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Dicen que la historia la escriben los vencedores, y algo de cierto debe haber, puesto que cuando se hablaba de la Independencia se refería a muchos mexicanos (auténticos) que, cansados de la injusticia y opresión de los españoles, habían tomado las armas, en pos de hacer de México una nación libre: "Habían entregado sus vidas para dar patria y libertad".
Los influyentes hicieron alianzas para no perder sus privilegios, el clero adoptó postura neutra, los mexicanos tuvieron acceso a los servicios básicos, pero en general, la historia poco cambió: "Los pobres siguieron pobres y los ricos conservaron su poder".
Como resultado de la guerra, prevalecía en México un ambiente de inestabilidad política, social y económica (fue en este período en que se adquirieron fuertes compromisos con otros países, una deuda eterna), con todo lo que esto conlleva, todos tenían diferentes ideas, y a su modo trataban de imponerlas, surge una república "a la mexicana", ya hay pequeños pero numerosos grupos inconformes, desilusionados de la nueva condición del gobierno, y que continuamente participaban en disturbios al orden: "La nueva nación era libre, pero estaba desunida".
Para entonces, más allá del clima político, la nación, la verdadera nación, que constituían campesinos y obreros, estaba convencida de que solo se había cambiado la imagen, estaban convencidos de que los ideales de los héroes de la revolución, se habían vuelto humo, pues la condición de "los de abajo" seguía siendo difícil, podían ser educados, pero ¿Quién trabajaría (y les daría de comer) mientras estudiaban?, los cacicazgos, por los que ellos padecían, se habían mantenido a pesar de tanta revuelta: "Eran los mismos, pero más cansados".
Con el paso del tiempo, más y más voces se fueron uniendo a quienes pugnaban por una repartición más justa de el suelo, pues en aquel entonces (como si ya no estuviera vigente esto), la gran mayoría de los campesinos, no eran dueños ni de la tierra que cultivaban ni del techo que los cubría. Así entonces, sin nada más que perder, muchos mexicanos y mexicanas (no olvidemos a las célebres "adelitas", mujeres que se iban a "la bola" detrás de sus hombres, "para morir iguales"), patriotas cuyos nombres hoy no están grabados en algún monumento, se levantaron en armas en una desigual guerra, cuyo resultado ofrecía muchas ilusiones y esperanzas, y aunque sabían que muchos de ellos no disfrutarían de los logros, tenían la confianza de que al menos sus hijos vivirían en un país "más parejo": "porque más vale morir como valiente, que morir como cobarde, ¡Viva la Revolución!".
Los influyentes hicieron alianzas para no perder sus privilegios, el clero adoptó postura neutra, los mexicanos tuvieron acceso a los servicios básicos, pero en general, la historia poco cambió: "Los pobres siguieron pobres y los ricos conservaron su poder".
Como resultado de la guerra, prevalecía en México un ambiente de inestabilidad política, social y económica (fue en este período en que se adquirieron fuertes compromisos con otros países, una deuda eterna), con todo lo que esto conlleva, todos tenían diferentes ideas, y a su modo trataban de imponerlas, surge una república "a la mexicana", ya hay pequeños pero numerosos grupos inconformes, desilusionados de la nueva condición del gobierno, y que continuamente participaban en disturbios al orden: "La nueva nación era libre, pero estaba desunida".
Para entonces, más allá del clima político, la nación, la verdadera nación, que constituían campesinos y obreros, estaba convencida de que solo se había cambiado la imagen, estaban convencidos de que los ideales de los héroes de la revolución, se habían vuelto humo, pues la condición de "los de abajo" seguía siendo difícil, podían ser educados, pero ¿Quién trabajaría (y les daría de comer) mientras estudiaban?, los cacicazgos, por los que ellos padecían, se habían mantenido a pesar de tanta revuelta: "Eran los mismos, pero más cansados".
Con el paso del tiempo, más y más voces se fueron uniendo a quienes pugnaban por una repartición más justa de el suelo, pues en aquel entonces (como si ya no estuviera vigente esto), la gran mayoría de los campesinos, no eran dueños ni de la tierra que cultivaban ni del techo que los cubría. Así entonces, sin nada más que perder, muchos mexicanos y mexicanas (no olvidemos a las célebres "adelitas", mujeres que se iban a "la bola" detrás de sus hombres, "para morir iguales"), patriotas cuyos nombres hoy no están grabados en algún monumento, se levantaron en armas en una desigual guerra, cuyo resultado ofrecía muchas ilusiones y esperanzas, y aunque sabían que muchos de ellos no disfrutarían de los logros, tenían la confianza de que al menos sus hijos vivirían en un país "más parejo": "porque más vale morir como valiente, que morir como cobarde, ¡Viva la Revolución!".