Las naves de Ulises, como todas las de la época, eran pequeñas. No tenían más que una vela y un puñado de remeros para impulsarlas. Trataban en lo posible, de no perder de vista la costa, para poder buscar refugio en caso de tormenta.
Muchas veces el clima les jugaba una mala pasada. En este caso, al tiempo de partir, un fuerte viento empujó las naves hacia una isla ocupada por los Cicones.
Ulises, encontró que en esa isla había un gran tesoro y envió a sus hombres a recoger el botín. Los Cicones, rápidamente se armaron para defender sus posesiones emprendiendo una feroz lucha cuerpo a cuerpo contra los navegantes.
Como los Cicones eran muy numerosos ganaron la batalla. Ulises perdió el botín y muchos hombres en la lucha. Pero con los que habían logrado salvarse, logró huir velozmente aunque con mucha tristeza por el resultado adverso de la expedición.
Como si el cielo quisiera castigarlos por su atrevimiento, se desató una fuerte tempestad El agua entraba a raudales y las velas se hincharon por el viento hasta reventar. Varios días lucharon contra las adversidades del tiempo sin descansar.
Cuando por fin, volvió la calma al mar, aprovecharon para reparar las naves y reemplazar las velas destrozadas. Pero nuevamente comenzó a soplar el viento norte alejándolos de su ruta, mar adentro y empujándolos luego hacia otra isla extraña.
Ulises en la Isla de los Cicones
Las naves de Ulises, como todas las de la época, eran pequeñas. No tenían más que una vela y un puñado de remeros para impulsarlas. Trataban en lo posible, de no perder de vista la costa, para poder buscar refugio en caso de tormenta.
Muchas veces el clima les jugaba una mala pasada. En este caso, al tiempo de partir, un fuerte viento empujó las naves hacia una isla ocupada por los Cicones.
Ulises, encontró que en esa isla había un gran tesoro y envió a sus hombres a recoger el botín. Los Cicones, rápidamente se armaron para defender sus posesiones emprendiendo una feroz lucha cuerpo a cuerpo contra los navegantes.
Como los Cicones eran muy numerosos ganaron la batalla. Ulises perdió el botín y muchos hombres en la lucha. Pero con los que habían logrado salvarse, logró huir velozmente aunque con mucha tristeza por el resultado adverso de la expedición.
Como si el cielo quisiera castigarlos por su atrevimiento, se desató una fuerte tempestad El agua entraba a raudales y las velas se hincharon por el viento hasta reventar. Varios días lucharon contra las adversidades del tiempo sin descansar.
Cuando por fin, volvió la calma al mar, aprovecharon para reparar las naves y reemplazar las velas destrozadas. Pero nuevamente comenzó a soplar el viento norte alejándolos de su ruta, mar adentro y empujándolos luego hacia otra isla extraña.