La Iglesia se interesa por el bienéstar de sus miembros y de los hombres en
general. En primer lugar, por su bienestar material: no puede menos que
desear que nadie sufra hambre, frío ni desamparo. Pero, además, la Iglesia
sabe que para la mayoría de los hombres un bienestar mínimo es necesario
para la rectitud moral. Es cierto que algunas almas escogidas han buscado
voluntariamente la pobreza más rigurosa, y en medio de ella han sido un
ejemplo de virtudes heroicas. También lo es que a otras que no buscaron la
pobreza, ésta les vino impuesta por las circunstancias y fue aceptada
generosamente, y las privaciones y escaseces no fueron motivo para que se
apartaran de la senda del deber y de la virtud. Pero todo esto fue —lo hemos
dicho— para almas escogidas; para la gran mayoría de los mortales, las
privaciones propias y el espectáculo de las privaciones de sus seres más
queridos son obstáculos, casi siempre insuperables, a la práctica de la
virtud. El hombre pobre y enfermo, el obrero sin trabajo, si sus circunstancias
perduran cierto tiempo y sobre todo si contempla a su esposa e hijos
hambrientos, en una vivienda sórdida, es improbable que acepte el orden
social ni se someta resignadamente a la voluntad divina. Por todas estas
razones, los pensadores cristianos y las autoridades eclesiásticas tradicio
nalmente han dedicado reflexión y normas prácticas al intento de mejorar la
condición material de los hombres.
Explicación:
4 votes Thanks 5
villaojeanine
gracias por tu ayuda buscaba una respuesta de este tipo ya que buscaba preguntas como la mia y las personas respondia cosas sin sentido encerio gracias uwu!
Respuesta:
La Iglesia se interesa por el bienéstar de sus miembros y de los hombres en
general. En primer lugar, por su bienestar material: no puede menos que
desear que nadie sufra hambre, frío ni desamparo. Pero, además, la Iglesia
sabe que para la mayoría de los hombres un bienestar mínimo es necesario
para la rectitud moral. Es cierto que algunas almas escogidas han buscado
voluntariamente la pobreza más rigurosa, y en medio de ella han sido un
ejemplo de virtudes heroicas. También lo es que a otras que no buscaron la
pobreza, ésta les vino impuesta por las circunstancias y fue aceptada
generosamente, y las privaciones y escaseces no fueron motivo para que se
apartaran de la senda del deber y de la virtud. Pero todo esto fue —lo hemos
dicho— para almas escogidas; para la gran mayoría de los mortales, las
privaciones propias y el espectáculo de las privaciones de sus seres más
queridos son obstáculos, casi siempre insuperables, a la práctica de la
virtud. El hombre pobre y enfermo, el obrero sin trabajo, si sus circunstancias
perduran cierto tiempo y sobre todo si contempla a su esposa e hijos
hambrientos, en una vivienda sórdida, es improbable que acepte el orden
social ni se someta resignadamente a la voluntad divina. Por todas estas
razones, los pensadores cristianos y las autoridades eclesiásticas tradicio
nalmente han dedicado reflexión y normas prácticas al intento de mejorar la
condición material de los hombres.
Explicación: