Respuesta:A partir de 1916 y hasta 1928, los radicales se impusieron, ininterrumpidamente, en las elecciones presidenciales. El voto popular, cada vez más favorable al yrigoyenismo, fue percibido por los sectores oligárquicos y conservadores como un obstáculo para la realización de sus intereses.
En este contexto, algunos sectores de la elite comenzaron a considerar que era necesario recurrir al “golpe de Estado” para retomar la conducción del Estado.
Los grupos sociales y políticos que propiciaron el golpe de Estado coincidían en que era necesario “remover el obstáculo” que representaba el radicalismo yrigoyenista. Sin embargo, entre los sectores golpistas había diferentes ideas y proyectos acerca de cuál era la mejor estrategia para defender los intereses de la elite.
Algunos, como el general José F. Uriburu, consideraban que había que consolidar un gobierno militar con el objetivo de construir un modelo “corporativista” –inspirado en el fascismo italiano–. Otros, como el general Agustín P. Justo, proponían el llamado a elecciones para legitimar el proyecto de restauración oligárquico.
¿Era posible asegurar este proyecto cuando la experiencia de la década anterior indicaba que los radicales obtenían cada vez más votos en las elecciones? ¿Cómo se podía resolver este complejo problema político? ¿Qué alianzas y vínculos fueron tejiendo los dirigentes golpistas –civiles y militares– para retomar la conducción del Estado por una vía ilegal y, al mismo tiempo, buscar alguna forma de legitimidad?
Respuesta:A partir de 1916 y hasta 1928, los radicales se impusieron, ininterrumpidamente, en las elecciones presidenciales. El voto popular, cada vez más favorable al yrigoyenismo, fue percibido por los sectores oligárquicos y conservadores como un obstáculo para la realización de sus intereses.
En este contexto, algunos sectores de la elite comenzaron a considerar que era necesario recurrir al “golpe de Estado” para retomar la conducción del Estado.
Los grupos sociales y políticos que propiciaron el golpe de Estado coincidían en que era necesario “remover el obstáculo” que representaba el radicalismo yrigoyenista. Sin embargo, entre los sectores golpistas había diferentes ideas y proyectos acerca de cuál era la mejor estrategia para defender los intereses de la elite.
Algunos, como el general José F. Uriburu, consideraban que había que consolidar un gobierno militar con el objetivo de construir un modelo “corporativista” –inspirado en el fascismo italiano–. Otros, como el general Agustín P. Justo, proponían el llamado a elecciones para legitimar el proyecto de restauración oligárquico.
¿Era posible asegurar este proyecto cuando la experiencia de la década anterior indicaba que los radicales obtenían cada vez más votos en las elecciones? ¿Cómo se podía resolver este complejo problema político? ¿Qué alianzas y vínculos fueron tejiendo los dirigentes golpistas –civiles y militares– para retomar la conducción del Estado por una vía ilegal y, al mismo tiempo, buscar alguna forma de legitimidad?
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