puede causar trastornos del sueño.
Aparte de los efectos sobre los seres humanos, el ruido también puede influir sobre la naturaleza, por ejemplo alterando el hábitat de animales y aves, lo cual puede llevar a alterar los ecosistemas.
Si bien es cierto que el ruido puede ser caracterizado adecuadamente, el hecho de estar ligado a la percepción humana le asocia en cierta medida un carácter subjetivo. El sonido de una motocicleta de carreras o de un concierto de rock puede ser algo divino para una persona, pero puede también significar un dolor de cabeza para otra. Sin embargo, sea cual sea la percepción personal de un ruido, es evidente que la exposición a niveles altos de ruido puede ser muy nocivo para la salud. La capacidad auditiva se deteriora (temporal o permanentemente) en la banda comprendida entre 75 dB(A) y 125 dB(A).
El ruido pasa a ser doloroso, cuando se sobrepasan los 125 dB(A), llegando al umbral de dolor a los 140 dB(A). Aparte del ruido extremo, que puede llevar a la sordera, también los niveles de ruido menores pueden perjudicar la salud de las personas. Así por ejemplo, el ruido puede causar efectos sobre:
El sistema cardiovascular, con alteraciones del ritmo cardíaco, riesgo coronario, hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos de carácter neurovegetativo.Glándulas endocrinas, con alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina.Aparato digestivo, con incremento de enfermedad gastroduodenal por dificultar el descanso.Otras afecciones, por incremento de estrés, aumento de alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas, dificultades de observación, concentración, rendimiento y facilitando los accidentes.Según la Organización Mundial de la Salud, en la Unión Europea alrededor de 40% de la población está expuesta al ruido del tráfico con un nivel equivalente de presión sonora que excede 55 dB(A) en el día y 20% están expuestos a más de 65 dB(A). Si se considera la exposición total al ruido del tráfico se puede calcular que aproximadamente la mitad de los europeos vive en zonas de gran contaminación sonora. Más del 30% de la población están expuestos durante la noche a niveles de presión sonora por encima de 55 dB(A), lo que puede causar trastornos del sueño.
Aparte de los efectos sobre los seres humanos, el ruido también puede influir sobre la naturaleza, por ejemplo alterando el hábitat de animales y aves, lo cual puede llevar a alterar los ecosistemas.
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