Por más de un millón de años, comenzando con los cazadores-recolectores, la humanidad ha encontrado formas de alimentarse a partir de lo que el planeta ofrece, ya sea recogiendo los frutos silvestres o cultivando el suelo. Gran parte de la agricultura a nivel mundial era, y aún es, realizada a mano.
Una vez que comenzó el abastecimiento de derivados de energía fósil, hace más de 200 años, la producción agrícola industrial inició su desarrollo. Aunque los actuales sistemas agrícolas industriales, basados en un alto nivel de aporte de insumos fósiles, son relativamente productivos, su sostenibilidad puede ser cuestionada dado que los ecosistemas agrícolas a nivel mundial están siendo degradados severamente por la erosión del suelo, la salinización y la contaminación del agua. Los recursos de energía fósil que son esenciales para la fabricación de fertilizantes, plaguicidas, así como para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y para impulsar sistemas de riego, no son renovables. Las reservas de petróleo y gas natural se habrán agotado dentro de los próximos 35 a 40 años.
Durante mucho tiempo los hombres han dependido de los sistemas de agricultura sostenible para su supervivencia. En la actualidad, se presentan grandes problemas debidos al rápido ritmo de crecimiento de la población humana y a la disminución de las tierras fértiles y de los recursos de energía fósil. Desde 1984, el abastecimiento de diversos granos –cultivos básicos que constituyen más del 80 por ciento de los alimentos a nivel mundial– ha ido disminuyendo. Además de limitar el crecimiento poblacional, para satisfacer las necesidades básicas de alimentación de la población mundial en expansión, deberá desarrollarse un sistema agrícola productivo y sostenible. Partiendo del análisis de diversos sistemas agrícolas, debemos estudiar el uso eficiente de todos los recursos energéticos y aprender a conservar la tierra, el agua y los recursos biológicos que son esenciales para lograr una agricultura sostenible en el futuro.
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Por más de un millón de años, comenzando con los cazadores-recolectores, la humanidad ha encontrado formas de alimentarse a partir de lo que el planeta ofrece, ya sea recogiendo los frutos silvestres o cultivando el suelo. Gran parte de la agricultura a nivel mundial era, y aún es, realizada a mano.
Una vez que comenzó el abastecimiento de derivados de energía fósil, hace más de 200 años, la producción agrícola industrial inició su desarrollo. Aunque los actuales sistemas agrícolas industriales, basados en un alto nivel de aporte de insumos fósiles, son relativamente productivos, su sostenibilidad puede ser cuestionada dado que los ecosistemas agrícolas a nivel mundial están siendo degradados severamente por la erosión del suelo, la salinización y la contaminación del agua. Los recursos de energía fósil que son esenciales para la fabricación de fertilizantes, plaguicidas, así como para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y para impulsar sistemas de riego, no son renovables. Las reservas de petróleo y gas natural se habrán agotado dentro de los próximos 35 a 40 años.
Durante mucho tiempo los hombres han dependido de los sistemas de agricultura sostenible para su supervivencia. En la actualidad, se presentan grandes problemas debidos al rápido ritmo de crecimiento de la población humana y a la disminución de las tierras fértiles y de los recursos de energía fósil. Desde 1984, el abastecimiento de diversos granos –cultivos básicos que constituyen más del 80 por ciento de los alimentos a nivel mundial– ha ido disminuyendo. Además de limitar el crecimiento poblacional, para satisfacer las necesidades básicas de alimentación de la población mundial en expansión, deberá desarrollarse un sistema agrícola productivo y sostenible. Partiendo del análisis de diversos sistemas agrícolas, debemos estudiar el uso eficiente de todos los recursos energéticos y aprender a conservar la tierra, el agua y los recursos biológicos que son esenciales para lograr una agricultura sostenible en el futuro.
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