Realiza una crítica a las concepciones de la sociedad de Maquiavelo, Vasconcelos y Bobbio, exponiendo claramente aquellos aspectos en los que estás de acuerdo con cada autor, así como aquellos en los que no lo estás. Incluye introducción, desarrollo y conclusión. Redacta tu propia concepción de sociedad exponiendo las razones que lo fundamentan.
El otoño negro de 1513 constituye una fecha clave para la ciencia política. Fue entonces cuando el exiliado Nicolás Maquiavelo envió a Lorenzo de Médicis (nieto de Lorenzo "el Magnífico") su escrito titulado De Principatibus, esperando recuperar así su empleo como funcionario de Florencia, pero recibiendo en cambio dos botellas de buen vino como agradecimiento y, mucho más tarde, el título de fundador de la politología moderna.1
La obra del florentino ha dividido la historia del análisis político en un avant et après Machiavel (Benoist, 1907) que se diferencian fundamentalmente por la cientificidad de la segunda etapa, bautizada como sociología política o ciencia política empírica.
Esta división es casi universalmente aceptada, aunque las justificaciones suelen diferenciarse dependiendo del autor. Según algunos, el principal mérito de Maquiavelo radica en haber dejado de lado los criterios morales (característicos del pensamiento clásico) que buscaban el "buen gobierno", para examinar con un perfil amoral la política del "gobierno eficaz" (Prelot, 2004: 23). Para otros, lo más trascendental de su obra fue haber innovado la utilización del método comparativo histórico (Duverger, 1962: 549), de uso evidente y hasta abusivo en toda su producción literaria, y principal prueba de la objetividad de su análisis.
En contraposición con quienes aceptan total o parcialmente estas dos teorías fundamentales, hay autores que rechazan tanto la idea de amoralidad como la de objetividad en el pensamiento del florentino (llamados antimaquiavelistas). Estos alegan que sus consejos son inmorales, puesto que no se abstiene de señalar una forma determinada de actuar al príncipe, y subjetivos, dado que tienden a un fin político determinado (la unificación de la nación italiana o, en términos más generales, la Razón de Estado). De esta forma, se configura un cuadro diversificado de consideraciones que pareciera ser irreconciliable.
El panorama se oscurece aún más si consideramos las infinitas y variadas interpretaciones que tuvo El príncipe a lo largo de la historia.2
Sin embargo, sorprendentemente, casi la totalidad de estos autores coinciden en que la figura de Maquiavelo marca un hito en la historia del pensamiento sobre la política.
¿Qué pueden tener en común? En general, explicita o implícitamente, todos están de acuerdo con que, más allá del método que utiliza y las conclusiones que obtiene, Maquiavelo distingue con claridad remarcable su objeto de estudio: "Describe con suficiente claridad el campo de la política [..] entiende que la política es, en primer lugar, el estudio de las luchas por el poder entre los hombres" (Burnham, 1953: 50). Ni aún el más acérrimo detractor del florentino ha negado el esfuerzo de éste por otorgar a su estudio un campo propio y emancipado.
Después de El príncipe, la política ya no se definirá de acuerdo con una concepción religiosa ni filosófica. Lo político se independiza entonces de Dios y del "deber ser" para explicarse como algo que "es en sí", que tiene esencia propia.
¿Qué es lo propio de la política? Esta pregunta surgirá, en adelante, en cada hombre que desee analizarla. Encontrar el concepto de lo específicamente político en cada autor será fundamental para entender sus consideraciones. Es aquí, en el pensamiento de Maquiavelo, donde surge y es contestado por primera vez este enigma, dando nacimiento a la ciencia política y a casi cinco siglos de polémicas que se derivan de su particular concepción de lo político.
Respuesta:
El otoño negro de 1513 constituye una fecha clave para la ciencia política. Fue entonces cuando el exiliado Nicolás Maquiavelo envió a Lorenzo de Médicis (nieto de Lorenzo "el Magnífico") su escrito titulado De Principatibus, esperando recuperar así su empleo como funcionario de Florencia, pero recibiendo en cambio dos botellas de buen vino como agradecimiento y, mucho más tarde, el título de fundador de la politología moderna.1
La obra del florentino ha dividido la historia del análisis político en un avant et après Machiavel (Benoist, 1907) que se diferencian fundamentalmente por la cientificidad de la segunda etapa, bautizada como sociología política o ciencia política empírica.
Esta división es casi universalmente aceptada, aunque las justificaciones suelen diferenciarse dependiendo del autor. Según algunos, el principal mérito de Maquiavelo radica en haber dejado de lado los criterios morales (característicos del pensamiento clásico) que buscaban el "buen gobierno", para examinar con un perfil amoral la política del "gobierno eficaz" (Prelot, 2004: 23). Para otros, lo más trascendental de su obra fue haber innovado la utilización del método comparativo histórico (Duverger, 1962: 549), de uso evidente y hasta abusivo en toda su producción literaria, y principal prueba de la objetividad de su análisis.
En contraposición con quienes aceptan total o parcialmente estas dos teorías fundamentales, hay autores que rechazan tanto la idea de amoralidad como la de objetividad en el pensamiento del florentino (llamados antimaquiavelistas). Estos alegan que sus consejos son inmorales, puesto que no se abstiene de señalar una forma determinada de actuar al príncipe, y subjetivos, dado que tienden a un fin político determinado (la unificación de la nación italiana o, en términos más generales, la Razón de Estado). De esta forma, se configura un cuadro diversificado de consideraciones que pareciera ser irreconciliable.
El panorama se oscurece aún más si consideramos las infinitas y variadas interpretaciones que tuvo El príncipe a lo largo de la historia.2
Sin embargo, sorprendentemente, casi la totalidad de estos autores coinciden en que la figura de Maquiavelo marca un hito en la historia del pensamiento sobre la política.
¿Qué pueden tener en común? En general, explicita o implícitamente, todos están de acuerdo con que, más allá del método que utiliza y las conclusiones que obtiene, Maquiavelo distingue con claridad remarcable su objeto de estudio: "Describe con suficiente claridad el campo de la política [..] entiende que la política es, en primer lugar, el estudio de las luchas por el poder entre los hombres" (Burnham, 1953: 50). Ni aún el más acérrimo detractor del florentino ha negado el esfuerzo de éste por otorgar a su estudio un campo propio y emancipado.
Después de El príncipe, la política ya no se definirá de acuerdo con una concepción religiosa ni filosófica. Lo político se independiza entonces de Dios y del "deber ser" para explicarse como algo que "es en sí", que tiene esencia propia.
¿Qué es lo propio de la política? Esta pregunta surgirá, en adelante, en cada hombre que desee analizarla. Encontrar el concepto de lo específicamente político en cada autor será fundamental para entender sus consideraciones. Es aquí, en el pensamiento de Maquiavelo, donde surge y es contestado por primera vez este enigma, dando nacimiento a la ciencia política y a casi cinco siglos de polémicas que se derivan de su particular concepción de lo político.
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