Verdecín, el árbol chiquitínHabía una vez un bosque mágico en el que crecían todo tipo de árboles: de hoja perenne, de hoja caduca, de hojas grandes, de hojas pequeñas y así, todas las diferencias que se puedan imaginar.
Con el paso del tiempo, todos los árboles fueron creciendo, haciéndose cada vez más altos y con troncos más grandes. Todos menos Verdecín, que se había quedado chiquitín.
Todos los árboles se reían de Verdecín, porque apenas había crecido mientras los demás se habían hecho muy grandes, incluso enormes.
—Esfuérzate más, Verdecín —le decían las ardillas.
Pero el problema no es que Verdecín no quisiera crecer.
—Vamos, Verdecín, que tú puedes —le decían los pájaros.
Pero es que Verdecín no podía crecer más deprisa.
Un día entró en el bosque un mago en busca de algunos ingredientes para sus pócimas y sus ungüentos. Iba busca la corteza de algunos árboles, resina de otros y también algunas hojas y frutos.
El mago estaba muy entretenido con su trabajo hasta que, de pronto, vio a Verdecín.
—Hola, amiguito —dijo el mago—. ¿Quién eres tú?
—Soy Verdecín, el árbol chiquitín —dijo el arbolito.
—Sí que eres chiquitín, sí —dijo el mago—. ¿Eres nuevo o algo así? Pensé que en este bosque milenario no nacían árboles nuevos.
pues la verdad no sé pero párese ser la idea revolucionaria de Napoleón bonaparte
RespuestaVerdecín, el árbol chiquitín
Cuentos originales
Autor: Eva María Rodríguez
Edades: cualquiera
Valores: fraternidad, ayudar, lealtad
Verdecín, el árbol chiquitínHabía una vez un bosque mágico en el que crecían todo tipo de árboles: de hoja perenne, de hoja caduca, de hojas grandes, de hojas pequeñas y así, todas las diferencias que se puedan imaginar.
Con el paso del tiempo, todos los árboles fueron creciendo, haciéndose cada vez más altos y con troncos más grandes. Todos menos Verdecín, que se había quedado chiquitín.
Todos los árboles se reían de Verdecín, porque apenas había crecido mientras los demás se habían hecho muy grandes, incluso enormes.
—Esfuérzate más, Verdecín —le decían las ardillas.
Pero el problema no es que Verdecín no quisiera crecer.
—Vamos, Verdecín, que tú puedes —le decían los pájaros.
Pero es que Verdecín no podía crecer más deprisa.
Un día entró en el bosque un mago en busca de algunos ingredientes para sus pócimas y sus ungüentos. Iba busca la corteza de algunos árboles, resina de otros y también algunas hojas y frutos.
El mago estaba muy entretenido con su trabajo hasta que, de pronto, vio a Verdecín.
—Hola, amiguito —dijo el mago—. ¿Quién eres tú?
—Soy Verdecín, el árbol chiquitín —dijo el arbolito.
—Sí que eres chiquitín, sí —dijo el mago—. ¿Eres nuevo o algo así? Pensé que en este bosque milenario no nacían árboles nuevos.
Explicación: