La diplomacia del dólar es un modelo de política exterior de los Estados Unidos -particularmente manifestada durante la presidencia de William Taft- en la cual se busca el dominio estadounidense sobre varios países estratégicos para esta nación (principalmente los localizados en América Latina y Asia Central) a través del uso de su poder económico superior como garantía de concesión y mantenimiento a largo plazo de créditos e inversiones a dichos países. Hay historiadores, entre los que destaca, Thomas Andrew Bailey, los cuales argumentan que la diplomacia del dólar no es algo nuevo en las relaciones internacionales de los Estados Unidos, porque esta ha sido usada desde los primeros años de la República norteamericana como una manera para asegurar la realización de sus intereses político-comerciales en el exterior.
Sin embargo, de manera formal, dicho término fue acuñado por el presidente Theodore Roosevelt tras la resolución, usando esta metodología, del bloqueo naval a Venezuela acontecido entre 1902 y 1903. Mediante esta acción se mostró que una nueva era de diplomacia se acercaba al mundo, en la cual el dinero tendría más importancia en el comercio y política globalizados que otras acciones de convencimiento forzado como la tradicional política de cañonero. Esto se volvería evidente para inicios de la década de 1910, con las continuas intervenciones monetarias norteamericanas en Libia, América Latina y China, en la forma disfrazada de fideicomisos para la industrialización e inversiones varias.
Una acepción al uso de este término se da con varios círculos de intelectuales latinoamericanos -como el de los historiadores mexicanos Francisco Ignacio Taibo y Francisco Martín Moreno-, para los cuales la diplomacia del dólar es un concepto despectivo con el que se critican las formas usadas por corporaciones y el gobierno estadounidense cuyo objetivo es la realización de los intereses político-comerciales de ambos gigantes americanos, teniendo como mediador de las mismas su poder económico que les permite la compra de gobiernos, milicias, y, a posteriori, la apertura en desigualdad de nuevos mercados.
La diplomacia del dólar es un modelo de política exterior de los Estados Unidos -particularmente manifestada durante la presidencia de William Taft- en la cual se busca el dominio estadounidense sobre varios países estratégicos para esta nación (principalmente los localizados en América Latina y Asia Central) a través del uso de su poder económico superior como garantía de concesión y mantenimiento a largo plazo de créditos e inversiones a dichos países. Hay historiadores, entre los que destaca, Thomas Andrew Bailey, los cuales argumentan que la diplomacia del dólar no es algo nuevo en las relaciones internacionales de los Estados Unidos, porque esta ha sido usada desde los primeros años de la República norteamericana como una manera para asegurar la realización de sus intereses político-comerciales en el exterior.
Sin embargo, de manera formal, dicho término fue acuñado por el presidente Theodore Roosevelt tras la resolución, usando esta metodología, del bloqueo naval a Venezuela acontecido entre 1902 y 1903. Mediante esta acción se mostró que una nueva era de diplomacia se acercaba al mundo, en la cual el dinero tendría más importancia en el comercio y política globalizados que otras acciones de convencimiento forzado como la tradicional política de cañonero. Esto se volvería evidente para inicios de la década de 1910, con las continuas intervenciones monetarias norteamericanas en Libia, América Latina y China, en la forma disfrazada de fideicomisos para la industrialización e inversiones varias.
Una acepción al uso de este término se da con varios círculos de intelectuales latinoamericanos -como el de los historiadores mexicanos Francisco Ignacio Taibo y Francisco Martín Moreno-, para los cuales la diplomacia del dólar es un concepto despectivo con el que se critican las formas usadas por corporaciones y el gobierno estadounidense cuyo objetivo es la realización de los intereses político-comerciales de ambos gigantes americanos, teniendo como mediador de las mismas su poder económico que les permite la compra de gobiernos, milicias, y, a posteriori, la apertura en desigualdad de nuevos mercados.