Ayudenme necesito una redaccion de 500 palabras de que haria si fuese presidente me ayudan por favor y yo les ayudare en sus demas deberes pero ayudenme en este por fa
Karendrs26
Haría muchas cosas. En mi corta presidencia haría, creo, muchas cosas. Haría, también, una sola cosa, ejercer mi profesión. Hace ya un buen tiempo que trato de reivindicarme como político general, como cuando se habla de un médico general.
Creer que la política debe entenderse como se entiende a la medicina no es un punto trivial. Es algo muy fundamental, porque lo que se propone es que se trata de profesión, arte, ocupación u oficio, no de una ciencia. Nuestras universidades debieran tener escuelas de política.
No hablo de las escuelas de ciencias políticas, que enfatizan, por un lado, la historia de los acontecimientos políticos tanto como la de las ideas políticas, y que por el otro examinan el fenómeno político desde la perspectiva imparcial de la ciencia, con la intención de formular alguna teoría que explique ese fenómeno más o menos adecuadamente.
Hablo de escuelas de política que capaciten para hacerla, no para explicarla. De escuelas en las que se enseñe cosas útiles al ejercicio de la función pública. Yo sé que se enseña algo de técnicas de decisión y cosas así en las escuelas de ciencias políticas, pero esta carrera no capacita demasiado para ese ejercicio. Lo que necesitamos es una carrera en la que se estudie mucho de lo que hay hoy en día bastante desarrollado, un arsenal de formatos para decidir, para analizar costos y beneficios, para comunicar, para inventar tratamientos, para procurar la salud pública.
Y creo que lo primero que debieran enseñar esas escuelas es que el pueblo es más sabio y poderoso que el gobierno. Que la intervención del político debe ser siempre por la salud del pueblo. Que nunca deja de aprenderse el arte del Estado.
Eso, creo, no tiene nada de trivial. La política no es la búsqueda y preservación y engrandecimiento del poder por cualquier medio eficaz, sino la potenciación de la salud pública.
Este modo de entender la política es un cambio que se dará en el mundo. Es inevitable. Nuestra sociedad está siendo cada vez más informatizada. Eso quiere decir que cada vez más habrá más canales, cada vez más interactivos, cada vez más baratos, a través de los cuales podremos hacer algo con la información, desde recibirla hasta generarla, y a través de esa generación, así sea en un solo voto en un referéndum electrónico, podremos influir cada vez más en nuestros procesos públicos.
Pronto nos daremos cuenta de que los políticos que queremos son los verdaderamente idóneos, que están preparados en las disciplinas pertinentes y que buscan por encima de cualquier cosa la salud de la sociedad. Pronto estaremos en capacidad de exigirlos en la función pública. No habrá modo de ocultar por mucho tiempo la incompetencia. La pregunta es ¿querrá Venezuela estar entre las primeras sociedades en hacer política desde esa perspectiva, o preferirá continuar siendo el terreno de batalla en el que quienes solamente quieren el poder luchan entre sí por poseerlo?
Venezuela puede ser, respetables Electores, la primera democracia electrónica del planeta si se lo propone. Si un gobierno decidiera tender por todo el país una red de fibra óptica que llegara hasta todos los hogares, tendría que gastar mucho menos que lo que se empleó en los auxilios extraordinarios al sistema financiero venezolano, y mucho menos aún de lo que se consume en los planes de Petróleos de Venezuela. Y esto compraría una capacidad de crecimiento de la sociedad cuyos límites no somos capaces de vislumbrar: todo el país conectado interactivamente, como en un inmenso instituto de investigación, de comercio, de tramitación, de estimulación social. Como en una inmensa asamblea ateniense que pueda entonces dar existencia a una verdadera democracia participativa.
Pero es que tal vez ni siquiera sea necesario llegar a una erogación de esa magnitud. El 12 de octubre de este año la agencia de noticias Reuters transmitía una noticia asombrosa y preñada de consecuencias: una empresa canadiense y una inglesa anunciaron que conjuntamente habían desarrollado una tecnología que les permitía conexiones del tipo de Internet a través de las líneas de electricidad convencionales, con mucha mayor capacidad y velocidad y mucho menor costo que el necesario para la operación rentable de las redes de clase telefónica. El mismo año próximo comenzarán a instalar lo necesario para aprovechar el tendido de redes ya existente en Inglaterra.
¿Se imaginan lo que puede pasar si hiciéramos algo así en nuestro país, donde prácticamente llega la electricidad hasta el último rincón de su territorio? ¿Qué pudiera pasar en una sociedad como la nuestra, en la que se encuentran tan frecuentes demostraciones de ingenio y tan marcadas inclinaciones a la cooperación? Yo creo que los planes más audaces podrían entonces ser llevados a la práctica.
Creer que la política debe entenderse como se entiende a la medicina no es un punto trivial. Es algo muy fundamental, porque lo que se propone es que se trata de profesión, arte, ocupación u oficio, no de una ciencia. Nuestras universidades debieran tener escuelas de política.
No hablo de las escuelas de ciencias políticas, que enfatizan, por un lado, la historia de los acontecimientos políticos tanto como la de las ideas políticas, y que por el otro examinan el fenómeno político desde la perspectiva imparcial de la ciencia, con la intención de formular alguna teoría que explique ese fenómeno más o menos adecuadamente.
Hablo de escuelas de política que capaciten para hacerla, no para explicarla. De escuelas en las que se enseñe cosas útiles al ejercicio de la función pública. Yo sé que se enseña algo de técnicas de decisión y cosas así en las escuelas de ciencias políticas, pero esta carrera no capacita demasiado para ese ejercicio. Lo que necesitamos es una carrera en la que se estudie mucho de lo que hay hoy en día bastante desarrollado, un arsenal de formatos para decidir, para analizar costos y beneficios, para comunicar, para inventar tratamientos, para procurar la salud pública.
Y creo que lo primero que debieran enseñar esas escuelas es que el pueblo es más sabio y poderoso que el gobierno. Que la intervención del político debe ser siempre por la salud del pueblo. Que nunca deja de aprenderse el arte del Estado.
Eso, creo, no tiene nada de trivial. La política no es la búsqueda y preservación y engrandecimiento del poder por cualquier medio eficaz, sino la potenciación de la salud pública.
Este modo de entender la política es un cambio que se dará en el mundo. Es inevitable. Nuestra sociedad está siendo cada vez más informatizada. Eso quiere decir que cada vez más habrá más canales, cada vez más interactivos, cada vez más baratos, a través de los cuales podremos hacer algo con la información, desde recibirla hasta generarla, y a través de esa generación, así sea en un solo voto en un referéndum electrónico, podremos influir cada vez más en nuestros procesos públicos.
Pronto nos daremos cuenta de que los políticos que queremos son los verdaderamente idóneos, que están preparados en las disciplinas pertinentes y que buscan por encima de cualquier cosa la salud de la sociedad. Pronto estaremos en capacidad de exigirlos en la función pública. No habrá modo de ocultar por mucho tiempo la incompetencia. La pregunta es ¿querrá Venezuela estar entre las primeras sociedades en hacer política desde esa perspectiva, o preferirá continuar siendo el terreno de batalla en el que quienes solamente quieren el poder luchan entre sí por poseerlo?
Venezuela puede ser, respetables Electores, la primera democracia electrónica del planeta si se lo propone. Si un gobierno decidiera tender por todo el país una red de fibra óptica que llegara hasta todos los hogares, tendría que gastar mucho menos que lo que se empleó en los auxilios extraordinarios al sistema financiero venezolano, y mucho menos aún de lo que se consume en los planes de Petróleos de Venezuela. Y esto compraría una capacidad de crecimiento de la sociedad cuyos límites no somos capaces de vislumbrar: todo el país conectado interactivamente, como en un inmenso instituto de investigación, de comercio, de tramitación, de estimulación social. Como en una inmensa asamblea ateniense que pueda entonces dar existencia a una verdadera democracia participativa.
Pero es que tal vez ni siquiera sea necesario llegar a una erogación de esa magnitud. El 12 de octubre de este año la agencia de noticias Reuters transmitía una noticia asombrosa y preñada de consecuencias: una empresa canadiense y una inglesa anunciaron que conjuntamente habían desarrollado una tecnología que les permitía conexiones del tipo de Internet a través de las líneas de electricidad convencionales, con mucha mayor capacidad y velocidad y mucho menor costo que el necesario para la operación rentable de las redes de clase telefónica. El mismo año próximo comenzarán a instalar lo necesario para aprovechar el tendido de redes ya existente en Inglaterra.
¿Se imaginan lo que puede pasar si hiciéramos algo así en nuestro país, donde prácticamente llega la electricidad hasta el último rincón de su territorio? ¿Qué pudiera pasar en una sociedad como la nuestra, en la que se encuentran tan frecuentes demostraciones de ingenio y tan marcadas inclinaciones a la cooperación? Yo creo que los planes más audaces podrían entonces ser llevados a la práctica.