Hasta el siglo XVI imperaba coma concepción, el sistema geocéntrico del mundo del sabio griego Ptolomeo, según el cual, la Tierra es inmóvil y constituye el centro del Universo, girando en su derredor el sol, la luna, los planetas y los demás astros: todo el mundo. Por eso suponían –y este error era sostenido por la Iglesia– que en la Naturaleza todo se realiza al servicio de la Tierra, al servicio de los intereses de los hombres. Copérnico (siglo XVI) demostró la inconsistencia de esta teoría y expuso el sistema heliocéntrico del mundo, según el cual, en el centro del Universo se halla el Sol, y los planetas (entre ellos también la Tierra) giran a su derredor. La Iglesia desplegó una cruel lucha contra la teoría científica de Copérnico que discrepaba radicalmente de los dogmas eclesiásticos. Veía con razón en la doctrina de Copérnico un golpe al propio fundamento de la concepción religiosa del mundo
Hasta el siglo XVI imperaba coma concepción, el sistema geocéntrico del mundo del sabio griego Ptolomeo, según el cual, la Tierra es inmóvil y constituye el centro del Universo, girando en su derredor el sol, la luna, los planetas y los demás astros: todo el mundo. Por eso suponían –y este error era sostenido por la Iglesia– que en la Naturaleza todo se realiza al servicio de la Tierra, al servicio de los intereses de los hombres. Copérnico (siglo XVI) demostró la inconsistencia de esta teoría y expuso el sistema heliocéntrico del mundo, según el cual, en el centro del Universo se halla el Sol, y los planetas (entre ellos también la Tierra) giran a su derredor. La Iglesia desplegó una cruel lucha contra la teoría científica de Copérnico que discrepaba radicalmente de los dogmas eclesiásticos. Veía con razón en la doctrina de Copérnico un golpe al propio fundamento de la concepción religiosa del mundo