En la Antigüedad, eran «los dioses» quienes dictaban las leyes a los hombres. Por eso, las leyes eran sagradas.
El Código de Hammurabi, datado hacia el año 1700 antes de nuestra era, representa exactamente eso, al rey Hammurabi de Babilonia recibiendo de Samash, dios del Sol y la justicia, las reglas a cumplir para fomentar el bienestar entre las gentes.
Una prueba de dicho Código se encuentra sobre en el Museo del Louvre, de París. Es una columna de basalto negro de dos metros de alto. Sin duda alguna es una de las mayores maravillas que nos ha legado la antigüedad y uno de los primeros intentos legislativos de la Humanidad.
Consta de un prólogo, 282 leyes y un epílogo, donde se regula la vida social y económica en todos sus aspectos, estableciendo un riguroso e implacable sistema penal, basado por lo general en la conocida “Ley del Talión”, o lo que es lo mismo “ojo por ojo, diente por diente”.
Así, quien cometía un delito era sancionado con un castigo similar al daño ocasionado.
Según el Código, por ejemplo:
“Si un hombre destruye el ojo a otro hombre, se le destruirá el ojo”, o:
“Si un hombre destruye el hueso a otro hombre, se le romperá un hueso a él”.
Respuesta:
En la Antigüedad, eran «los dioses» quienes dictaban las leyes a los hombres. Por eso, las leyes eran sagradas.
El Código de Hammurabi, datado hacia el año 1700 antes de nuestra era, representa exactamente eso, al rey Hammurabi de Babilonia recibiendo de Samash, dios del Sol y la justicia, las reglas a cumplir para fomentar el bienestar entre las gentes.
Una prueba de dicho Código se encuentra sobre en el Museo del Louvre, de París. Es una columna de basalto negro de dos metros de alto. Sin duda alguna es una de las mayores maravillas que nos ha legado la antigüedad y uno de los primeros intentos legislativos de la Humanidad.
Consta de un prólogo, 282 leyes y un epílogo, donde se regula la vida social y económica en todos sus aspectos, estableciendo un riguroso e implacable sistema penal, basado por lo general en la conocida “Ley del Talión”, o lo que es lo mismo “ojo por ojo, diente por diente”.
Así, quien cometía un delito era sancionado con un castigo similar al daño ocasionado.
Según el Código, por ejemplo:
“Si un hombre destruye el ojo a otro hombre, se le destruirá el ojo”, o:
“Si un hombre destruye el hueso a otro hombre, se le romperá un hueso a él”.
Explicación: