Este tiempo, como sabemos, es uno especialmente dedicado a preparar la más grande de las fiestas del año: la Pascua. Pero también nos sirve para reparar las grietas que el tiempo va abriendo en el alma, producto de nuestro descuido y nuestro contacto con el pecado.
En Cuaresma se nos invita a cambiar, a trabajar, a colaborar con la obra del Espíritu en nosotros, a crecer espiritualmente para estar más cerca de Dios y de los demás.
Para ello la Iglesia nos ofrece los medios propios de lo que se llama la ascética cristiana, como son la oración, el ayuno, la abstinencia de carne, la limosna, la mortificación y guarda de los sentidos para lograr el control del cuerpo y la supremacía del espíritu. Sin estos medios, y otros que ciertamente podríamos agregar, no hay por qué extrañarse de que uno se encuentre en las antípodas del ideal cristiano. ¡No se puede pedir peras al olmo!
Este tiempo, como sabemos, es uno especialmente dedicado a preparar la más grande de las fiestas del año: la Pascua. Pero también nos sirve para reparar las grietas que el tiempo va abriendo en el alma, producto de nuestro descuido y nuestro contacto con el pecado.
En Cuaresma se nos invita a cambiar, a trabajar, a colaborar con la obra del Espíritu en nosotros, a crecer espiritualmente para estar más cerca de Dios y de los demás.
Para ello la Iglesia nos ofrece los medios propios de lo que se llama la ascética cristiana, como son la oración, el ayuno, la abstinencia de carne, la limosna, la mortificación y guarda de los sentidos para lograr el control del cuerpo y la supremacía del espíritu. Sin estos medios, y otros que ciertamente podríamos agregar, no hay por qué extrañarse de que uno se encuentre en las antípodas del ideal cristiano. ¡No se puede pedir peras al olmo!