Poco o nada se sabe de su origen excepto que era irlandés, de lo que informa su nombre. Juan Escoto Erígena es prácticamente decir "Juan el irlandés de Irlanda": Scoti era el nombre genérico usado en la Edad Media para referirse a los gaélicos en general (fueran irlandeses o escoceses) y Erígena o Eriúgena viene de Erin que es como se denominaba en el Medioevo a Irlanda.
Se trasladó a Francia hacia el año 850, para dirigir la escuela palatina de Carlos el Calvo,1 y donde dejó influencia en Erico de Auxerre y su escuela monástica de Auxerre. Participó en la controversia predestinacionista sostenida entre Godescalco por una parte y los obispos Rabano Mauro e Hincmaro de Reims por otro. Tradujo del griego las obras del Pseudo Dionisio y las de Gregorio de Nisa con lo que enriquece el horizonte teológico latino con las aportaciones de estos autores orientales.
Su actividad transcurrió en tiempos del “renacimiento carolingio”: primera unificación funcional de los poderes políticos y religiosos a partir de la idea de Imperio Cristiano. Sus tesis, interpretadas como panteísmo a partir de su utilización de las gradaciones neoplatónicas, fueron condenadas en el Concilio de París de 1210. El Papa Honorio III, en 1225, exigió que todas las copias de sus obras fueran llevadas a Roma para ser quemadas.
Poco o nada se sabe de su origen excepto que era irlandés, de lo que informa su nombre. Juan Escoto Erígena es prácticamente decir "Juan el irlandés de Irlanda": Scoti era el nombre genérico usado en la Edad Media para referirse a los gaélicos en general (fueran irlandeses o escoceses) y Erígena o Eriúgena viene de Erin que es como se denominaba en el Medioevo a Irlanda.
Se trasladó a Francia hacia el año 850, para dirigir la escuela palatina de Carlos el Calvo,1 y donde dejó influencia en Erico de Auxerre y su escuela monástica de Auxerre. Participó en la controversia predestinacionista sostenida entre Godescalco por una parte y los obispos Rabano Mauro e Hincmaro de Reims por otro. Tradujo del griego las obras del Pseudo Dionisio y las de Gregorio de Nisa con lo que enriquece el horizonte teológico latino con las aportaciones de estos autores orientales.
Su actividad transcurrió en tiempos del “renacimiento carolingio”: primera unificación funcional de los poderes políticos y religiosos a partir de la idea de Imperio Cristiano. Sus tesis, interpretadas como panteísmo a partir de su utilización de las gradaciones neoplatónicas, fueron condenadas en el Concilio de París de 1210. El Papa Honorio III, en 1225, exigió que todas las copias de sus obras fueran llevadas a Roma para ser quemadas.