La Edad de Piedra o también Etapa Lítica[1][2] es el período de la prehistoria que abarca desde que los sleres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedra hasta el descubrimiento y uso de metales. La madera, los huesos y otros materiales también fueron utilizados (cuernas, cestos, cuerdas, cuero, u otros), pero la piedra (y, en particular, diversas rocas de rotura concoidea, como el sílex, el cuarzo, la cuarcita, la obsidiana) fue utilizada para fabricar herramientas y armas, de corte o percusión. Sin embargo, esta es una circunstancia necesaria, pero no suficiente, para la definición de este período, ya que en él tuvieron lugar fenómenos fundamentales para lo que sería nuestro futuro: la evolución humana, las grandes adquisiciones tecnológicas (fuego, herramientas, vestimenta), la evolución social, los cambios climáticos, la diáspora del ser humano por todo el mundo habitable (ecúmene), desde su cuna africana, y la revolución económica desde un sistema recolector-cazador, hasta un sistema parcialmente productor (entre otras cosas).
La Edad de los Metales es una de las dos grandes etapas tecnológicas en las que tradicionalmente se ha subdividido a la Prehistoria euroasiática. Por definición, es el periodo que siguió a la Edad de Piedra y durante el cual el ser humano empezó a fabricar objetos de metal[1] fundido. La existencia de procesos metalúrgicos es indispensable para establecer la adscripción de una cultura arqueológica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del Neolítico.[2] Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzaría con las primeras evidencias de fundición del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabaría con la progresiva entrada en la Historia de cada región (en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allí es plenamente histórica.[3][4]
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La Edad de Piedra o también Etapa Lítica[1][2] es el período de la prehistoria que abarca desde que los sleres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedra hasta el descubrimiento y uso de metales. La madera, los huesos y otros materiales también fueron utilizados (cuernas, cestos, cuerdas, cuero, u otros), pero la piedra (y, en particular, diversas rocas de rotura concoidea, como el sílex, el cuarzo, la cuarcita, la obsidiana) fue utilizada para fabricar herramientas y armas, de corte o percusión. Sin embargo, esta es una circunstancia necesaria, pero no suficiente, para la definición de este período, ya que en él tuvieron lugar fenómenos fundamentales para lo que sería nuestro futuro: la evolución humana, las grandes adquisiciones tecnológicas (fuego, herramientas, vestimenta), la evolución social, los cambios climáticos, la diáspora del ser humano por todo el mundo habitable (ecúmene), desde su cuna africana, y la revolución económica desde un sistema recolector-cazador, hasta un sistema parcialmente productor (entre otras cosas).
La Edad de los Metales es una de las dos grandes etapas tecnológicas en las que tradicionalmente se ha subdividido a la Prehistoria euroasiática. Por definición, es el periodo que siguió a la Edad de Piedra y durante el cual el ser humano empezó a fabricar objetos de metal[1] fundido. La existencia de procesos metalúrgicos es indispensable para establecer la adscripción de una cultura arqueológica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del Neolítico.[2] Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzaría con las primeras evidencias de fundición del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabaría con la progresiva entrada en la Historia de cada región (en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allí es plenamente histórica.[3][4]