Hijo de Luis Cornelio Enríquez Gallo y de Carmen Gallo Almeida, hermana del filántropo Alejandro Gallo Almeida, quien legó su cuantiosa fortuna a la Universidad Central de Quito para que se estableciera una escuela para mayordomos de hacienda, la que puso a funcionar el rector Pablo Arturo Suárez en 1933; y del padre Gallo Almeida, sacerdote jesuita autor de un texto de literatura ecuatoriana de escaso contenido crítico pero valioso por las fotografías que en él se publicaron. Todos eran latacungueños.
Estudios[editar]
Fue el tercero de una familia de cinco hermanos, y estudió la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos de su ciudad natal.
El 15 de enero de 1900fue al salir de clase con sus compañeros, presenció el paso de las tropas alfaristas que se dirigían a combatir al ejército del presidente Lizardo García en terrenos de la hacienda El Tambo de Cuilche. De regreso a su casa, pasó con seis amigos a recoger casquillos al Tambo de Chasqui, en cuyas llanuras iban a enfrentarse ambos ejércitos, pero el comandante Rafael Ramos lo increpó duramente por esa irresponsabilidad. Sin embargo, el general Alfaro, que se encontraba cerca, se aproximó y acariciándole la cabeza puso una monedita de oro en sus manos y le dijo: "Tus parientes han sido conservadores, pero tú serás liberal". El joven Enríquez solo atinó a contestarle: "Sí, mi General".
Meses después de esa aventura, entró a estudiar la secundaria en el Vicente León, donde siguió los tres primeros cursos. En 1910, de solo 15 años, al producirse el conflicto armado con Perú, se presentó al cuartel del Batallón Cotopaxi y sentó plaza de voluntario. El comandante Juan José Villacreses lo devolvió al colegio aduciendo que aún era muy joven. Vuelto a escapar, fue al cuartel del Batallón Pichincha insistiendo ante su jefe, el comandante Sánchez, quien por fuerza de los ruegos del muchacho, lo enroló como tambor de la unidad y, cuando pasó la movilización general, lo licenciaron con el cargo de cabo segundo, y regresó a clase. En julio de ese año, hubo consejo familiar, y su padre decidió enviarlo al colegio Mejía de Quito, en el que concluyó el cuarto año.
En diciembre de 1911, con motivo de la revolución del general Pedro J. Montero, abandonando definitivamente los estudios, ingresó como cabo primero del Ejército gobiernista de los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade y avanzó a Huigra para atacar a las fuerzas de Flavio Alfaro.
El 11 de enero de 1912, recibió la orden de resistir con tres reclutas al pie de un puente, y allí se mantuvo pese al peligro. Después de la acción, fue abrazado y felicitado por Andrade. Al concluir la campaña, se le licenció como sargento primero. Años después, contaba la siguiente anécdota: "Un recluta muy joven me preguntó antes de la acción qué había que hacer para no huir, porque estaba con mucho miedo. Yo le contesté en broma: 'Amárrate las piernas'. El recluta así lo hizo y resistió en su puesto de combate. Al finalizar la acción, se lo llevaron en una camilla, porque había sido herido, pero mostraba en su rostro la satisfacción del deber cumplido".
Entre 1912 y 1913, siguió un curso en la Escuela de Aplicación para Militares Inferiores bajo las órdenes del coronel Luis Cabrera, y al concluirlo recibió el grado de subteniente. Viajó a Esmeraldas e intervino en la campaña contra el general Carlos Concha.
En 1915, ascendió a teniente, y ya era considerado el mejor caballista y jinete del país. El 1917, fue inspector de Alcoholes de la parroquia Angamarca. En 1918, recibió los despachos de capitán, fue enrolado en el famoso escuadrón Cazadores de los Ríos y triunfó en diferentes concursos hípicos. Entonces, fue destinado a combatir el cuatrerismo en las provincias de la Costa. Ese año, contrajo matrimonio con Piedad Portilla Castro, de quien se divorció años después, habiendo tenido sucesión.
Entre 1919 y 1920, desempeñó la Inspectoría de la parroquia Corazón (provincia de Cotopaxi) y fue reincorporado al Batallón Imbabura. A principios de noviembre de 1922, fue trasladado a Guayaquil; y el 15 de ese mes, cumpliendo órdenes del general Enrique Barriga, salió a patrullar la ciudad. A la altura de la avenida Olmedo, su escuadrón tuvo un encuentro con varios grupos de obreros y ordenó disparar al aire para amedrentarlos pero fueron contestados con piedras, resultando heridos el Corneta y el Teniente Matías Ulloa que cayeron de sus cabalgaduras.
Hijo de Luis Cornelio Enríquez Gallo y de Carmen Gallo Almeida, hermana del filántropo Alejandro Gallo Almeida, quien legó su cuantiosa fortuna a la Universidad Central de Quito para que se estableciera una escuela para mayordomos de hacienda, la que puso a funcionar el rector Pablo Arturo Suárez en 1933; y del padre Gallo Almeida, sacerdote jesuita autor de un texto de literatura ecuatoriana de escaso contenido crítico pero valioso por las fotografías que en él se publicaron. Todos eran latacungueños.
Estudios[editar]Fue el tercero de una familia de cinco hermanos, y estudió la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos de su ciudad natal.
El 15 de enero de 1900fue al salir de clase con sus compañeros, presenció el paso de las tropas alfaristas que se dirigían a combatir al ejército del presidente Lizardo García en terrenos de la hacienda El Tambo de Cuilche. De regreso a su casa, pasó con seis amigos a recoger casquillos al Tambo de Chasqui, en cuyas llanuras iban a enfrentarse ambos ejércitos, pero el comandante Rafael Ramos lo increpó duramente por esa irresponsabilidad. Sin embargo, el general Alfaro, que se encontraba cerca, se aproximó y acariciándole la cabeza puso una monedita de oro en sus manos y le dijo: "Tus parientes han sido conservadores, pero tú serás liberal". El joven Enríquez solo atinó a contestarle: "Sí, mi General".
Meses después de esa aventura, entró a estudiar la secundaria en el Vicente León, donde siguió los tres primeros cursos. En 1910, de solo 15 años, al producirse el conflicto armado con Perú, se presentó al cuartel del Batallón Cotopaxi y sentó plaza de voluntario. El comandante Juan José Villacreses lo devolvió al colegio aduciendo que aún era muy joven. Vuelto a escapar, fue al cuartel del Batallón Pichincha insistiendo ante su jefe, el comandante Sánchez, quien por fuerza de los ruegos del muchacho, lo enroló como tambor de la unidad y, cuando pasó la movilización general, lo licenciaron con el cargo de cabo segundo, y regresó a clase. En julio de ese año, hubo consejo familiar, y su padre decidió enviarlo al colegio Mejía de Quito, en el que concluyó el cuarto año.
En diciembre de 1911, con motivo de la revolución del general Pedro J. Montero, abandonando definitivamente los estudios, ingresó como cabo primero del Ejército gobiernista de los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade y avanzó a Huigra para atacar a las fuerzas de Flavio Alfaro.
El 11 de enero de 1912, recibió la orden de resistir con tres reclutas al pie de un puente, y allí se mantuvo pese al peligro. Después de la acción, fue abrazado y felicitado por Andrade. Al concluir la campaña, se le licenció como sargento primero. Años después, contaba la siguiente anécdota: "Un recluta muy joven me preguntó antes de la acción qué había que hacer para no huir, porque estaba con mucho miedo. Yo le contesté en broma: 'Amárrate las piernas'. El recluta así lo hizo y resistió en su puesto de combate. Al finalizar la acción, se lo llevaron en una camilla, porque había sido herido, pero mostraba en su rostro la satisfacción del deber cumplido".
Entre 1912 y 1913, siguió un curso en la Escuela de Aplicación para Militares Inferiores bajo las órdenes del coronel Luis Cabrera, y al concluirlo recibió el grado de subteniente. Viajó a Esmeraldas e intervino en la campaña contra el general Carlos Concha.
En 1915, ascendió a teniente, y ya era considerado el mejor caballista y jinete del país. El 1917, fue inspector de Alcoholes de la parroquia Angamarca. En 1918, recibió los despachos de capitán, fue enrolado en el famoso escuadrón Cazadores de los Ríos y triunfó en diferentes concursos hípicos. Entonces, fue destinado a combatir el cuatrerismo en las provincias de la Costa. Ese año, contrajo matrimonio con Piedad Portilla Castro, de quien se divorció años después, habiendo tenido sucesión.
Entre 1919 y 1920, desempeñó la Inspectoría de la parroquia Corazón (provincia de Cotopaxi) y fue reincorporado al Batallón Imbabura. A principios de noviembre de 1922, fue trasladado a Guayaquil; y el 15 de ese mes, cumpliendo órdenes del general Enrique Barriga, salió a patrullar la ciudad. A la altura de la avenida Olmedo, su escuadrón tuvo un encuentro con varios grupos de obreros y ordenó disparar al aire para amedrentarlos pero fueron contestados con piedras, resultando heridos el Corneta y el Teniente Matías Ulloa que cayeron de sus cabalgaduras.